Rememorar a Hermógenes Afono, conocido como "Hupalupa", es traer al presente una parte de la historia de Canarias. A muchos les suena el nombre, pero 11 años después de su muerte pocos sabrían dar detalles de su vida y de su trabajo por recuperar la memoria histórica de su tierra. Ruymán, Yaiza y Chaxiraxi, sus hijos, recordaron con EL DÍA la figura de este isleño singular, garachiquense de nacimiento y chicharrero de adopción, que viviera en El Toscal y la calle Galcerán, con un período intenso en la finca La Pasada, de Barranco Hondo.
Ruymán y Yaiza se emocionan al recordar a su padre. Hermógenes Afonso de la Cruz nació en Las Cruces, localidad de Garachico, el 11 de diciembre de 1945 y falleció el 11 de enero de 1996. Compartió su vida con Amparo Higuera. Fruto de su unión nacieron los mencionados hijos: Ruymán (31 años) Yaiza (30) y Chaxiraxi (27), que reside en Londres, pero que no se quiso perder la sesión fotográfica junto al legado de Hupalupa en el Museo de la Naturaleza y el Hombre. Afirman que fue "una persona extraordinaria como padre, con mucha cultura y educación que nos las transmitió a los tres, y eso nos ha enriquecido muchísimo. Amaba África, Latinoamérica y los países pobres y oprimidos".
"Hupalupa", tomó su nombre de un guerrero guanche gomero que "llegó a sacrificar a su propio hijo por la libertad". Sus herederos reconocen que "claro que nos ha influido. Aunque ésta es una sociedad distinta, pensamos que mejor, él la contribuyó a formar y lo que hoy hay de nacionalista es porque gente como él ayudaron a forjarlo. Nos transmitió su pasión por su tierra y los desheredados, su ánimo y su dinamismo".
Coinciden en que "nuestra infancia fue muy feliz. Hasta los 18 años vivimos en la finca La Pasada, en Barranco Hondo, dentro de un mundo muy especial, un microcosmos en el que mi padre era el eje. Era su sueño, vivir en el campo y desarrollar la agricultura y la ganadería desde la que era su profesión, ingeniero técnico agrícola, formación que adquirió tras su paso por la Escuela de Comercio".
La finca era, afirman Ruymán y Yaiza, "de unos 90.000 metros cuadrados, con cuartos de apero y una cueva en la que siempre había reuniones y fiestas a las que venía muchísima gente: Del nacionalismo, todo el mundo, incluido Antonio Cubillo, y del resto, desde Pedro Guerra a profesores de la Universidad como Antonio Tejera Gaspar. También muchos extranjeros, sobre todo africanos y hasta un ministro de Senegal. Todavía hoy nos encontramos con gente que nos recuerda lo bien que lo pasaron en mi casa. Una buena amiga, Nona Perera, es jefa de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote. En ese ambiente, entre bohemio y comprometido, nos criamos y allí vivimos la historia reciente de Canarias".
Canarias, república independiente.- La finca era "como un mundo, una isla entre dos barrancos, en el que él decía que estaba la primera república independiente de Canarias. Fue un precursor de los movimientos ecologistas y del respeto al medio ambiente. También un transgresor porque iba contracorriente. Le gustaba experimentar con un punto anarquista, de búsqueda de la utopía. Le gustaba mucho leer en voz alta".
"Hupalupa" empezó a ser nacionalista a mediados de los setenta, más bien tarde, a raíz de su búsqueda de vestigios del pasado guanche. Iba mucho a Las Cañadas del Teide, "donde decía sentir la energía de los antepasados, y nos llevaba a descubrir vestigios que luego recopilaba y reconstruía en forma de gánigos o vasijas. No era una persona teórica, aunque escribió cuentos y otros escritos. Lo suyo era salir al campo y buscar el pasado. Pese a todo, sus Apuntes de Historia de Canarias son un referente y con ellos recorría los barrios. Muchos niños tienen hoy nombres guanches gracias a su labor, que le llevó a viajar a Francia o Madrid buscando huellas del mundo guanche. En unos de sus cuentos, Rebereque, describe a sus hijos como tres molinitos de gofio, tres teniques que siempre tienen energía en el fogal".
Recuerdan los herederos de "Hupalupa" que "su padre, nuestro abuelo -Hermógenes también-, era un comerciante republicano de izquierdas que fue condenado a muerte. Era muy inteligente. Promocionó los huevos que vendía en un puesto del Mercado, que procedían de un gallinero que tenía en la calle del Señor de las Tribulaciones, en El Toscal, donde vivió la familia antes de la finca. Después nos establecimos en la calle Galcerán, donde seguimos".
La pérdida de la finca y lo que califican como "robo y expolio" de las colecciones de restos guanches de su padre suponen momentos tristes: "Mi padre era muy generoso y no se preocupaba de las cuestiones económicas. Sufrió dos robos: El primero, anónimo, cuando se llevaron de la finca unas 40 vasijas y el segundo, en 1992, un expolio en toda regla. Una humillación a raíz de una denuncia todavía no aclarada, cuando la Guardia Civil requisó la nueva colección que había rehecho. No nos negamos a que el legado esté en el Museo, pero creemos que se cometió una injusticia, lo mismo que al no invitar a la familia a la inauguración por la Reina Sofía".