El amigo Pedro Juan está considerado como un auténtico y querido personaje en su ciudad natal y en toda la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, como clérigo riguroso de su misión en utilizar la palabra adecuadamente para dar a conocer el Evangelio de Cristo, en comportamientos ejemplares de humildad y amor a sus semejantes, es un sacerdote especial, no considerado como podríamos calificar a la generalidad, pues, su carácter dialogante y trabajador le han sido reconocidos en el Ayuntamiento del Rosario, de donde ha sido reconocida su labor distinguiéndolo como hijo adoptivo, medalla de la Villa y además dándole su nombre a una de sus calles.
El reverendo don Pedro Juan estudia en el Seminario de La Laguna, donde es ordenado sacerdote, accede a la dignidad de Beneficiado de la Catedral, posteriormente es nombrado Canónigo de la misma ocupando el cargo de Maestro de Ceremonias, tesorero-clavero, cuidador de las llaves y de la seguridad, el Museo y una multitud de responsabilidad que han hecho que su labor no pasara desapercibida por su entrega desprendida, honradez, castidad, benevolencia y virtuoso en hacer el bien a todos los hombres.
Creemos que esta buena persona ha sido llamada por Dios, por medio de quien, en su momento, tuvo la autoridad, a fin de que pudiera predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas y ser todo un ejemplo a seguir.
Por medio de estas humildes líneas deseamos, para levantar el ánimo quizás un tanto decaído, como buen revulsivo a la afección, animar a un buen amigo golpeado por la enfermedad aunque somos conscientes que él, hombre de elevado espíritu, es capaz de discernir a través de nuestras palabras que el objetivo que perseguimos es animar a superar las dificultades a fin de que avance en ánimo y recuperación con la mayor premura habida cuenta que La Laguna, nuestra y su ciudad lo necesita
Fidel Campo Sánchez