La costumbre de generalizar excesivamente extendida entre nosotros se da en mayor medida entre los políticos y periodistas, que parecen saber mejor que nadie lo que el pueblo espera, el pueblo exige, el pueblo tolera o no tolera, contrariamente a lo que ellos interesadamente puedan opinar, como si el pueblo fuera un monolito , de pensamiento único y comportamientos uniformes. Así, venimos sintiendo desde hace años que el pueblo está decepcionado de la política y de los políticos. Lo decimos sin darle importancia, como si repitiéramos lo que nos ocurre a nosotros atribuyéndolo a todo el espectro de la ciudadanía, que en esto precisamente consiste generalizar. Pero hasta ahora no habíamos podido comprobar hasta qué punto esta afirmación era y es cada vez más cierta.
El Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat de Cataluña acaba de presentar los resultados de una encuesta que debería escocer a la clase política y a la clase empresarial si tuvieran mínimos de vergüenza, que se lleva la palma en lo referente a la corrupción. De los problemas que preocupaban más a los catalanes hace un año (y más o menos ocurre así en toda España y en sus colonias de Ceuta Melilla y Canarias), el que ha sufrido un mayor aumento ha sido la decepcionante situación política, que ha pasado del último lugar al segundo y con un aumento considerable en relación a consultas anteriores.
Políticos, poderes públicos, jueces, ayuntamientos, instituciones, empresarios, y no es que les acusen a todos de torpezas sin límites, insultos, descalificaciones, codicia y corrupción, que también, pues también el pueblo tiene derecho a la generalización, y no le faltan motivos ni razones contundentes.
La vida política, con la colaboración de los medios, está sembrada de trampas y mentiras. Vemos a los políticos, y entre ellos mucho más a la oposición tanto la del Estado español como la de esta nacionalidad canaria, por lo que se refiere a esta colonia de barataria, defendiendo lo que atacaron ayer, insultar, descalificar, mentir constantemente, indiferentes al bien del pueblo o al buen funcionamiento de esa patria que nunca se sacan de la boca cuando es en beneficio propio. ¿Y qué decir de los casos de corrupción que tanto pululan por doquier como por ejemplo, en el que un juez que asesoraba a un narco traficante amigo, o el que deja en la calle al más estafador de los “patriotas'”, al que vemos por la ciudad rodeado de amigotes en restaurantes y teatros? ¿O el 'caso Gürtel', de los del PP., los ultras del franquismo, en el que trabajan equipos de abogados para encontrar un resquicio en que declarar nulas las acusaciones o desestimarlas por fuera de plazo, como en el caso de los famosos primos de las gabardinas? ¿O como los bancos, que han cobrado cientos de millones de nuestro erario público, es decir, nuestros, y se niegan a darnos créditos mientras se reparten sus astronómicos beneficios, que publican en la prensa sin rubor alguno, a los que valientemente habría que aplicarles las medidas de Obama?
Y, mientras tanto, por una acusación de Falange, de aquellos que ahora hablan y actúan valiéndose del Estado de Derecho, cuando eran precisamente ellos en el falangismo franquista los perseguían y fusilaban a los demócratas, llevando en alarde de cinismo, ante los tribunales de Justicia el juez Garzón, imputado por defender a las víctimas del franquismo, todos aquellos que ellos “paseaban” y dejaban sus cadáveres en las cunetas
¿Cómo no va estar harta la ciudadanía de la justicia, de la política, de los empresarios en general y de la banca en particular?