Hay momentos históricos que por su trascendencia o particularidad merecen apartados enteros en los libros de Historia y créanos si les decimos que vivimos uno de ellos. No pretendemos ni alabar ni condenar el hecho, tan sólo compartirlo a modo de subrayado vital para que usted pueda, por un instante, percibir uno de los hechos diferenciales de nuestro tiempo.
Hoy podemos escuchar el último éxito, encontrar el libro técnico más avanzado o el ensayo más reciente de forma casi inmediata, gracias a internet y a las tecnologías de intercambio de ficheros P2P. Por un instante pensamos en el salto de gigante que supone: antes uno esperaba meses, años, para poder comprar un disco rarísimo, que además costaba un “ojo de la cara”; para ver una película había siempre que pasar por caja, los libros técnicos eran exclusivos de las bibliotecas universitarias y las enciclopedias se pagaban en incómodos plazos. En estos momentos se pueden encontrar millones de canciones en la red, descargar los últimos estrenos o acceder a un enorme contenido cultural y educativo en la red.
Pero, esta realidad no durará. A los hechos nos remitimos: las plataformas de los fabricantes de software han conseguido que los sistemas de protección no puedan probarse ni tan siquiera con fines investigadores; las plataformas defensoras de los derechos de algunos autores han logrado que se penalice la descarga no lucrativa de material protegido; el pasado julio una Comisión del Parlamento Europeo aprobó una serie de enmiendas -hoy conocidas como enmiendas Torpedo- que permitirían en caso de aprobación por parte del Parlamento, desconectar de la red a aquellos usuarios que estén descargando contenido ilícito.
Lo que hoy es un mundo de acceso y opciones, mañana será probablemente un mundo de contenidos y tarjetas de crédito; nuestros hijos probablemente no conocerán un Internet tan abierto como el de hoy en día, los conceptos de “seguridad y control” impondrán su maquinal lógica y todos acabaremos pasando por caja. Hoy en día el dinero no determina el acceso a la cultura, el ocio o la tecnología, paladéenlo porque sin duda es un momento irrepetible y una de las fatídicas medidas de ese liberalismo económico que, no dándose cuenta que ha caído, como le ocurriera al comunismo y que, indefectiblemente lo que se impondrá, afortunadamente, será la economía mixta que impedirá que nuestros hijos y nietos tengan que pasar por tanta penuria y cortes de libertades como hemos tenido que sufrir por parte de ese Europa de los mercaderes cuya Carta Magna ha sido rechazada por la mayoría de los ciudadanos de los diferentes países que la componen, a excepción de España, a la que desafortunadamente la siguen chuleando.
Fidel Campo Sánchez