23.3.09

Fidel Campo Sánchez: ¿Libertad de expresión o censura orgánica?

Fidel Campo Sánchez es una de las plumas más críticas de Canarias, un periodista vocacional, hijo adoptivo de Canarias. Escribe todo aquello que considera que no es bueno para los intereses de nuestras Islas. Suele estar siempre en los momentos puntuales en la vida cotidiana de la sociedad isleña. Su pluma se erige siempre en la búsqueda de la libertad de la información, aprobada el 6 de diciembre de 1978, tras un largo proceso de debates y consensos en el que la prensa fue uno de los principales protagonistas, donde se aprobaba la Constitución Española. Gracias a ésta, se produjo el intervencionismo del estado y se instauró el predominio de las leyes de mercado como la empresa y la libre competencia, entre otras. Sin duda, ese derecho, esa libertad de expresión e información, tras la muerte del dictador, resultó ser para todos los españoles y canarios, una nueva era, un nuevo comienzo de derechos y libertades, motivando poder vivir en un estado pluralista. Sin embargo, y con el transcurso de los años, esa libertad de expresión que tanto anhelábamos todos los que nos considerábamos demócratas, se ha ido marchitando y apagando poco a poco.

Actualmente, la libertad de de prensa o de expresión deja mucho que desear, pues por desgracia no siempre puedes escribir todo lo que tú quieras o quisieras. Esa libertad plasmada en el artículo 20 de la Constitución española, se debilita con los treinta años de democracia en España. ¿Quién o quienes la debilitan? Sencillamente, los poderosos, los que ostentan poderes y cargos. Los que presumen de ser demócratas y se aprovechan de la Constitución Española para convertirse en protagonistas y salvadores de nuestra tierra. Por todo ello, mi amigo Fidel Campo Sánchez, es objeto de muchos francotiradores de la sociedad isleña. En Canarias al igual que en España, decir, pensar, escribir la verdad o descubrir cosas que no admiten aprobaciones positivas, puede resultar peligrosa; especialmente a la hora de ser denunciado por las personas que a priori se han sentido aludidas. Fidel Campo Sánchez, es el cronista vocacional de La Laguna; un hombre que pronto se sentará en el banquillo de los acusados por escribir y reivindicar las crónicas del día a día que vive la sociedad isleña. Con la llegada de la democracia en España, muchos han sido y siguen siendo los casos de corrupción, prueba de ello son los titulares que cada día nos ofrecen los diferentes medios de comunicación en España y Canarias.

El artículo 20 de la Constitución Española, aprobada en 1978, se define de la siguiente manera:

1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.

4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”.

Así pues, amigo Fidel Campo Sánchez, siga usted defendiendo la verdad, el compromiso y la pluralidad de nuestro pueblo con el respeto que merece nuestra Constitución Española; algo por lo que tantos y tantos españoles y canarios deseamos y luchamos por conseguirla. No dude en creer en la Justicia, en las leyes, aunque éstas también no están exentas de errores y defectos, pues no hay que olvidar que están engendradas por seres humanos. Por último, no digo nada nuevo si me refiero a que la sociedad donde vivimos, donde nos convertimos y somos los verdaderos actores de nuestros propios destinos de la vida, están condicionados, manipulados por aquellas personas a quienes no le gustan que les descubran sus trapicheos o sus irregularidades al frente de sus respectivos cargos, tantos gubernamentales como no gubernamentales. Por todo ello, mi pregunta es la siguiente: ¿Libertad de expresión o censura orgánica?

Rafael Lutzardo