Hoy día 7 de diciembre del 2008, al abrir las páginas de los periódicos de esta ínsula, al servicio de todos los poderes fácticos incluida esa Iglesia del nacional catolicismo, nos encontramos con una especie de pastoral del obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, que denominamos como la falacia del sínodo Bernardino. En la que falazmente explica que las constituciones sinodales se convierten en norma para el desarrollo de la actividad pastoral como objeto de renovación, comunión y misión, es decir, renovar la Diócesis, la vida de las personas que en ella están incluidas así como las instituciones que la rigen. Por lo que nosotros, filosóficamente tenemos que decir:
Con las normas sinodales pasa ha pasado siempre y sigue pasando ahora y pasará, sin duda, en el futuro con cualquier normativa de tipo civil o religioso: que algunos, más bien muchos, aceptemos el cumplirla y otros no. Además a la hora de valorar las referencias sinodales, es preciso tener en cuenta que los sínodos tienden a resaltar lo que el pueblo de Dios considera como negativo al vulnerarse la FE del pueblo por la parcialidad de determinados clérigos, cual es el caso referido y de incidencia en los laguneros en lo concerniente al Santísimo Cristo de La Laguna y a la Escuadra de Gastadores y a sus peculiares tradiciones, por su propio carácter de instrumento de gobierno y de corrección y reforma caprichosa y totalmente parcial, en ese empeño Bernardino de ir contra el arigón, que diría el general Fagón de nuestros años más mozos.
Se utiliza la madre, la verdadera amiga… la que nunca nos abandona, la que siempre nos ayuda de la que nada podemos temer, cuando tenemos una madre poderosa y amante que vela por nosotros: la Iglesia de Cristo, la Iglesia verdadera y no la del nacional catolicismo, no cristiana pero… si Iglesia de Estado, por lo que consideramos oportuno hacer un poco de historia referente a las primeras celebraciones del Día de la Madre, en honor a nuestras madres carnales:
Las primeras celebraciones del Día de la Madre, se remontan a la antigua Grecia, donde le rendían honores a Gea, la madre de sus dioses. Igualmente los romanos, de donde nace el catolicismo, la unificación de una parte del cristianismo con los adoradores del Sol del emperador romano Constantino, su creador. Los romanos a esta celebración la llamaron La Hilaria, adquirida de los griegos y se celebraba en el templo Cibeles. Los primeros cristianos y por mimetismo los católicos transformaron estas celebraciones en honor a la Virgen María, la madre de Jesús.
La Iglesia Cristiana o Pueblo de Dios, tiene una gran meta, y hoy más que nunca, la predicación del Evangelio de Cristo a las naciones del mundo sin manipulaciones, en ausencia de intereses parciales y bastardos que nos llevarían a tener que calificar a alguna Iglesia por su “poderío mundano” como la gran ramera
¿Habrá logrado ese sínodo diocesano lagunero que se haga realidad lo que se describe en el segundo libro de la Biblia y de la Torá(el Pentateuco, la ley, la Biblia hebrea) y el Antiguo Testamento que en el Éxodo, que significa “partida”, que trasladado a los acontecimientos que se viven en La Laguna debe significar ese gran número de laguneros amantes de su FE cristiana y tradiciones, salgan huyendo por la aberración que significa la norma sinodal, respecto a la aplicación injusta de la misma hacia un auténtico acto de piedad y agradecimiento a la promesa cumplida, en el regreso, sanos y salvos, de los artilleros de la guerra de África, allá por 1921.
Ciudadano Bernardo no abuse de su posición para alegar derechos de los que carece. Amen
Fidel Campo Sánchez