8.6.13

La muerte del ex combatiente del MPAIAC Bonifacio Santos Herrera en USA

 

Hace unos meses publicábamos en este blog un artículo sobre Bonifacio Santos Herrera y la canción el Silbo de Feloche. En dicho artículo se describía la trayectoria vital y revolucionaria de BonifacioSantos Herrera desde que comenzó la lucha por la independencia hasta que partiera en 1981 a su exilio obligado en Francia.


Angel Cuenca Sanabria, tuvo la oportunidad de visitarlo en su casa de Paris en 1987 y ha hecho un artículo de investigación periodístico que cubre desde su salida de Francia hasta las misteriosas circunstancias que rodearon su muerte en Estados Unidos. 

En vista del nulo eco que se ha hecho la prensa del artículo de Angel Cuenca, desde este blog queremos poner nuestro granito de arena para que la persona y la trayectoria de Bonifacio Santos Herrera sea conocida por parte su pueblo.

Bonifacio, su gran corazón le costó la vida

Por Ángel Cuenca Sanabria.

            La triste noticia había pasado desapercibida en Canarias. De nuevo un 12 de Diciembre, caía asesinado un luchador canario por las libertades. Si en 1977 fuera el estudiante grancanario Javier Fernández Quesada, abatido por disparos de la Guardia Civil en las escaleras de acceso al Edificio Central de la Universidad de La Laguna, en 2009 le tocó al ex-combatiente del MPAIAC Bonifacio Santos Herrera, en su domicilio de Nueva York. Con lo que el destino nos depara, por tanto, la oportunidad de celebrar juntos ambos aniversarios a partir de ahora.

Todos nos sorprendíamos en Canarias ante el éxito de un jovencantante francés, llamado Féloche, quien estaba encabezando laslistas de éxito de su país con una canción titulada “Silbo, quecontaba sus peripecias adolescentes en La Gomera y mencionaba elnombre de Bonifacio, protagonista de la canción. 

Bonifacio Santos Herrera partió en 1981 a su exilio obligado en Francia, tras ser condenado a más de cuatro años de cárcel por la Audiencia Nacional española. Sobre su exilio francés supimos de su relación con la madre de Féloche y de su residencia en Clichy, hasta que en 1989 decidiera continuar su exilio en Nueva York. Los sabuesos españoles le seguían el rastro amparados en los acuerdos de colaboración entre Madrid y París, y él no era pieza fácil de cazar. Fue su extraordinaria nobleza y humanidad, como veremos, quienes le jugaron la última y definitiva mala pasada, en su último exilio americano.

Privilegiado encuentro en París: “No soy reinsertable con España”

Tras una interminable Fiesta del Cordero en Trípoli, en Noviembrede 1987, que hizo desaparecer como por encanto a todos nuestrosanfitriones del Centro Anti imperialista de Libia o 'Mathaba',dejándonos abandonados a otro compañero de la dirección delCongreso Nacional de Canarias y a mí, eso sí, en un buen hoteldurante más de una semana, regresábamos a Canarias vía París. Aeste compañero dirigente del CNC debo el honor de haberconocido personalmente a Bonifacio, pues me pidió que loacompañara a visitarlo en su domicilio de Clichy, en el Norte deParís, donde vivía con su compañera la periodista Catherine Lebarsy el hijo de ésta Féloche, entonces con 7 años de edad.

Recuerdo que lo primero que preguntó, en tono gomero socarrón, fué “¿Qué tal le fue a Cubillo y el CNC su participación en lasElecciones autonómicas de Junio, como dando a entender que nosabía nada..., Bueno..., en fin, sirvieron para dar a conocer elPartido, “aprovechamos para denunciar el colonialismo, “sacamosuna concejala en Arrecife, “fueron un medio pucherazo..., le respondimos mientras Bonifacio nos observaba de formaatravesada y con una sonrisa en los labios. Tras un silencio de unossegundos, que parecieron eternos, volvió a preguntar:  “¿Y nohabrán servido también para legitimar al colonialismo español enCanarias?.  Esta vez el silencio fue mas plomizo e interminable,hasta que a modo de salvavidas nos convidó con nuestro típico¿no van a echarse un pizco?.

Mi compañero del CNC le preguntó entonces qué pensaba hacer, si regresaba a Canarias, que llevaba más de seis años exiliado y la condena había sido de cuatro años, que ya había prescrito.
Eran los tiempos de las llamadas reinserciones de los poli-milisetarras y de los primeros acuerdos hispano franceses para perseguir'terroristas' a un lado y otro de La Muga.

¿Y cómo arreglaste lo tuyo?, le contestó Bonifacio, “bueno, yoestuve un par de años en Venezuela como precaución, perofinalmente no me abrieron ninguna causa importante y regresé sinproblemas. “Que suerte, otros como Servando o Pedro Medina secomieron un marrón bueno, replicó, añadiendo, “Me contaron queles inventaban las imputaciones para no dejarlos tranquilos y, comocomprenderás, a mi me harían exactamente lo mismo si vuelvo, a noser, claro, que negocie algo con ellos, como otros hicieron.Parece que algunos consiguieron buenos enchufes... Para añadirque los gomeros nunca fueron sometidos y que “a mi no me van aponer la pata encima. “Yo no soy reinsertable con Españamandando en Canarias. 

Pero aquí también lo tienes difícil con la nueva cooperación policialhispano francesa, insistió mi compañero del CNC. “Pues metocará buscar otro escondite -contestó-, tengo un amigo francésque consiguió la concesión de la Marina del Río Hudson en NuevaYork y quiere llevarme a trabajar con él. Bonifacio le metía mano atodo, construcción, fontanería, mecánica, electricidad, soldadura,cerrajería. Las bombas -hidráulicas y de cualquier tipo- no eran suúnica especialidad... Mientras esto decía, las caras de Catherine yFéloche eran un verdadero poema.

Bonifacio en Paris con Feloche y un amigo del chico


New York, New York...

Esto es un infierno. París y mi Gomera, el paraíso, le comentaba asu hijo Carlos Manuel, que dejara con  quince años, junto a suhermana Isabel y la madre de ambos, su primera esposa,  cuandoabandonó por última vez el Puertito de Guimar, y quien lo visitó envarias ocasiones en su exilio americano. Ya se había instalado en sunuevo trabajo en Marina Hudson, cerca del Bronx, primero en unaauto-caravana y luego en una barcaza vivienda. A poco de llegar,una noche de crudo invierno neoyorquino, conoció a la que sería sunueva pareja, la portorriqueña Tamika Navedo, muy jovenentonces, mientras tiritaba de frio junto a su bebé, escondidos enuna barcaza abandonada cerca de su autocaravana.  Esa nocheTamika y su hijita comieron y durmieron caliente con Bonifacio, erapor una sola noche, que se prolongó durante muchos años.

Su hijito se convirtió en un nuevo hijo para nuestro hombre, como lofuera Féloche en París, pese a no ser su progenitor. Luego vinieroncuatro hijos más, que también asumió como suyos propios,trabajando duro para sacarlos adelante. En sus últimos años, pese acesar su convivencia, siguió cumpliendo con las responsabilidadesque había asumido con los muchachos.

Su trabajo en la Marina lo alternaba con algún 'cáncamo', comohacer tareas de mantenimiento en el famoso Puente Brooklin, parala Alcaldía de Nueva York, dónde recibió un golpe accidental conla puerta trasera de un camión, que le dejara una cierta minusvalíaen un brazo. Por último sólo realizaba tareas de guardia nocturno enla Marina, antes de su asesinato con 62 años cumplidos. Vivía sóloy nunca se le vio metido en jaleos.

Un crimen con muchos interrogantes

La fatídica noche del 12.12.2009 se pareció mucho a la delencuentro con Tamika y su bebé en su improvisado escondite,veintiún años atrás. De las llamadas “noches de perros, aunquenunca entenderé dicho calificativo con lo nobles que son estosanimalitos. Esta vez le tocó socorrer a una joven pareja de latinos,diecisiete años él -menor de edad- y uno más élla. “No hayproblema chicos, pueden pasar la noche en mi barcaza, vamos alchino a buscar algo de comer. Comida china y criolla suelenanunciar estos restaurantes del Bronx. Esta vez, su gran corazón, suextraordinaria generosidad, terminó por costarle la vida.

El cuerpo de Bonifacio apareció bajo un pantalán cercano 17 díasdespués. Tamika dice haberlo echado de menos al día siguiente delcrimen, cuando fue a buscar dinero para los niños. Dijo también queencontró su gorra manchada de sangre. Pero no faltaba ninguna desus pertenencias.  Fue su hijo Carlos Manuel desde Tenerife quiénle dijo que buscara dónde el cuerpo finalmente apareció, pues intuíaque no podía estar muy lejos.

Dos días después del hallazgo reapareció por la Marina la  parejade jóvenes latinos que ya habían sido identificados por el chinodueño del restaurante donde Bonifacio les compró comida.Preguntaron por él, diciendo que era su tío, pero sus compañerosde trabajo sabían que no tenía sobrinos en USA. Ese mismo díaconfesaron su crimen al ser detenidos. Le habían atravesado elcuello con un destornillador mientras dormía y arrastrado luegohasta el agua. 

No robaron nada. Están presos pendientes de juicio y, porsupuesto, el menor se hizo cargo del crimen, exonerando a la chica.Pero hay otros interrogantes sin aclarar.  Bonifacio estaba pendientede cobrar una indemnización por el accidente laboral del PuenteBrooklin, así como la indemnización laboral del empresario de la Marina Hudson por 21 años de trabajo. También estaba arreglandotrámites en los consulados de Francia y España para visitar París yCanarias. La propia Catherine y Féloche, le visitaron varias veces yle estaban ayudando con dichos trámites.

La pareja asesina mantenía al parecer relación con el círculo deamigos latinos de los familiares de Tamika en el Bronx. CarlosManuel asistió al entierro y se sorprendió mucho de ver a la antiguacompañera de su padre con una muy buena apariencia exterior,contrastando mucho con la que le observó en visitas anteriores.Aparentemente las cosas le empezaban a ir muy bien. 

Nulo apoyo institucional o político

Tras confirmarse su muerte, su hijo Carlos Manuel se puso en contacto con la Dirección de la organización donde militara su padre, en Santa Cruz de Tenerife, comunicándole la noticia ysolicitando algún tipo de apoyo. Lo cierto es que además de norecibir ninguna ayuda, la muerte del ex combatiente del MPAIACpaso desapercibida a nivel de medios de comunicación, sin que serealizara actividad alguna en su memoria. Su antiguo compañeroPedro Medina Calero, intentó tramitar su traslado a La Gomera y laasunción de los gastos funerarios, a través del Cabildo, pero fuedenegado por no estar empadronado en la Isla, según leargumentaron.

A nivel institucional tampoco recibió su familia canaria ningún tipode apoyo y actualmente sólo su hijo trata de hacer un seguimientodel procesamiento de los imputados, ante el Consulado de Españaen Nueva York, para que a su vez se interesen ante los tribunalesamericanos en favor del esclarecimiento de los hechos y exigir que se haga justicia. Recientemente, se ha solicitado a la ViceConsejería de Acción Exterior del Gobierno de Canarias suintervención, para facilitar el acceso a la información sobre esteprocedimiento judicial en USA. Su responsable, Cándido Padrón,ha trasladado la solicitud al Ministerio de Exteriores español y seencuentra a la espera de respuesta.

Bonifacio siempre manifestó a sus allegados su deseo de que susrestos reposaran en El Toril, en Las Rosas, donde naciera hace 66años y es intención de su familia hacer todo lo posible parasatisfacerlo, para lo que esperan contar con el apoyo de todos losque le conocieron.

Homenaje en Hermigua el 24 de Mayo con Féloche

Aunque un poco tarde, tres años y medio después de su muerte, y gracias a la canción “Silbo”, de su hijo de crianza francés, Féloche, Bonifacio empieza a tener el reconocimiento de su pueblo. Pero gracias también al Ayuntamiento de Hermigua, al Colegio Mario Lhermet de este municipio, a sus alumnos de segundo y tercero de la ESO y a los del IES de San Sebastián.

Para Septiembre de este mismo año, está previsto un Homenaje público en su memoria en Hermigua, mientras, el día 24 de Mayo, el Colegio mencionado organizó una jornada de actividades escolares, con exhibiciones de silbo gomero y la participación de los grupos folklóricos de alumnos de Hermigua, Agulo y la Matanza de Acentejo, junto a Féloche y Rogelio Botanz, que versionaron la canción 'Silbo' en castellano. Allí estuvieron los jóvenes estudiantes gomeros, su familia y algunos invitados que tuvieron relación con la vida de este gomero ilustre, como su compañero de lucha Pedro Medina Calero, de cuyas vivencias comunes dió un vibrante testimonio.  Allí se le comenzó a rendir honores y se gritó por fin, muy alto y muy fuerte:

¡¡Bonifacio Santos Herrera, PRESENTE!!.