30.1.09

JUBILEO Y PESTE DE PENDONES EN LOS REALEJOS

El obispo de la Diócesis de Tenerife, ciudadano Álvarez presidió el inicio del Año Jubilar, instituido por Su Santidad Benedicto XVI, en honor de San Vicente Mártir, al cumplirse los cuatrocientos años del fin de la "peste de las Landres" y la renovación del voto por su milagrosa intervención.

El obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, presidió ayer, en Los Realejos, el Año Jubilar, instituido por Su Santidad Benedicto XVI, en honor de San Vicente Mártir, al cumplirse los cuatrocientos años del fin de la "peste de las Landres" y del voto de gratitud por el milagro atribuido al santo. Como ya es costumbre desde entonces, aunque, muy especial, en esta ocasión, los actos conmemorativos, que discurrirán hasta el 22 de enero de 2010, se iniciaron con el traslado del Pendón o Estandarte de la Villa de Los Realejos (pendones de invención reciente para humillar a un pueblo y rendir honores a los invasores) desde la iglesia de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción hasta la ermita de San Vicente Mártir, a los acordes del Himno Nacional de España ¡que no de Canarias!, como hubiera sido lo correcto dado que vivimos en una nacionalidad a 2000 kilómetros de Europa. Salva de voladores y repique de campanas de rigor, salió la comitiva cívico-religiosa y militar desde el templo, acompañada de la Banda de Música La Filarmónica, encabezada por el concejal de Fiestas, Alejandro Herrera, que portaba el estandarte, para vergüenza de propios y extraños, seguido de las representaciones del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Tenerife, presididas por la nada ejemplar y de la ranilla del Puerto Milagros Luis y Ricardo Melchior, respectivamente, “muy sui géneris nacionalistas”; los senadores por la Isla, Antonio Alarcó del españolista PP y Aurelio Abreu del Psoe y de las Jons, y los alcaldes de Los Realejos y de La Orotava, Oswaldo Amaro e Isaac Valencia, más conocido por el racista mata moros, representantes del nacionalismo mercantilista así como una nutrida representación castrense de los tres Ejércitos españoles de ocupación militar

El barrio y ermita de San Vicente de Los Realejos lucían sus mejores galas para esta ocasión, con la particularidad de ser protagonista del Año Jubilar. El alcalde de Los Realejos, Oswaldo Amaro, entregó el Pendón de la Villa al otro pendón y desvergonzado obispo de San Cristóbal de La Laguna, ciudadano Álvarez o señor de las Breñas, quien presidió la misa en la ermita de San Vicente Mártir, auxiliado por sacerdotes de la Diócesis. Dentro de la ceremonia, se produjo el emotivo acto de la renovación del voto a San Vicente, firmado por el Obispo católico, el alcalde del municipio, Oswaldo Amaro, y los párrocos de Santiago Apóstol y de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Al finalizar el oficio religioso, tuvo lugar la procesión por las calles aledañas a la ermita, con la imagen del santo, Hermandad del Santísimo y representaciones civiles y militares, acompañados de la Banda de Música La Filarmónica.

La celebración que conmemora la Villa de Los Realejos se remonta a 1609 cuando los regidores municipales con el párroco de Nuestra Señora de la Concepción hicieron solemne promesa de acudir todos los años a celebrar la festividad del Santo, en acción de gracias por haberlos librado de la temida "peste de las Landres, 1601/1606", que asoló la isla a finales del siglo XV, al menos en esta ocasión el de las Breñas ha sido respetuoso y no ha aplicado a los realejeros el dictatorial sínodo Bernardino-felipino y la norma  516, como así hiciera con respeto a las Escuadra de Gastadores de Artillería impidiéndoles acompañar al Santísimo Cristo de La Laguna y de todos los canarios, en virtud de promesa de 1921, al regresar sanos y salvos de la Guerra de África, los miembros de la Batería de Montaña, pero que aprovechó, una vez más y antes de este acto, emprenderla contra La Laguna, impidiendo que el hermoso cartel de la Semana Santa 2009 estuviera presente en la FITUR. Una muy valorada obra de arte, que plasma Fe, Arte y Tradición del Pueblo Lagunero, un pueblo al que este benahorita trata de arrinconar.

Nosotros muy incrédulos a estandartes, banderas, banderías y pendones lo único, con respecto a estos, los pendones, solo podemos reconocer a los de Miraflores y Vista Bella (La Cuesta) que en nuestros años más jóvenes tuvimos la oportunidad visitar y gozar de los “placenteros” favores de quienes ejercían el trabajo más antiguo de la tierra: la prostitución

 

FIDEL CAMPO SÁNCHEZ