10.10.08

ACUERDO DE HONRAR LA MEMORIA DE LAGUNEROS ASESINADOS POR LA REPRESIÓN FASCISTA

No se nos oculta que hablar hoy, de los enterramientos de aquellos que pagaron con la vida, su lealtad a la causa republicana, no es tarea fácil. No obstante, es preciso afrontar con objetividad y sentimientos cristianos, la reparación que merecen después de más de setenta años haber sido masacrados., y sobre todo no hacer política como algunos de esa Asociación que preside doña Mercedes Pérez que, siempre está dispuesta a subirse a la guagua del protagonismo, para llevar todo a sus intereses políticos y de grupo.

Todos los ediles de la Corporación Municipal de La Laguna, nuestra ciudad, sin distinción de grupos políticos, resolvieron con naturalidad, una vieja cuestión, que aún causa pesadumbre y que es recordada como una gran injusticia el que una serie de ciudadanos pagaran con su vida, la lealtad y defensa a la legalidad vigente de entonces, por ser militantes, activistas, simpatizantes de partidos políticos, pertenecer a logias masónicas o simplemente no mostrar entusiasmo, por el golpe militar del 18 de julio de 1936.

El Ayuntamiento de La Laguna Ana Oramas al frente, han hecho justicia histórica, cual fue el de honrar la memoria de los represaliados de la guerra incivil. Nuestra felicitación y agradecimiento más sincero.

Pero tampoco puede faltar el reconocimiento a nuestro buen amigo, Alfredo Mederos, catedrático emérito de Química Inorgánica de nuestra Universidad, por la labor realizada para desenmarañar toda una madeja de noticias dispares.

Han pasado muchos años desde que estas víctimas, han estado criando malvas, dicho popular, bajo tierra y lo que queda son unos restos humanos con agujeros en el cráneo.

Pero don Alfredo, es presidente de honor de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se ha encargado, a partir de determinados nombres que le dimos de velar, entre otros, por la cicatrización de las heridas de este noble movimiento, que debe extenderse a todas las localidades donde existan enterramientos comunes sin identificar sobre bases de recuperar la memoria histórica que, en absoluto, abre heridas, las cicatriza y, además, no tiene sentido que algunos se pongan histéricos por una recuperación que sólo tiene un valor emotivo.

Han pasado algunos años desde la visita que realizamos a don Vicente González Álvarez-Falcón, antiguo concejal de Ayuntamiento lagunero y encargado general del Cementerio de San Juan durante décadas. Nuestra intención era tratar de obtener datos sobre el enterramiento de Domingo Cruz y siete más, cumpliendo los deseos de nuestro fallecido amigo Manuel Cruz, así como de un primero hermano de mi difunta madre política, llamado Alfredo Mederos Galán, natural de Tacoronte y de profesión Maestro Nacional. El primo Alfredo, como era denominado en la familia, había ejercido en Agulo (La Gomera), donde contrajo matrimonio con Emérita González, producto de cuya unión tuvieron cinco hijos. Durante su vida y profesión fue trasladado al Realejo Alto en 1931. Ostentó el cargo de vicepresidente de la Agrupación Socialista, hasta que vino a La Laguna, donde ocupo el cargo de Secretario General del mismo Partido Político.

Alfredo era un hombre culto, con aficiones sociales, literarias y musicales. Fue detenido cuando iba con dirección a Los Cristianos de Arona, donde era esperado por familiares falangistas de su esposa que intentaron protegerlo pero… en el camino leyó un bando del Capitán General, el asesino Dolla, en el que hacía constar que todo aquel que no tuviera las manos manchadas de sangre, se entregara y sería puesto inmediatamente en libertad. Fue detenido tras el golpe militar y nunca más se supo, después del “paseo” al fue obligado…por las criminales brigadas del amanecer de triste memoria y, según trasmisiones orales de la familia fue asesinado y enterrado en la finca Zamorano de la Esperanza y no en el Cementerio lagunero de San Juan.

Don Vicente González Álvarez-Falcón, era un ciudadano delgado como un palillo de dientes, alto vestido con chaqueta, chaleco y pantalón negros. En el Cementerio usaba en la parte posterior de la cabeza, una especie de solideo, también negro, como lo que usan los judíos.

Era un hombre sumamente religioso, casi místico y de conversación agradable. Sus expresiones más corrientes eran a modo de jaculatorias, jamás se permitía una palabra mal sonante. Reforzaba sus contundentes argumentos con el término risulta de que…”

Nos contó durante casis dos horas la historia del Campo Santo que se llevó a cabo “a “risultas” de una ley que prescribía tal obligación. Para su realización el Cabildo aprobó su construcción en 1807, con capacidad en principio para 1.800 sepulturas. Hubo que trasladar de lugar un molino de viento que allí estaba. Fue por fin consagrada e inaugurado el 4 de julio de 1814. En el año 1903, fue ampliado adquiriéndose un terreno casi igual que primitivo. En 1932 se agregó el pequeño cementerio no católico, más conocido por la “chercha, separada por una muralla”. En esos terrenos agregados en 1903 y a la derecha entrando, donde se encuentra la capilla, se supone que pueden estar las fosas comunes de las que informa don Alfredo, si bien nosotros conocíamos otra ubicación cual era fosa común delante de la oficina pero… se nos dice que don Hipólito el funerario abrió allí una gran fosa para enterrar los restos de los cadáveres del accidente de Los Rodeos y no se encontraron restos de otros enterramientos, luego tenemos que inclinarnos por las informaciones de don Vicente.

Pero la realidad fue que, de conversación tan interesante, no pudimos aclarar mucho, pues, don Vicente manifestaba que carecía de documentos y referencias en el libro de enterramientos y que si bien algo había, no sabía nada más que lo estrictamente se rumoreaba en La Laguna.

Por tanto, no nos queda sino esperar a que las exhumaciones se lleve a efecto y podamos identificar y rendir una reparación a: Honorio Armas, Domingo Cruz, Guetón Rodríguez, Saturnino González, Jacinto Silvera, Vicente Hormiga. Luís Figueredo, Juan José Martín, este último componente del Coro del Orfeón La Paz, que tantas veces cantó al Cristo de La Laguna, en la madrugada del Viernes Santo y el 14 de septiembre, en sus fiestas mayores.

Don Miguel de Unamuno protestaba apasionadamente diciendo:”Yo no dimito de la vida, se me destituirá de ella…, pero todavía es más difícil de integrar o sencillamente imposible, la muerte violenta, ¡Ay de nosotros!, cada palmo ganado por la humanidad cuesta torrentes de sangre. Es un precio demasiado elevado…”

Fidel Campo Sánchez