21.8.08

PEKIN 2008 Y LA DERROTA DE LA LIBERTAD POLITICA Y RELIGIOSA. (1)

Permítasenos comenzar con el escritor uruguayo Eduardo Galeano:”…la eliminación sistemática de pueblos y el desprecio de los derechos fundamentales de la persona son las tragedias que desgraciadamente, aún hoy humillan a la humanidad”
Existen múltiples posibilidades para que los propios deportistas y el resto de quienes conforman las delegaciones olímpicas manifiesten en los Juegos su disconformidad o protesta por la represión del Gobierno comunista. Lamentablemente a la inauguración asistieron muchos jefe de Gobierno, aparentemente democráticos, que dieron aldabonazo al gesto capitalista ignorando la realidad comunista entre los que se encontrará Bush de USA quien se ha atrevido a calificar a China y a su Gobierno como un país donde se vulneran los Derechos Humanos, por lo que ante esto, se no ocurre manifestar que sus paranoias le llevan a que veamos en sus afirmaciones la paradoja cuando, ese país USA, viene vulnerando todas la leyes internaciones en producir guerras genocidas y el encarcelar sin mínimas garantías judiciales a presuntos terroristas en Guantánamo y, además, graves recortes de derechos civiles, por lo que nosotros consideramos que: Bush y Hu Jintao, son tal para cual.
En las Olimpiadas de Moscú celebradas en 1980, Estados Unidos y algunos de sus aliados, como Alemania Federal, Canadá o Japón- decidieron no acudir a la cita deportiva, como protesta por la invasión soviética de Afganistán. Otros países de la órbita occidental, como España, se inclinaron por asistir casi en el último momento,. En las Olimpiadas de Los Ángeles de 1984, el boicot se repitió pero a la inversa: La Unión Soviética y casi todos los países comunistas no participaron en los Juegos Olímpicos.Ni mucho menos fueron las únicas, pero ambas olimpiadas llegaron a reflejar con mayor nitidez la tensión política internacional. Con la relajación de las relaciones transnacionales y el final de la Guerra Fría, los eventos olímpicos que han tenido lugar con posterioridad a Los Ángeles 1984 se han ido desarrollando con normalidad o sin dificultades, de naturaleza política, dignas de mención. Tampoco parece que Pekín 2008 vaya a ser, en este caso, una excepción, no sabemos hasta qué punto deberíamos congratularnos por ello.Ocurre que en China viven en torno a 1.500 millones de personas, a quienes su Gobierno continúa sin estar dispuesto a conceder libertad de expresión, política, religiosa o cultural. La liberalización económica y de mercado producida en los últimos 15 años apenas está siendo acompañada de más garantías en libertades individuales. Y como les hemos visto actuar hace unos días, China viene incumplido estrepitosamente el compromiso que adquirió de trabajar a favor de los derechos humanos cuando en 2001 le fue adjudicada la organización de los Juegos de 2008. Mención significativa y dolosa merece el drama ininterrumpido, hasta que pase este evento, que está sufriendo el pueblo tibetano desde que fue invadido hace casi seis décadas por el ejército comunista chino.Hace casi veinte años, en la primavera de 1989, las manifestaciones opositoras de Pekín parecían augurar que el régimen comunista iba a correr la misma suerte que sus homólogos de la Unión Soviética o de los países de Europa del Este. Pero los inesperados y trágicos hechos de la plaza de Tiananmen, en los que fallecieron 700 estudiantes universitarios fruto de la represión del ejército, cortaron de raíz cualquier movimiento opositor. De todos modos no deja de sorprender que un país de las dimensiones de China, que lleva avanzando más de una década sin parar hacia un sistema de neo economía capitalista, que llegará a superar a los Estado Unidos, siga bajo el control férreo de una burocracia y una elite de corruptos que continúan legitimándose desde una ideología de origen marxista. ¡Qué paradoja!Con todo, es justo reconocer el ingenio de los líderes comunistas, por ser maestros en componer y argumentar principios políticos singulares ante el resto de los estadistas políticos que se mueven por intereses espurios y económicos. Recuerden aquello de “un país, dos sistemas”, expuesto por Deng Xiaoping, que explicaba que Hong Kong y Macao pasaban a soberanía china pero que los derechos y las libertades que sus ciudadanos gozaban, en tiempos de los mandatos británico y portugués, respectivamente, se mantendrían intactos. Estados Unidos y la Unión Europea, en un primer momento, reaccionaron horrorizados ante los sucesos de la plaza de Tiananmen e impusieron sanciones al Gobierno comunista. No era para menos. Pero China es también un país influyente en la escena internacional, además de ser miembro con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una injusticia más de esta sociedad globalizada y que por encima de todo, la apertura del mercado chino acontecida a inicios de la década de los 90 ha sido contemplada como muy golosa por las multinacionales de los países desarrollados. El mercado chino ocupará un espacio cada vez más relevante, en la cartera de clientes o en las fuentes de aprovisionamiento de las economías occidentales, a las que comerá y situará en crisis muy graves, pues, se les ha dejado convertir en una gran imperio, que más tarde o más pronto producirá sus consecuencias y que ya, desafortunadamente estamos viviendo su comienzo con el cambio económico que están sufriendo las grandes economías. Siempre quedará la esperanza de que la población evolucione y logre un cambio político donde primen, además, las libertades individuales.CONTINUARÁ


Fidel Campo Sánchez