4.7.09

CARTEL DE LA ROMERIA REGIONAL DE SAN BENITO

Cartel, es papel impreso o manuscrito que se fija en un paraje público que sirve para hacer o anunciar, dar a conocer, alguna cosa. Podemos considerar como antecedentes históricos del “cartel” ciertas inscripciones egipcias y sumerias. Los griegos también utilizaron tablas de piedra grabadas para divulgación de textos oficiales.

A partir de 1480, se da comienzo a la utilización de carteles publicitarios. Las corridas de toros, a la que somos contrarios, dieron lugar a excelentes creaciones. La litografía impulsó este arte. En el siglo XIX se difunde y da origen el cartel moderno y da comienzo el empleo (procedimiento omnicolor del impresor Rouchou y luego la cromolitografía). El cartel puede ser político o referido a espectáculos comerciales, festeros, turísticos… debe ejercer su acción a través de tres medios distintos: la evocación, la demostración y la sugestión.

A nosotros el cartel de la Fiesta Regional de San Benito lo único que nos sugiere es un jurado a la carta, lo endeble de la utilización del nepotismo, lo basto y chapucero que es el resultado de cuando se prescinde del rigor, como ya ocurriera con el cartel del Cristo al que le pusieron una manta esperancera, consecuencia del mal gusto y la falta de respeto a un icono que adoramos los cristianos.

Vivimos momentos en La Laguna que nos evocan, dada la depredación cultural que necesariamente nos tiene que llevar a evocar las sombras de los muertos para preguntarles sobre diferentes puntos de la imaginación que utilizaron en el pasado para poder alumbrar a tanto artista, todo lo contrario de tantísimo inútil del mal gusto y de la política como tenemos en este Aguere de nuestras entretelas. La demostración o silogismo científico que conduce a la ciencia y al saber y a demostrar la ineficacias evidentes de personas de quienes no dudamos de sus buenas intenciones pero sí de sus desconocimientos, en el sentir del arte y la cultura de los laguneros.

El cartel, doña Julia, no inspira al espectador en ningún sentido pues no se capta arte en el motivo escogido ni los colores adecuados. Lo que sugiere es motivo no adecuado y total desconocimiento del uso de la policromía adecuada, notándose cierta decadencia en el colorido, más en línea de lo pobre y ridículo que en línea de los anteriores carteles que muchos han sido considerados como auténticas obras de arte.

Nosotros por lo que se refiere a este caso, a nuestra crítica en general, no obstante, estamos por aquello de que “de gustos y colores no se debe disputar pese a que no existe la adecuada distribución de los mismos. “De gustibus et coloribus non est disputandum”

Fidel Campo Sánchez