24.10.08

NUESTRO RECUERDO A LUCIANO DELGADO FAJARDO, LAGUNERO DE CORAZÓN

Perteneció Luciano a esa confraternidad de laguneros que dejaron su huella marcadas para siempre en la historia de la ciudad de Agüere. Era uno de los protagonistas más significativos de nuestra ciudad durante un largo periodo del siglo pasado.

De entre sus muchas cualidades destacaríamos que realizó con aparente poco esfuerzo, tareas difíciles, pues fue pintor de miles de fachadas. Su nombre de pila era Ángel, pero popularmente se le conocía por Luciano., un lagunero de gran impronta

La triste noticia de su fallecimiento nos fue dada por teléfono a las doce del mediodía por un amigo común, quién con voz apenada nos decía que su esquela estaba en el periódico, pero que su sepelio había tenido lugar a las diez de la mañana.

Nuestra amistad con Luciano se remonta hacia la Navidad de 1960. El mismo día que conocimos en el Bar Castillo a su propietario Luís Pérez, a Paco Melián, a Antonio Calimano, a Vitocho Gortázar quienes junto con el amigo Juan Leston, animaban unas tertulias muy variopintas.

Discípulo de dos artesanos de la pintura, de reconocido prestigio, Manolin y Pacolin, su formación y profesionalidad le convertían en un ciudadano peculiar. Y es que su forma de querer a La Laguna hacía de él toda una personalidad.

Entre nosotros surgió inmediatamente una corriente de simpatía y que concluyó en amistad entrañable. Debemos parte de nuestra pasión por San Cristóbal de La Laguna, a las conductas de personas como Luciano, como José Manuel García Cabrera, Maestros como Pepe Socorro, Manuel el campanero, Juanito Cabeza, Tomás Morales. Nombramos a estos ejemplares laguneros, como podríamos reseñar una larga lista de amigos y conocidos, que hicieron posible nuestra renovada entrega a todo lo que respire y trascienda de esta histórica y vieja ciudad universitaria.

Llevamos en el alma nuestras conversaciones con Luciano, pues, su presencia en nuestra ciudad era habitual y cualquier acera o plaza, servían para escuchar sus ocurrencias, sus críticas apasionadas.

Fue Luciano un profundo defensor del lagunerismo y de todas las tradiciones. Se dedicó en cuerpo y alma, a remover conciencias, con expresiones casi proféticas. Su voz, la mayoría de las veces, se perdía en el desierto, clamando en defensa del casco histórico, de los nuevos pavimentos, de la urbanización de la Plaza del Cristo y de su no pertinente ubicación del Mercado Municipal, de los jardines y relojes de las torres fuera de servicio la mayoría de las ocasiones,

Tres personajes gozaron de su veneración y respeto: el inolvidable y santo don Domingo Pérez Cáceres, el ex alcalde don Ángel Benítez de Lugo y el santo don Luís Franco Gascón, como él lo calificaba. Nunca entendió la Liturgia emanada del Concilio Vaticano II, que trajo la ausencia de los capisayos episcopales, de las mucetas moradas y de los trajes corales de los canónigos, con bonetes de cuatro picos y borla..

Disfruta de las solemnidades religiosas y no se perdía las vigilias, los sermones, los triduos, donde admiraba los ternos de siglos, realizados por manos angelicales, por la mojas de los conventos de clausura. Relataba la vida y milagros de la Madre Sor Nieves Aranda, monja dominica, que conseguía el mejor Escudo bordado de oro y seda de la ciudad de La Laguna.

Nuestro querido amigo, nunca logró entender que se hubiera gastado tanto dinero en el Sínodo Diocesano, que organizara Felipe Fernández con Bernardo Álvarez, para suprimir y dejarnos sin la Escuadra de Artilleros, que custodiaban el Trono del Señor de La Laguna. Lo expresaba con lágrimas en los ojos e indignación y dolor por tan impopular medida atentoría contra la fe de todo un pueblo devoto.

Le dolía la Catedral cerrada y a punto de entrar en un proceso de ruina, asimismo le dolían las novedades en cofradías y hermandades, copiando modos y formas sevillanas, por unos señores hasta hace poco monaguillos, que jugaban con tronos procesionales como los niños con los cochitos de las ferias.

Estaba muy molesto por la supresión de la Escuadra de Gastadores de Artillería, se manifestaba muy indignado al respecto, habida cuenta que dicho gesto le producía rabia y hasta lágrimas contenidas.

Pensamos que al amigo Luciano, le hubiera agradado presentarse a San Pedro, en su automóvil Packakd TF. 3333, convertido en un auténtico trono celestial.

Dios ha querido que Luciano muriera en la tierra a la que tanto amó: La Laguna, y nosotros con gran pena, al evocar a aquel joven que hace muchos años conocimos en unas Navidades, pensamos que será el viejo embrujo de La Laguna, ya sin patriotas tan comprometidos como él. Descanse en paz

Fidel Campo Sánchez