12.12.08

DE TITULITIS, ANTONIO ALARCÓ, LOS PRESUPUESTOS Y DAÑO A TENERIFE

Deseamos aportar nuestro granito de arena a la lucha contra la “titulitis”, terrible enfermedad psicosocial que, cual síndrome de vanidad viene azotando a esos canarios de servicio de orígenes humildes, que pudiera ser el caso del doctor Antonio Alarcó, quienes al llegar a ocupar puesto destacados en la partitocracia, tanto de la derechona como los que se autodenominan progresistas, sacan a relucir sus miserias.

El problema reside en esos extraños compañeros de viaje que se ha buscado el señor Alarcó, prestigioso cirujano y pésimo político. Uno de esos políticos del NO por sistema que, además, para mayor risa se considera en posesión de la verdad.

Se trata de hijos de obreros que con grandes sacrificios paternos han pasado por la Universidad, finalizando sus carreras con brillantes notas pero… que actúan contra todo lo que se mueve y estiman, los muy estúpidos que la Enseñanza Superior les da carta de naturaleza para estar convencidos que debería ser sólo para unos pocos privilegiados. Son aquellos que, olvidando sus orígenes humildes y de recursos escasos para acceder a una Universidad que fue elitista, en el franquismo, incapaces de adaptarse a estructuras que ya comenzaron a estar desfasadas en el siglo XVII. Estos individuos, parlanchines por dedicación a lo Alarcó, representan una tremenda desgracia para la Democracia en esta nacionalidad, que ellos, en sus tenebrosos deseos, pretenden secuestrar para tener libre albedrio y poder lograr políticas de nepotismo y corruptelas, para ellos y los suyos, como en los mejores tiempos de la dictadura. De ahí que los que presumen de títulos universitarios pero con grandes carencias de conocimientos, al decir del tertuliano señor Medina, ante la desfachatez de dos tertulianos de proponer en un programa de televisión local la celebración de bodas, bautizos, banquetes de todo tipo en museos como el TEA o en el Auditorio. Cualquier día estos cretinos que practican la doble moral serán capaces de patrocinar bailes tipo PUB en las iglesias de estas ínsulas con tal de dar rienda suelta a ese populismo pedante que practican.

Esa altivez de la “titulitis,” de los que más claman y se vanaglorian de los títulos universitarios y oficios que desean secuestrar para ser sólo ellos los que accedan al mundo del trabajo, de las profesiones y los “oficios” políticos, condicionándolo todo al “corsé” conservador y antediluviano de los que aún creen que Franco vive.

Un cosa es que los poderes públicos puedan exigir numerosas garantías docentes, y otra muy distinta, la delirante “manía tituladora” que falsea mínimos principios éticos y morales, convirtiendo sus imposiciones parciales en ferocidad para exhibir el diploma final de estudiante de Medicina, hasta para ir a defecar.

Que la derecha española, utilizando sus esbirros en estas ínsulas, como al doctor Antonio Alarcó, senador, vicepresidente del Cabildo Insular de Tenerife y “treinta y tres” cargos más de inútil y denostada ineficacia, ha quedado patente en el tremendo daño causado a Tenerife y más concretamente a la Isla de La Palma en relación a un gran Centro Social, y en particular a La Laguna, al haberse alineado con ERC en el veto a los presupuestos del Estado que, por lo referido a la Catedral de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna supondrá un retraso de años la reparación de las cúpulas y el cimborrio, a falta del necesario dinero que esa derecha retrógrada y caciquil ha bloqueado al anteponer las maquinaciones de partido, a los intereses canarios y tinerfeños, después de haberlos oído durante meses, a esos pepes politizar sin soluciones viables un tema que personas, clérigos y partidos políticos de diferentes tendencias habían logrado consensuar hasta que esos, nada “populares” metieron la pezuña diabólica para que tantas, tantísimas ilusiones de laguneros se vinieran abajo.

Don Antonio, no podemos agradecerle nada, absolutamente nada, pues lo está usted haciendo muy mal por lo cual se está haciendo un flaco favor y labrándose su ruina política y, de ¡rebote!, dañando su profesión que, sin duda, le pasará factura.

Fidel Campo Sánchez