26.1.08

Manuel Pizarro, Canarias y lo público









El nombramiento de Manuel Pizarro como número 2 del PP a las Elecciones Generales del 9 de marzo ha puesto en escena los intereses personales -frente a los públicos- del ex-presidente de Endesa. Las Opas de Gas Natural y E-On primero, y Enel y Acciona al final, lo ejemplifican. El desprecio a Cataluña y el caos energético de Canarias también. Basta con observar la herrumbre de unas torres a merced del viento, el deplorable estado de la red eléctrica cara al fuego y las poblaciones, o la apuesta por los combustibles fósiles y el negocio energético. Su repentina conversión a lo público parece un nuevo milagro de Escrivá de Balaguer. O, quizás, producido por alguna descarga eléctrica que le haya hecho ver la luz. A base, eso sí, de cargarse el clima. La decisión de Mariano Rajoy, de proponerle como segundo de a bordo en lo que parece un barco a la deriva, hay que enmarcarla pues, como uno más de los efectos negativos del cambio climático.

Manuel Pizarro fue vicepresidente de Endesa de 1998 a 2002, y Presidente de 2002 a 2007. Su ciclo coincide con la etapa en el Gobierno de España de su compañero de pupitre José María Aznar (1997-2004). Marcó un hito en el despropósito y burla cara a la población de las Islas a través del monopolio de Unelco. Este, en lugar de ser convertido en Empresa Pública Canaria, fue disuelto en Endesa en 1998. Es en este período cuando, en vez de soterrar el Tendido de Alta Tensión Caletillas-Granadilla, se hace aéreo, arrasando numerosas propiedades vecinales en Arafo, Güímar, Arico y Fasnia. Hasta la ex-alcaldesa güimarera Vicenta Díaz (PP), aparecería con una pancarta de protesta en el Carretón de Arafo. Eso sí, producto de otro milagro, aplaudiría la medida una vez en la Alcaldía. En 2006, el huracán DELTA recordaría el deplorable estado y las escasas inversiones en un Tendido y sus torres, que se vendrían al suelo con los apagones subsiguientes. Ahora le ha tocado el turno a La Gomera y El Hierro.

El 28 de octubre de 2002 el Director de Endesa en Canarias, Ángel Ferrera, en plena lucha ciudadana contra el Tendido de Vilaflor, anunciaría cortes de luz indiscriminados -por una supuesta falta de escasez de energía- El 23 de noviembre, una manifestación de más de 150.000 personas echarían abajo el Tendido del Sr. Pizarro. El anuncio de los cortes había coincidido con el conflicto en la negociación de las compensaciones por Costes de Transición a la Competencia (CTC) y “déficit tarifario” con el Ministerio de Industria, y la amenaza de las eléctricas de cortes de luz si no se admitía su demanda de una elevación del 5% en las tarifas. Dictador de la política energética del Archipiélago, el interés público desaparecería de la escena en beneficio de los intereses empresariales privados. Políticos a su servicio como Julio Bonis (CC), al contrario de lo que afirmaba el Movimiento Ciudadano “Toda la isla es Vilaflor”, se empeñarían en que no había alternativa al Tendido de Vilaflor, y en el derecho que asistía a Unelco -¡viva lo público!- de iniciar las obras bajo los Decretos de 9 de agosto, suspendidos luego por Román Rodríguez (NC) y Adán Martín (CC). Con el tiempo se demostraría la viabilidad de otras alternativas no depredadoras con el medio y que la escasez de energía como razón para los cortes de luz había sido pura mentira. El Sr. Pizarro nos dejaría antes de irse el postre: la bomba del gas natural, y el portazo definitivo a un proyecto para las Islas basado en energías limpias, ahorro y eficiencia energética que organizaciones ecologistas como TEA, Tabona y Greenpeace llevaban reivindicando desde 1989. Además, unos Tendidos aéreos lo más impactantes posibles. En lugar, ya puestos, de haberse gastado los cuartos, y soterrarlos. De invertir en Canarias lo que a Canarias le corresponde. Ese desprecio a las Islas y a lo público, se puede observar no sólo en el Tendido del Sur sino en el que va hacia Santa Cruz: las enormes torres, monumento a la provocación y al colonialismo más burdo de Endesa, cuyo multimillonario ex-Presidente ha encontrado ahora, y de repente, la vocación de lo público… ¡Anda y guárdame un cachorro!

Agapito de Cruz Franco