22.11.07

VESTIMENTA DEL PUEBLO GUANCHE



Un Pueblo afianza sus Raíces en su Historia. El Pueblo que no conoce su Historia, es un pueblo compuesto de huérfanos.

Eduardo Pedro García Rodríguez*

Uno de los elementos que definen la cultura de un pueblo es, sin duda alguna, los materiales que conforman su vestimenta. Estos materiales suelen ser los que proporciona el entorno donde desarrolla sus actividades la comunidad, especialmente cuando no se mantiene comercio con otros pueblos que puedan aportar materias primas más selectas, diferentes o de más lujo. En el caso del pueblo guanche, es indudable que las apreciaciones que los conquistadores tuvieron sobre la vestimenta de los antiguos canarios estaban influenciadas por los perjuicios propios de una sociedad recién salida de la edad media, que trataba con desprecio a todo aquello que fuera ajeno o extraño al entorno en que solían desenvolverse. Así, al observar que los guanches se despojaban de sus tamarcos momentos antes de entrar en combate, al objeto de quedar más desembarazados y poder moverse con más agilidad en el campo de batalla, al tiempo que utilizaban el tamarco enrollado al brazo como elemento protector ante los ataques del enemigo, esta costumbre fue narrada por algunos cronistas de manera peyorativa como que los guanches «iban las más de las veces desnudos».

No deja de ser significativo el hecho de un historiador canario, al que algunos intelectuales, con más ánimo de adular que con conocimiento de causa, no dudan en calificar como el "fénix de las letras Canarias". Entre los muchos errores de bulto que recoge en su obra"Antigüedades de las islas Canarias", tiene el siguiente: «Visto ya el modo que tenían de alimentarse los antiguos isleños, pasaremos a examinar su manera de vestirse, seguros de que también hallaremos en esa parte nuevas pruebas del remoto y común origen que les suponemos. Porque, si sus rebaños de ovejas les ofrecían largas cantidades de lana, ¿de donde provino que jamás se aplicasen a hilarla y a tejerla y sólo se cubriesen de pieles, juncos y hojas de palma?...». Está claro que tan insigne historiador desconocía que las ovejas que tenían los guanches es la oveja africana, de pelo corto como el de las cabras, y por tanto, no apto para hilaturas.

Inexactitudes como esta nos ha sido trasmitida machaconamente durante centurias con el firme propósito de hacernos creer que nuestros antepasados eran unos pobres brutos que sólo se cubrían con taparrabos, y es de lamentar que aún hoy, en pleno siglo XXI, se continúe sosteniendo este tipo de falacia desde determinados medios de comunicación social e incluso en los colegios de educación primaria, donde imparten la enseñanza maestros españoles y, lamentablemente, muchos canarios carentes del más elemental conocimiento de la historia de Canarias.

Con esta actitud de desprecio hacía nuestros ancestros, estos enseñantes foráneos inducen en nuestros jóvenes un sentimiento de rechazo hacía sus antepasados, los cuales les son presentados como algo extraño o lejano, pertenecientes a una etnia diferente, y no como a los abuelos de sus abuelos, consiguiendo así ir eliminando de las mentes jóvenes el concepto de pueblo diferenciado y autóctono, a cambio de imbuirlos de una serie de conceptos europeos (perfectamente orquestados) que son totalmente ajenos a nuestras raíces culturales, haciéndoles despreciar a sus antepasados, ignorando por imposición que éstos fueron portadores de una cultura milenaria que llegó incluso a enriquecer con aportes civilizadores a la incipiente sociedad europea de la baja edad media, cuyos descendientes hoy nos dominan y culturizan gracias a una conquista armada que fue harto sangrienta y cruel.

Otra de las imágenes que de nuestros ancestros frecuentemente pretenden trasmitirnos estos bárbaros, consiste en decirnos de manera peyorativa que vestían de pieles, como si el vestir de pieles finamente gamuzadas fuese sinónimo de atraso cultural.

Curiosamente, en la "civilizada Europa" cuna de estos bárbaros, el uso de pieles estaba restringido a la realeza, a la nobleza y a algunos altos miembros del clero, estando su uso vedado bajo severas penas a las clases populares, éstas debían conformarse con el uso de fibras de esparto o cáñamo, lino y burdo paño para sus vestidos, siendo el lino el tejido más fino que llegaron a usar hasta que el algodón, importado de las colonias americanas, les liberó de las fibras tradicionales, pues los paños importados de Holanda o Inglaterra, a costa de un derroche de oro, era privilegio de unos pocos potentados. Esto era así, hasta el extremo de que en los abordajes de los piratas españoles, éstos valoraban en la presa tanto el oro o la plata como los cofres conteniendo vestidos o piezas de telas.

En tierra, los salteadores de caminos asaltaban y mataban a los viandantes en ocasiones sólo por los vestidos que llevaban puestos. Por otra parte, el cuidado que los europeos de la época prestaban a su persona no era más exquisito del que prestaban a su vestimenta, como ejemplo podemos citar las referencias que sobre el particular nos proporcionan algunos historiadores españoles, éstos afirman que la reina Isabel, la católica, sólamente cambió de saya y se bañó dos veces en su vida adulta.

Es lamentable, que el desconocimiento a que se ha sometido a la población canaria sobre la vestimenta de nuestros antepasados, por parte de los poderes políticos imperantes y, sobre todo, por el clero, induzca a algunos canarios, guiados de la mejor voluntad, pero aceptado por ignorancia, imposiciones más o menos solapadas de los estamentos dominantes, el que nuestros antepasados vestían con azaleas, es decir, con unas pieles de ovejas apenas tratadas y que para más escarnio son pieles de ovejas Merinas, las cuales fueron introducidas en nuestro país después de la conquista. Da pena ver como en determinados actos religiosos participan algunas personas disfrazadas y que creen, de buena fe, que van "vestidos" de guanches.

Vamos por partes: Las ovejas que tenían nuestros antepasados eran las africanas, unas ovejas relativamente pequeñas y de pelo corto y liso, similar al de las cabras. Esta raza autóctona hoy en día está siendo recuperada, gracias a los desvelos de un matrimonio cubano afincado el Sur de Tenerife, aunque éstos le dan el nombre de oveja "Pelibuey". La oveja Merina, como hemos dicho, fue introducida por los conquistadores, precisamente porque precisaban de su lana no sólo para la obtención de materia prima para sus tejidos, sino que, además, era un producto altamente cotizado para la exportación. Por consiguiente, si la oveja Merino fue introducida por los españoles después de la conquista, no era posible que los guanches vistiesen las pieles de las mismas. No deja de ser un insulto a nuestros antepasados el creer, y hacer creer, que la capacidad intelectual de éstos era tan limitada que se dedicaban a danzar en honor de una imagen, cubiertos con zaleas de ovejas Merina con todo su pelo y ¡en plena canícula!.

Dejemos que sean los historiadores, más próximos a las postrimerías de la conquista, quienes nos describan la vestimenta de nuestros ancestros. Historiadores que, por lo visto y oído, no son conocidos por quienes dicen defender nuestra cultura "popular", y mucho menos por los que "enseñan y educan" a nuestros hijos y nietos. Para éstos, y para los que sienten verdadera inquietud por las cosas del pasado de Canarias, incluimos al final de este modesto trabajo una lista de algunos títulos que consideramos de interés para un mejor conocimiento de la historia de Canarias.

«Su traje era (porque no tenían género alguno de lino, ni de algodón) un vestido hecho de pieles de cordero o de ovejas, gamuzadas a manera de un camisón sin pliegues, ni collar, ni mangas, cosido con correas del mismo cuero, con mucha sutileza y primor, tanto que no hay pellejero que tan bien adobe los cueros, ni que tan sutil costura haga, que casi no se divisa, y esto sin tener agujas ni leznas sino con espinas de pescado o púas de palmas o de otros árboles. Este vestido era abrochado por delante o por el lado, para poder sacar los brazos, con correas de los mismos. Este género de vestidura era común, llamaron tamarco y era común a hombres y mujeres: salvo que las mujeres, por honestidad, traían debajo del tamarco una como saya de cuero gamuzado que les cubría los píes, de que tenían mucho cuidado, porque era cosa deshonesta a las mujeres descubrir pechos y píes. Este sólo era su traje de grandes y menores, y éste les servía de cobertura para la vida y de mortaja para la muerte.»

Fray Alonso de Espinosa.

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«El vestido de los canarios eran unos toneletes hechos de juncos majados muy juntos al cuerpo y tejidos que llegaban a la rodilla; y ceñíanlo por la cintura, y después se echaban encima unos pellejos cosidos muy primamente, que llamaban tamarco, en verano el pelo afuera, y en invierno adentro, muy galanos y pulidos; y en las cabezas, tocados de pellejos de cabritos, que desollaban enteros, y las garras caian por las orejas, amarrados al pescuezo; y algunos traían unos como sombreros con plumas en ellos; y los tamarcos y toneletes y los demás vestidos eran pintados de diversas colores de tintas, que hacían de flores y erbas. Y del mismo hábito usaban las mujeres de pellejos como refajos altos del suelo.

Criaban cabello y cojíanlo atrás, como trenzados con juncos majados. Hacía las costuras de los tamarcos y cueros, con tanto primor y delicadeza, que no hubiera persona que su vista no engañara, para afirmar que se hicieron con agujas muy delgadas y hilo preciado portugués, y los repulgos de muy pulidas labraderas. Traían calzados unos pedazos de cuero de cabras, atados con correas del mismo cuero crudo».

Fr. J. de Abreu Galindo.

«Las pieles adobaban a modo de gamuzas de que hacían su vestido. El primero y más pulido una tuniceta con medias mangas cerradas hasta la sangradera y por bajo de la cintura, era en hombres y mujeres principales. En las mujeres ponían encima como enaguas de faldellón otro atado a la cintura y después otra ropa que las cubría todas como casacón o sobretodo. En los hombres eran tres, el primero del modo que dijimos a modo de justa cor[...roto] la rodilla el último pieles más gruesas y largo hasta los pies.

Tenían calzado a modo de sandalias y medias de borceguíes. Los plebeyos andaban descalzos de píe y pierna y trasquilados barba y cabello y con un zumarrón de pieles sin costura por los hombros, los brazos de fuera y algunas veces con media manguilla y en lo interior tenían por la cintura cubiertas sus partes. Los nobles tenían cabellos largos, mayormente en lo alto de la cabeza le dejaban bien crecidos, y alrededor lo quitaban. La barba era larga y el bigote sobre la boca era quito.

El vestido le cosían con nervios y correítas hechas de tripas de animales, y con espinas de pescado y agujones de palo y tenían por leznas y eran costuras muy finas y excelentes las gamuzas eran muy buenas adobaban [...roto]...tenían mujeres dedicadas para sastre.»

Antonio Sedeño.

«Los canarios vestían telas de hojas de palmera tejidas junto con juncos, con admirable labor y artificio. Con éstas hacían ciertas faldillas, más o menos como las romanas, y se las ceñían por encima del talle, para cubrirse honestamente las carnes. Después con algunas pieles de cabras blancas, muy bien preparadas y cosidas, se vestían el busto; y encima, a manera de capa, llevaban en invierno dos más, con su lana, abiertas por un lado, como si fuese una hopalanda, a la cual llamaban tamarco. En lugar de sombrero llevaban una piel de cabrito doblada, a manera de escofia alemana, atada arriba, donde está el cuello, dejando colgar las pieles de las patas. Este traje, como se ha dicho en el capítulo precedente, se acompaña en los nobles con pelo largo, y en los villanos con la cabeza afeitada. Las mujeres vestían pieles preparadas como los trajes de piel que se usan en Lombardía y en otros lugares fríos; y con ellas, como con un traje talar, se cubrían desde el cuello hasta los píes. Los pelos los trenzaban con juncos en lugar de cintas y los dejaban caer libremente sobre los hombros, dejando la frente descubierta, como principal campo de sus bellezas. Todo cuanto se refería al vestido canario era tan bien hecho y artísticamente cosido, como más diestramente se podría hacer entre nosotros. La tela tejida con hojas de palmera fue tan admirada por aquellos que la vieron, que su inventora (que según dicen ellos, fue una mujer) merecía ser celebrada entre ellos, como si fuese una Aracne, famosa entre los poetas».

Leonardo Torriani.

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Quizás uno de los autores que con más detalles han descrito los vestidos de los antiguos canarios, sea el historiador canario don Tomás Marín de Cubas, cuando nos narra la entrega de la reina Arminda al masacrador de pueblos, Pedro de Vera, con cuya entrega se dio por totalmente conquistada y sometida la isla de Tamarant. (Gran Canaria) veamos como nos cuenta el suceso don Tomás:

«Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado a D. Fernando Guanartheme, que hiciese venir á su sobrina (Arminda) con los demás nobles sus parientes, al Real, a entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español, traíanla en hombros cuatro capitanes nobles, de cabello largo rubio, en unas andas de palo a modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza a modo de badana o pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillo de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las andas, algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres, todos que servían de traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua o intérprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanarthemy Guanachy Semidan, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor el muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla, que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a píe, fue abrazando a todos con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los píes, y zapatos de lo mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón a modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado a uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.»

Tomás Marín de Cubas.

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Creemos que con lo expuesto queda suficientemente aclarado que nuestros antepasados no vestían unas ridículas zaleas, tal como se nos ha venido exponiendo. Por el contrario, sabían aprovechar al máximo las fibras vegetales y pieles de animales que el entorno les ofrecía.

19.11.07

La piratería en Canarias:


La piratería en Canarias:
El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el Indico a través de la costa occidental africana convierten a las Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s. XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.

Piratas franceses:
Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga. Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas. Los corsarios galos más conocidos aquí son Juan Florín y François Leclerc, este último apodado "pie de Palo" (Jambe de bois), el cual saqueó e incendió el puerto de Santa Cruz de La Palma (1553); otras acciones similares se sucedieron en Tazacorte y San Sebastián de La Gomera. En 1762 llega, para combatir a los ingleses, el buque Le Rubis, al mando del corsario François Desseaux; algo más tarde, en 1797, la corbeta La Mutine, cuya tripulación contribuyó a la defensa de la ciudad de Santa Cruz frente al ataque de Nelson, fue saqueada en el puerto santacrucero por los ingleses. Poco después llega a las aguas canarias un nuevo corsario para reemplazarla, el conocido con el nombre de La Mouche. La actividad de estos piratas permitió la entrada en las Islas de ciertos artículos, como es el caso de los libros extranjeros a los que no se hubiera tenido acceso de otra manera.

Piratería Inglesa:
Al heredar Felipe II el trono español se desata la rivalidad angloespañola. Como consecuencia, igual que en todas partes del imperio, las Canarias se convierten en blanco de los ataques de la piratería inglesa. Los ataques y saqueos son tan frecuentes que el Rey se ve obligado a fortalecer el aparato defensivo del archipiélago. Entre las medidas tomadas sobresalen la creación del cargo de Capitán General y el envío, más tarde, del ingeniero italiano Torriani con la misión de levantar torres y castillos en aras de su mejor defensa. Muchos de éstos aún se conservan (castillo de Guanapay, en Lanzarote). Entre los piratas ingleses más conocidos y temidos sobresalen John Poole, Cooke, John Hawkins, más conocido en las islas como Aquines, y que mantuvo largas relaciones comerciales, más o menos clandestinas, con Pedro Ponte, mercader y gran propietario tinerfeño de origen veneciano, además de Drake (1585) y Blake (1656). El ataque de este último a Santa Cruz de Tenerife podemos considerarlo como un intento más de Inglaterra por apoderarse de la isla. El ataque de Horacio Nelson, el famoso almirante inglés, al Puerto de Santa Cruz de Tenerife en Julio de 1797 debemos enmarcarlo en este apartado de ataques navales; aunque tuvo fuertes implicaciones políticas, pues España, como aliada de Francia, estaba en guerra con Inglaterra, y la Plaza de Santa Cruz había sido reforzada con un destacamento francés. La defensa del puerto corrió a cargo del general Gutiérrez (1729-1799), y en esta acción, gloriosa para las tropas canarias, el poderoso marino inglés hubo de retirarse no sin antes perder un brazo y parte de sus banderas y soldados.

Holandeses:
Al llegar el s. XVII, son también los holandeses los que protagonizan episodios piráticos en Canarias; sus objetivos, aparte del móvil del botín, son políticos y bélicos. A este respecto, el holandés Pieter Van der Does comanda contra Las Palmas de Gran Canaria (1599) la operación más formidable de todos los tiempos, resultado de la cual fue la ocupación, saqueo e incendio de la ciudad. En esta incursión, atacó también, San Sebastián de La Gomera, y Santa Cruz de La Palma.

Berberiscos:
Azotaban las islas desde los tiempos de la conquista, quizás como réplica a las incursiones punitivas que nobles y militares españoles de Canarias hacían en sus costas. En el s. XVII arrecian las expediciones berberiscas sobre las islas; son las orientales las que más sufren las consecuencias y los moriscos residentes en éstas, que vivían como esclavos, facilitan a sus hermanos piratas el rastreo de presas. San Sebastián de La Gomera fue otro de los puertos que soportó los ataques y saqueos de estos corsarios. Alcanzaron renombre por sus fechorías los apodados en las islas por "El Turquillo" y "Cachidiablo". El más famoso canario renegado fue sin duda Alí Arráez Romero, gran almirante de la Armada de Argel y presidente de la Taifa de los corsarios, que fue embajador ante el sultán otomano al menos en dos ocasiones. Pirateó en aguas canarias, pero sin embargo ayudaba a los isleños cautivos en Argel a sobrellevar su esclavitud y, sobre todo, les proporcionaba dinero para rescatarse en lo que podríamos describir como una cierta esquizofrenia. Su nombre original era Simón Romero, un marinero que vivía en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria y que había sido cautivado faenando en la costa africana a los 16 años. Prueba de su popularidad es que, como explica un ex cautivo canario, las argelinas recitaban a sus hijos: "Hijo mío, as de ser moro fino como Alí Romero y ellos responden que sí, y las dichas moras les disen; Alá te aga como él".

Consecuencias de la piratería:
Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Por otro lado, muchos archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

9.11.07

La Rebelión de los Gomeros


La Rebelión de los Gomeros

Para Tagaragunche y para los principales historiadores la Rebelión de los Gomeros de 1488 es el acontecimiento más importante de toda la historia de La Gomera, no sólo por la enorme trascendencia que tuvo para sus habitantes, sino porque además ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días en la memoria colectiva de los gomeros a través de la tradición oral. El 21 de Noviembre de 1488, a raíz de la ejecución en Aguahedun de Hernán Peraza, se produce en La Gomera una Rebelión que, por su trágico final, significará para los gomeros el fin definitivo de su condición de pueblo libre. Antes de la llegada de los europeos a La Gomera, esta Isla se encontraba dividida en cuatro bandos (Ipalán, Mulagua, Orone y Agana). El período en el que los gomeros comienzan a tener los primeros contactos con los europeos (fundamentalmente portugueses y castellanos) se caracteriza, en primer lugar, por las sucesivas rapiñas para la captura de esclavos, y luego por los pactos de esos europeos con alguno de los cuatro bandos en que se encontraba dividida la Isla. De esos pactos el que más nos interesa es el Pacto de Colactación o Hermanamiento (bebiendo leche en el mismo ganigo) que selló Hernán Peraza "el viejo" con los bandos de Ipalán y Mulagua. Más adelante, a la llegada a la Isla de Hernán Peraza "el joven", este ratificará el pacto de su abuelo, pero mientras Peraza quiso entender el pacto como un acto de vasallaje hacia él, los gomeros lo seguían entendiendo como un acto de hermanamiento y de ayuda entre ellos con una serie de leyes de obligado cumplimiento. Hernán Peraza "el joven" incumplió el pacto, no sólo cautivando esclavos y tratando mal a los gomeros, sino además manteniendo relaciones con Iballa, su hermana por medio del pacto. Estas relaciones estaban prohibidas en virtud del pacto suscrito, ya que las relaciones entre miembros del mismo bando no estaban permitidas para evitar la consanguinidad (uniones entre personas con lazos de parentesco). Por todo ello, un consejo de gomeros con autoridad se reúne y decide condenar a muerte a Hernán Peraza. Hautacuperche es el encargado de llevar a cabo la ejecución en Aguahedum, donde Peraza visitaba a Iballa. Luego, los gomeros bajan a San Sebastián e intentan asaltar la Torre del Conde, pero poco después Hautacuperche muere en uno de los intentos, lo que desanima a los rebelados. Beatriz de Bobadilla, mujer de Peraza, consigue pedir ayuda al gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera. Cuando éste llega consigue capturar a un gran número de gomeros a través de un engaño, prometiendo el perdón a todos los que asistiesen a un acto religioso por el difunto. Luego serían ejecutados todos los varones de los bandos de Ipalán y Mulagua mayores de quince años, y sus mujeres e hijos vendidos como esclavos. Aunque más adelante un proceso judicial pondrá en libertad a la mayoría de esos gomeros, a partir de ese momento todo había cambiado para La Gomera.

5.11.07

¿Soberanía o más autonomía?

Ramón Moreno

Con Canarias ocurre al­go similar al conocido refrán, pero al revés: "Contra la virtud de pe­dir está el vicio de no dar". O sea, a las justas, legítimas e inaplazables reivindica­ciones del pueblo canario; se con­traponen sistemáticamente las per­tinaces negativas de España, en concedernos el derecho irrenunciable a construir por si solos nuestro futuro, sin interferencias ni tutelas de nadie. ¡Esa es su obtusa y retró­grada actitud colonialista! para se­guir conservando, contra viento y marea, este enclave; un anacrónico "territorio nacional español" en otro continente que insisto (ya que aquí se pretende "españolizar hasta el clima"), la legalidad internacional no ampara hoy en día.
No en vano, las Naciones Unidas han establecido como fecha tope pa­ra finalizar el proceso descoloniza­dor en todo el mundo el año 2010, Archipiélago canario incluido. Lo que supone, una auténtica Espado de Damocles suspendida sobre los intereses españoles en Canarias, da­da la masiva presencia de empresas financieras, de servicios y otras, que operan en nuestro territorio (¡y que no cotizan aquí!); con una actividad depredadora, de continuo saqueo de nuestras riquezas (¡beneficios, que sitúan fuera!), drenaje de recursos que históricamente han ido descapitalizando nuestra economía.
Por eso se ha producido tanta es­candalera en los sectores españolistas de las Islas (al servicio de la me­trópoli), ante el temor -perfecta­mente fundado- de que tas peticio­nes de soberanía del diario tinerfeño, que comparto plenamente, se estén convirtiendo ya en un multitu­dinario clamor popular que presa­gia el despertar y la concienciación de este pueblo, que constata que así no podemos seguir por más tiempo. Situación, ante la que ciertos tabloi­des y algunos trasnochados plumífe­ras reaccionan enfurecidos, con bur­dos e inconsistentes planteamien­tos, y los consabidos metemiedos como: "¿De que vamos a vivir?", o "Una Canarias independiente seria invadida por Marruecos", y falacias por el estilo, que no se sostienen.
Pero esta cuestión podría tener sus entresijos, como ahora veremos. Porque, a mi personalmente, lo que de verdad me preocupa y me tiene medio mosqueado, son ciertas in­congruencias que observo en los editoriales del citado rotativo. Así, en el del pasado domingo (donde, por cierto, se reproduce literalmente parte de mi artículo, "¡Si somos una colonia!"[1], lo que me congratula enormemente), cuando se dice: ... "dotar al Archipiélago de un estatuto especialísimo que recoja lo que pre­cisa Canarias"; y al mismo tiempo, se insiste en la soberanía, lo que im­plicaría una Constitución propia, ¿no se está incurriendo en una enor­me y clamorosa contradicción?
No quiero ni pensar, remotamen­te, que toda esta movida soberanista no sea eso: una justa, legítima y necesaria reivindicación -que sus­cribo en su totalidad-; sino una campaña mediática, perfectamente or­questada, para asustar a Madrid y obtener más prebendas para los mismos de siempre. ¡Y a eso, si que yo no juego! Y no es este un comen­tario gratuito, ya que existe un claro precedente. Recuérdese que don Paulino Rivera, ya dijo en la Villa y Corte que, "Gracias a Coalición Ca­naria se había frenado el independentismo en las Islas". ¿A qué esta­mos jugando? ¿El único objetivo es entonces, mejorar un supuesto pró­ximo Estatuto, con más competen­cias, en el marco del Estado español; o la emancipación de éste, con todas las consecuencias?...
Para mí, el asunto está meridiana­mente claro y diáfano: Soberanía va inherente a Independencia, y viceversa; y en pura praxis de Derecho Internacional, son dos términos político-jurídicos consustanciales. Otra cosa es, reitero, el decimonónico y ya periclitado criterio de soberanía política, mediante el cual España si­gue apuntalando la insostenible "españolidad de Canarias; que es con­trario y opuesto al principio emer­gente de localización geográfica, consagrado en el Derecho Interna­cional contemporáneo. Y en aras de la necesaria pedagogía, debo expli­car de nuevo, que este criterio, el de soberanía político (argucia ilegal pa­ra dar validez a la apropiación de te­rritorios por la fuerza de las armas, caso evidente de Canarias), tomó di­ferentes connotaciones actuales a partir de la Segunda Guerra Mun­dial, a través del proceso de descolo­nización e independencia de los lla­mados Países del Tercer Mundo, al poner de relieve la existencia de otros factores que hasta la fecha ha­bían sido deliberadamente ignora­dos. Estos factores son, fundamen­talmente, el binomio "población y te­rritorio", los cuales, al ser considera­dos parte esencial del concepto de independencia política, hallaron su máxima expresión y reconocimien­to, en "el derecho inalienable e im­prescriptible a la libre autodetermi­nación de los pueblos y a disponer de los recursos naturales de su territorio".
Por tanto, dejémonos ya de tantos eufemismos y subterfugios dialécti­cos, y ¡vayamos al grano! Continuar con esas boutodes de "nacionalismo cívico" y "nacionalismo no excluyente", constituye un retórico dis­curso pseudo nacionalista, que ob­via el incuestionable hecho colonial canario. Nacionalismo viene de na­ción y no de "nacionalidad", que ya he dicho, es un calculado giro se­mántico, y una perversión jurídica del propio concepto de nacionalis­mo acuñada por los constitucionalistas españoles en su Carta Magna de 1978.
¡Canarias es una Nación sin Esta­do! y, consecuentemente, los verda­deros patriotas propugnamos y aspiramos a constituirnos en un Estado Archipelágico, libre y soberano, bajo la égida de la ONU, para formar parte, con todo merecimiento de la Comunidad Internacional, y de los Organismos Supranacionales que nos intereses y convengan.

4.11.07

MANIFIESTO POR LA CANARIEDAD





MANIFIESTO POR LA CANARIEDAD

Canarias es una Nación; un Pueblo con fuerte identidad propia, forjada a lo largo de los siglos que exige autogobernarse y ampliar los espacios de decisión propia.

Somos un grupo de personas que creemos en Canarias como proyecto político, social, cultural e histórico, entendemos necesario intercambiar nuestros puntos de vista en aras de constatar el grado de coincidencia sobre la "idea" de Canarias que cada uno de nosotros tiene, individual y colectivamente.

Somos concientes de la dificultad que existe en esa empresa, pues son muchas y plurales las visiones que se tienen sobre el Archipiélago y también muchos y poderosos los que las quieren minimizar.

Sin embargo, sí podemos convenir en que Canarias es una Nación; que el Pueblo canario es un Pueblo con una identidad propia, forjada a los largo de los siglos, que quiere autogobernarse y ampliar los espacios de decisión propia.

Esto nos une, y es la razón por la que queremos expresar nuestra voluntad de intensificar los contactos que permitan la puesta en común de nuestros idearios, para potenciar y difundir la canariedad, para, en un camino sin miradas al pasado (o sin retorno), abrir causes que permitan avanzar jurídica y políticamente en nuevos modelos de autogobierno.

Consideramos nuestra bandera como 7 estrellas verdes. El próximo día 22 de octubre se celebra 43 Aniversario. Bandera asumida hoy el pueblo canario que luchan por los justos y legítimos derechos nacionales de nuestro Pueblo Soberano. Deseamos que ésta enseña nacionalista ondee algún día orgullosa en nuestros ayuntamientos, cabildos y Gobierno de Canarias junto al máximo nivel de Autogobierno porque queremos los de aquí sin ataduras de fuera “decidir nuestro futuro”.

Buró político

Plataforma Nacionalista Canaria.

1.11.07

12 de diciembre 30 aniversario del asesinato de Javier Fernández Quesada


Javier Fernández Quesada, asesinado, Luis Mardones era gobernador civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife

El joven Javier Fernández Quesada, asesinado hace treinta años en la Universidad de La Laguna.

El caso de Javier Fernández Quesada, el estudiante grancanario asesinado en la entrada principal de la Universidad de La Laguna hará el próximo 12 de diciembre 30 años durante una carga de la Guardia Civil

Se da la circunstancia de que Luis Mardones era gobernador civil de la provincia de Santa Cruz de Tenerife cuando se produjeron los hechos que rodearon a la muerte de Javier Fernández Quesada.

Ha quedado probado que la Guardia Civil abrió fuego real con sus armas reglamentarias en el recinto universitario, bajo las órdenes de su responsable y sin que mediara agresión previa que justificara su empleo, según declaración de los testigos presénciales. No ha quedado probado, en cambio, que alguien más tuviera o hiciera uso de armas de fuego".