El miércoles último falleció en Santa Cruz de Tenerife, a los 105 años de edad, el profesor don Jacinto Alzola Cabrera, uno de los personajes más conocidos y populares de los últimos cincuenta años en Canarias. Es difícil hacerse popular simplemente por enseñar bien, sino se practican otras virtudes como la generosidad, la bondad, la hombría, la corrección y la simpatía, prendas que poseía en abundancia.
Don Jacinto, a quien se le conocía simplemente mencionando su nombre, se hizo famoso en La Laguna precisamente por eso. Y es que hay personas que nacen con espíritu de captación y logran con solo su presencia lo que otros no consiguen con gran esfuerzo: enseñar con entusiasmo, explicar con claridad, para que todos te entiendan y conseguir atraer con consejos plenos de sinceridad.
Todos aquellos que en la vida le hemos querido, respetado y admirado, lloramos su muerte, pues, recordamos aquella sonrisa suya tan natural y tan total, que íbamos a buscarlo para deleitarnos en sus palabras…
Don Jacinto fue profesor de la Universidad toda su vida y explicó Latín, Griego, Historia, Filosofía del Derecho, Derecho Político, Derecho Natural…
Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 2 de febrero de 1903, pero vivió gran parte de su vida en Tenerife.
Fue jugador del Real Hespérides cuando el campo estaba en la Plaza del Cristo. Tenía mucha intuición con el balón pero… un accidente en la rodilla le obligó al retiro anticipado de este deporte.
Estudió el bachillerato en Las Palmas, entre los años 1914 y 1920. Ese mismo año marchó a Madrid a estudiar Filosofía y Letras, carrera que interrumpió para comenzar a estudiar Derecho, en La Laguna.
Cuando termina la carrera prepara el doctorado en Derecho Penal, en la Universidad Central de Madrid. Nada Menos que con don Luís Jiménez de Asúa, que fuera presidente de la Comisión para la elaboración de la Constitución de la II República Española.
En 1932, contrajo matrimonio con una joven lagunera y se establece en Las Palmas, donde obtuvo plaza en el Cabildo Insular. Entre los años 1933 y 1936, periodo de la II República, simpatizó con los partidos de izquierda, hasta que se produce el alzamiento el 18 de julio de 1936. Es detenido y acusado de ser “propagador del comunismo libertario”. Del año 1936 al 1941, pasó por varias cárceles y campos de concentración: Las Palmas, La Isleta, Gando, Fyffes, Andorrieta, Azpeitia y Cádiz.
Cuando al fin recobra la libertad, en el año 1941, pasa por momentos difíciles, pero se encuentra con el canónigo, don Heraclio Sánchez, un sacerdote natural de Las Palmas, incardinado en la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, que le ayuda a entrar como profesor en el Colegio de las Dominicas, donde también pasó el resto de su vida impartiendo docencia hasta la jubilación.
Terminada la carrera de Filosofía y Letras, con premio extraordinario, y al año montó la Academia Alzola, en los bajos de su casa en la calle Viana que fue denominada como “LABOR” , con Tomás Quintero, Ramón García Rojas, Benito Rodríguez Ríos, José Barcells, Pablo Oria…al frente de la misma el mejor profesor que se recuerda en La Laguna. En la facultad de Derecho fue ayudante de Cátedra de don Felipe González Vicen, ilustre filósofo y catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho, hasta su jubilación en 1973
En reconocimiento a su dilatada y ejemplar ejecutoria docente, se le concedió la Medalla de Oro de Canarias, en el 2004 y, además, una calle en las inmediaciones del Camino Largo, en La Laguna lleva su nombre
Hace ya tiempo don Jacinto estaba recluido en su casa, que es la casa de su hija María. Lúcido, seguía leyendo textos clásicos, en Latín y Griego para no perder el oficio en el que tanto ejerció y así mantener la cabeza despierta.
Recordamos sus paseos por La Laguna, por Bajamar, hasta que le faltaron las fuerzas, entonces utilizaba el coche de su hijo político Juan Ruíz Agüi pero siempre saludaba a un amigo o a un conocido, o sea a todos, porque nuestro personaje conocía e identificaba casi uno a uno, a todos los laguneros.
Nuestro pesar a María y Manolo, sus hijos, nietos y biznietos. ¡Hemos perdido al gran profesor y mejor persona!.
Fidel Campo Sánchez