13.2.10

Temprano madrugó la madrugada


Cuando “temprano madrugó la madrugada”, temprano se lo llevó “la muerte enamorada”. Fueron estos versos los que se agolpaban en mi pensamiento y mi sentir de la misma forma, tan brusca y a hurtadillas, como lo fue, para mí, el fallecimiento de don Fidel.

Algo sobrepuesta de esta luctuosa noticia, de la que fue doloso heraldo su periódico, quise recapacitar sobre los motivos de la reiteración monótona y estólida de tales versos. Comprendí que era porque formaban parte de aquella “Elegía” que el poeta escribiera a su querido amigo Ramón Sijé, cuando tuvo noticia de su fallecimiento, también repentino y brusco.

Nunca conocí personalmente a don Fidel, no fuimos amigos “presenciales”… aunque quizás sí “virtuales”. Como tales, charlamos, discutimos, comentamos…a través del espacio que amablemente me ofrecía “La Laguna Ahora”.

“Aunque éste sea el último dolor que tú me causes, y éstas las últimas palabras “que yo te escriba” amigo Fidel, desearía, con estas líneas, hacer llegar a tu familia mi más sentido pésame, mi sincera muestra del vacío que ha dejado en el pensamiento filosófico, religioso y, también en el más efímero, mundano y acaso “amarillista”, tu desaparecida pluma, y también, en mi caso, nuestras avenencias y desavenencias públicas, siempre a través de este periódico. Sentimiento que deseo hacerle extensivo a usted, don Julio, pues me consta la franca y cómplice amistad que compartían.

Se nos acaba de morir, don Julio, don Fidel Campo Sánchez, con quien no hace muchos días mantuve mi última conversación virtual. No siempre coincidimos, pero siempre nos argumentamos nuestras discrepancias. Tal vez porque nos unía nuestro amor a la palabra, a la verdad y, sobre todo, a La Laguna. Confieso que me emocioné y enorgullecí al leer su ardiente, objetiva y analítica defensa, en el pleno del ayuntamiento lagunero, de la Universidad de La Laguna. Lástima que fuesen sus últimas palabras.

Lejos de mí hacer analogías, que siempre son odiosas; pero, salvando las distancias, mi admirada amiga Mª Rosa Alonso escribió una vez sobre la muerte de un célebre poeta lagunero que “está ya la ciudad en definitivo silencio con las moradas flores del réquiem en las tapias”. Sí, La Laguna va a añorar a don Fidel, como lo harán sus amigos y, también, si su familia me lo permite, sus “conocidos” en el pensamiento libre y desatado.

Sólo me queda esperar que no haya sido en vano su infatigable y tenaz lucha por nuestra Laguna, ni su crítica atenta y celosa de lo que podríamos llamar la autoridad civil y religiosa. Quiera Dios que exista quien perpetúe y recupere la presencia imborrable del entrañable Berode vigilante.

Mis más sentidas condolencias a la familia y compañeros de don Fidel Campo Sánchez, “con quien tanto amé” a La Laguna y a sus personajes; con quien tanto desamé a sus personajillos.

Por/María Luisa Pinto Cabrera