El conocido agitador, cardenal de la Vaticana Iglesia, y gerifalte de la Conferencia Episcopal en Madrid, se descuelga con un mensaje netamente de apología del terrorismo, en unas declaraciones en el periódico El País el día 25 de Septiembre que no tienen desperdicio. Todo ello sin el más mínimo pudor político y dentro de la más nítida hipocresía que estos nada benditos santos reparten a diestro y siniestro con tal de defender sus desvergonzadas pretensiones absolutistas y franquistas y, lamentablemente no asumiendo la Carta Magna y las leyes del País emanadas de las Cortes Generales
Para comenzar, como aperitivo se despacha contra la Ley de Memoria Histórica por entender Su bajeza que no es necesaria. Realmente la Vaticana Iglesia siempre ha adolecido de muy mala cabeza a la hora de recordar todos los desafueros en los que de forma directa (Inquisición), o indirecta (apoyo a las Dictaduras, léase las recientes de Argentina, Chile, y la española), a la que fue forzada con el fin de defender los valores occidentales, ha mantenido a lo largo de su sangrienta historia.
Una vez despachado contra la investigación de los crímenes cometidos en la España franquista con el visto bueno de los curitas que asistían impávidos a las tropelías que se cometían por parte de los ganadores de la "cruzada de liberación y desaparición de republicanos", cambia de tercio y contesta a las preguntas que se le formulan de la forma más cínica posible. Por ejemplo dice que los comités en los que no participasen determinados grupos de opositores jamás se autorizarían en "otros países". Menuda frescura hacer referencia al derecho comparado cuando la posición de beneficio que disfruta la Vaticana Iglesia en España gracias al engendro del Concordato del año 1.979, es el chollo mayor que se ha inventado y que en "otros países", sería absolutamente impensable, pues la habrían devuelto a Roma, como se hiciera en otras épocas más liberales con los Jesuitas en España.
Y así, este gran cínico continúa atacando la despenalización del aborto, la Educación para la Ciudadanía, el Laicismo, y todo lo que suponga progreso en nuestro país. Se sabe detentador de un gran poder fáctico que tiene permanentemente amenazando al Estado, pero los ciudadanos no tenemos por qué aceptar la pila de embustes que día a día suelta este siniestro personaje cuyo mayor ilusión sería imponer sus repugnantes normas de convivencia que se basen fundamentalmente en la permanente amenaza, en la miseria intelectual y en un rigor feroz en el cumplimiento de sus trasnochados cánones.
Aquí por lo visto sigue siendo tabú el hablar de esta colección de intrigantes que intentan por todos los medios amedrentar a los ciudadanos con amenazas veladas de todo tipo. Simplemente son los últimos estertores de una forma de gobierno que afortunadamente nunca volverá a repetirse en España, pues el estar dentro de la Unión Europea nos permite contar con el apoyo de un buen número de naciones en las que las libertades de todo tipo están suscritas por sus respectivas constituciones. Claro que las consecuencias de este "libertinaje religioso" en España pueden ser que en un corto espacio de tiempo pierda el Vaticano la gigantesca inyección de divisas que le entra gracias primero a la prudencia del Gobierno español que posteriormente se ha convertido en temor, y la permanente intriga de la curia vaticana en España, que usa todos los medios lícitos e ilícitos, como por ejemplo la vergüenza de la radio COPE, para intimidar y mantenerse con sus privilegios.
Rouco Varela es el mejor exponente de la miseria que arrastra en estos momentos la Iglesia Católica, no solo en España, sino en todo el mundo, donde la pederastia ha pasado ser componente de esta religión que cada día tiene más de secta y de sectarismo.
Otras manifestaciones del siniestro personaje, en medios de difusión tampoco tienen desperdicio. Así con el mayor cinismo se permite decir: La causa de la guerra civil fue debida a que "el hombre había pecado mucho sobre todo contra Dios". Igualmente y con la misma desvergüenza defiende el Valle de los Caídos, como símbolo de Reconciliación. No se puede ser más repugnante e indecente, y faltar a la memoria de los miles de presos que murieron en la más espantosa miseria trabajando en el puñetero Valle.