21.1.09

FAMILIARES DE NICOLAS ESTABÁNEZ, SEÑORITO YERAY, HABITAN AUN EN GRACIA



Mi patria no es el mundo. Mi patria no es Europa. Mi patria es un almendro. La dulce, fresca, inolvidable sombra (Nicolás Estébanez).

La persona que cohabita en lo que un día fueron los talleres de la finca es Milina Gargano, viuda del nieto de Patricio Estébanez Murphy, hermano del afamado político Nicolás Estébanez Murphy, concretamente, doña Cristina Borges, felicitó al Cabildo por cumplir el acuerdo que permite a su familia residir allí hasta febrero y que, al parecer, ha sido venido siendo cuestionado por ese joven edil de Grupo Municipal Socialista, don Yeray Rodríguez, lanzado excesivamente pronto al ruedo político sin tener la suficiente experiencia de una familia, de la vida y las circunstancias económicas del otro que le están llevan a labrarse una mala imagen política, por lo que nosotros deseamos, de alguna manera expresarnos.

Nicolás Estébanez Murphy, uno de los políticos más destacados que ha dado Canarias, ministro de la Guerra durante la Primera República y que defendió activamente la autonomía para Canarias y Cuba .Aún habitan en la finca que la familia poseía en Gracia sus descendientes poseían, porque en julio de 2007 el Cabildo la adquirió a la familia Borges. Nosotros no comprendemos esa falta de sensibilidad que ha mostrado ese pueril concejal al tratar un tema tan delicado referido a los familiares de una de los patricios canarios más importante de todos los tiempos, del que, incluso, han llegado a hacer bandera. Este joven, de esos en busca de estabilidad en la oficina de empleo que es ese PSOE., debía tener un poco más de sensibilidad cuando de la obligación y respeto se trata y debemos tener todos hacia aquellos prohombres canarios que hicieron grande Tenerife y Canarias en General y, por ello debemos recordar aquello de quienes, desde los más altos cargos políticos, su referencia era siempre hacia sus Islas, sus rincones más añorados, que reflejan el sabor, en dolorido acento de la nostalgia que resuman estos versos de don Nicolás, en los postreros años de vida de un republicano y gran luchador por la nacionalidad Canaria:

“Tempestades rugientes de la vida y la lucha y las pasiones me trasplantaron de mis dulces lares, llevándome por climas inclementes y procelosos mares, como van por el aíre los alciones envueltos en lo ciclones.

Y entretanto mi almendro solitario, cada vez más lozano y más florido en el solar canario, cuando yo encanecido, pasadas las alegres ilusiones, desciendo los postreros escalones que conducen al reino del olvido”.

Sin embargo, en el acuerdo quedó estipulado que, hasta febrero de este año, Francisco Borges Estébanez y su mujer, Milina Gargano, podían seguir viviendo en la casa contigua a la vivienda en la que an- taño moró Nicolás Estébanez y que en su día sirvió como taller, hoy adecentado para la habitabilidad.

Lamentablemente, Francisco Borges Estébanez falleció recientemente, quedando sola su mujer en la casa. Este hombre era hijo del escultor y pintor Francisco Borges Salas, marido de Cristina Estébanez, a la sazón hija de Patricio Estébanez Murphy, hermano éste de Nicolás Estébanez Murphy.

Árbol genealógico familiar y otras cuestiones ante semejante embrollo han quedado matizadas por doña Cristina Borges, hija de uno de los herederos que todavía viven allí, y referido a las declaraciones críticas lanzadas por el concejal del Grupo Municipal Socialista atizar las mismas que en noviembre pasado vertió el concejal del Grupo Municipal Socialista Yeray Rodríguez contra la gestión que de esta finca ha hecho su actual propietario, el Cabildo de Tenerife. En las denuncias del joven y un tanto indocumentado, Rodríguez mostraba su malestar por el estado de la vivienda, ruinoso según él, y la inacción del Cabildo de Tenerife, que no había tomado la iniciativa para habilitar un espacio cultural en la finca.

Con todo, para Cristina Borges, una de las herederas del patrimonio de don Nicolás, “manifestó que el Cabildo no tiró el dinero comprando una casa en ruinas, como parcialmente se pretende vender, sino una vivienda histórica que sí, tiene una parte arruinada, pero la otra sólo está avejentada. Se trata de una finca enorme, de 5.000 metros cuadrados, con la casa en la que vive mi madre, jardín y demás".Así las cosas, la adquisición del Cabildo constó no sólo de la histórica vivienda de Nicolás Estébanez, sino también de la casa contigua, en la que hoy todavía vive una familiar del afamado político. Igualmente, la casa no se protegió porque estuviera en ruinas, sino para que no se deteriorara más. Es mentira que esté a punto de caerse. La familia de Estébanez vive en dicha casa desde los años 60. Cosa que todavía hoy puede hacer gracias al acuerdo que se firmó con el Cabildo. Los actuales residentes señalan antes los poco sensibles manifestaciones del edil, que la intención de su familia es pedir una prórroga para poder hacer el traslado de todos los bienes y, además, que el Cabildo ha sido muy escrupuloso con la observación de las normas del contrato.

A todo esto nosotros debemos señalar la falta de sensibilidad mostrada por este aprendiz hacia lo grave de una situación de una familia que, aun a sabiendas, debe abandonar lo que ha sido su residencia durante toda una vida y, pese a ser conscientes que están allí sin ningún derecho, si merced a la sensibilidad del Cabildo pero que debe ser muy doloroso el tener que trasladarse, en virtud a compromiso que no a deseos.

Lo que si veríamos con agrado el que estos que tanto optan por el No y por la contraria todo,- al estilo de auténticos dirigentes del PP- podrían mover ficha y ayudar al Cabildo para que por medio del Ministerio de Cultura, fuera habilitado un crédito para complacer ese deseo de la familia cual es el que la finca pasará a ser un museo genealógico y que por falta de medios económicos, pese a la buena voluntad por parte de Melchior, no se ha podido materializar. Así es como se debe trabajar, por y para canarias y nunca utilizar Tenerife y canarias para beneficios personales y partidistas, de los que la ciudadanía estamos ya ¡más que hartos!

Fidel Campo Sánchez