12.9.08

EL 14 DE SEPTIEMBRE ANA ORAMAS PORTARÁ LA VARA DE MANDO…

Tesón, comprensión, cercanía y dedicación abnegada es lo que ofrece nuestra alcaldesa, doña Ana Oramas y González Moro, a toda la ciudadanía lagunera con la “vara de mando” de alcaldesa en sus manos, manos fuertes y certeras para tomar decisiones importantes para nuestra ciudad.
La laguna fue, es y mañana será también. Razón: el término municipal ha crecido de forma espectacular en las últimas décadas. Hace cincuenta años tenía treinta mil habitantes, hoy pasa de los 150 mil… De ser comarca fundamentalmente agrícola ganadera, hoy posee uno de los más altos índices de industria de todo tipo y, además, es un gran emporio del comercio tradicional, donde curiosamente no se nota el cambio económico para nada, no hay sino que ver la afluencia de compradores a todos los establecimientos de la localidad, principalmente los de las recién remozadas calles de La Trinidad, ( con tranvía incluido), Carrera, Herradores…
De ciudad plácida universitaria, con viejas casonas (muy deterioradas), albergando además numerosas facultades de letras, ciencias, técnicas en grandes bloques y pabellones de estudio, que pueblan el extenso Campus que se inicia en la Cruz de Piedra y termina en Guajara.
De corta zona costera, reservada para bañistas de tierra adentro, se está lentamente transformando en un destino turístico sí, no de la importancia de otras zonas, si con posibilidades de futuro.
Pero La Laguna, está llena de tradiciones y con sus fiestas del Cristo, Semana Santa, San Benito, Corpus, celebra ahora las de mayor tradición y de mayor expresión de un pueblo que, además, es notable la concurrencia de fieles, visitantes y curiosos. El Cristo de La Laguna atrae a su alrededor, a toda esa multitud, en afanes religiosos y otras veces a cuestiones más profanas.
Pero ahí están los laguneros, los tinerfeños, llenando la ciudad, que ha crecido y que se a alargado cada vez más, buscando nuevos terrenos más allá del casco viejo, que hoy es Bien Cultural y Patrimonio de la Humanidad…
La Laguna necesita que se le dote de mejores equipamientos en las distintas facetas, tanto físicas como culturales, por lo que la vieja ciudad ha de estar atendida por quienes la gobiernan, llámese Rector, Alcaldesa, Obispo… como municipio que genera riqueza, religiosidad, cultura…
El Cristo preside hoy, como cada día, su ciudad y su término y todo Tenerife. Es un símbolo consustancial de este pueblo que trabaja, canta, ríe y reza, hace que La Laguna siga siendo, a lo largo de los tiempos, eso que nosotros los laguneros de nascencia e integración o de amor, queremos que continúe siendo nuestro pueblo de siempre.
El día 14 de septiembre, doña Ana Oramas, portará la “vara de mando” como alcaldesa de Aguere, sonriendo, saludando como es su buena costumbre, tras la comitiva de autoridades y ese público fervoroso que sigue al Cristo.
Ese pueblo lagunero en sublime acto de fe, pide y aconseja a don Bernardo Álvarez, obispo de la Diócesis, para que resuelva de una vez el tema de la Escuadra del Cristo que es una cuestión o el cauce por el cual estamos convencidos de la veracidad de nuestra FE, que depende de los elementos en los que hemos y venimos confiando, pues, se nos ayuda a crecer o se nos muere ya que la fe sin obras nada muerta.
Todo lo que ha venido aconteciendo con esta cuestión es muy preocupante y el pueblo de Dios está muy enfadado, más de lo que algunos se piensan.
Y para nuestra alcaldesa, felices fiestas del Cristo de Septiembre, con un llamamiento al sexo femenino y masculino si fuere necesario: Merece la pena hacer una colecta para entregarle un “bastón de mando”, adecuado y de madera rica, con empuñadura de oro, con los escudos y grabados de los blasones de los Oramas y González Moro, adecuados a la misma, a su talla, a su astucia y sutileza de gran estadista, ¡doña Ana es chiquita pero matona!, y es a quien el pueblo quiere.
Que La Laguna sea grande ya que de siempre: “llevamos pendiente del cuello, muchos desde que estábamos en la cuna, una medalla bendita, del Cristo de La Laguna. AMEN, AMEN

Fidel Campo Sánchez