8.12.08

ENHORABUENA A LA ASOCIACIÓN DE VECINOS DE EL TABLERO


Kebehi Benchomo

Desde épocas ancestrales, los primeros grupos humanos establecidos en el Menceyato de Güímar celebraban fiestas Beñemeres y Guativoas, en honor de la Divinidad y sus paredros en los santuarios naturales al aire libre, estas tradiciones han pervivido hasta nuestros días en lo más profundo de los sentimientos espirituales de los actuales habitantes del Achimenceyato de Chikayka en cuyo término, en la zona de Toriño está ubicado el pueblo de El Tablero.

Este pueblo, tradicionalmente dedicado a la agricultura, siempre se ha destacado por su profundo amor a la tierra, tratándola con respeto y veneración, ello ha hecho posible que de sus cuidadas huertas proceda la mayor parte de las verduras que consumimos en Añazu (Santa Cruz.)

Pero está claro que la demencial especulación urbanística sustentada y dirigida desde los poderes coloniales, no entiende de sensibilidades espirituales ni de sentimientos culturales, aunque estos hundan sus raíces en la noche de los tiempos, y mucho menos les interesa la futura supervivencia de este sufrido pueblo en particular y de la nación canaria en general.

Canarias ha sido cíclicamente víctima de terribles hambrunas, hecho desconocido u olvidado por las actuales generaciones, las cuales están habituadas a aprovisionarse de alimentos en los supermercados, desconociendo en la mayoría de los casos, la procedencia de esos alimentos que con tanta facilidad tienen al alcance de la mano, aunque cada ves con precios más elevados. Poco se imaginan estos jóvenes consumidores que la inevitable hambruna que se nos aproxima va a ser la más terrible y catastrófica de cuantas hemos sufrido, pues si bien las del pasado fueron horribles, aún la tierra cultivable no estaba cubierta por capas de piche (asfalto) y de inmensas moles de cemento ni de improductivos campos de golf, ni las islas tenían que alimentar a millón y medio de canarios, más a seiscientos mil foráneos. Repito, tenemos en puerta la mayor catástrofe alimentaria de nuestra historia colonial, y, mientras tanto, los políticos de servicio, que dicen defender nuestros intereses, continúan inundando nuestra islas de piche y cemento, en la seguridad de que ellos y sus familias podrán escapar de la hambruna que se nos avecina huyendo con sus alforjas repletas a su amada Europa y dejándonos el muerto.

La inmensa sombra del buitre carroñero de la especulación se cierne sobre el territorio y los honestos habitantes de El Tablero, según recoge el colectivo Alternativa si se puede por Tenerife: “El Plan General de Ordenación Urbana de Santa Cruz que plantea la urbanización masiva de todo el suroeste del municipio (incluyendo a El Tablero), y proyectos como la Autopista Exterior, que favorecería de igual modo la transformación urbana del suroeste. Ambos amenazan con eliminar la importante actividad agrícola de El Tablero y que se lleve a cabo la expropiación de viviendas de sus vecinas y vecinos.”

Centrándonos en el tema que da titulo de este artículo, ayer tuvimos la oportunidad de asistir a la recuperación de una fiesta popular en la localidad de El Tablero, fiesta que estuvo vigente hasta hace 41 años y que por diversos motivos dejó de celebrarse hasta el presente en que la Asociación de vecinos impulsada por una nueva junta directiva compuesta por jóvenes entusiastas y emprendedores decididos a recuperar las ancestrales señas de identidad y seculares tradiciones de los vecinos de la localidad, han puesto en marcha una serie de actividades para dinamizar la vida cultural del pueblo estimulando la autoestima y el orgullo de ser guardianes de sagradas tradiciones.

Actividad que ciertamente al igual que en el resto de los pueblos de las islas había estado aletargada por designios encubiertos de los estamentos dominantes, los cuales vienen determinando una política educativa etnocentrista desde las primeras etapas escolares donde se induce a los niños a divertirse en noviembre con las máscaras de monstruos y los sombreros de bruja del Halloween norteamericano, hasta la Universidad, donde nuestros futuros profesionales no suelen formarse en función de nuestros problemas nacionales canarios, sino de acuerdo a los modelos del llamado primer mundo, toda la estructura de la educación canaria dice de palabra la grandeza de nuestra Matria y practica de hecho la cultura del auto desprecio, endofobia, y la copia de modelos en la sumisión a paradigmas europeos o norteamericanos que no suelen ser útiles para la solución de nuestros problemas.

Por ello, es doblemente de agradecer a estos jóvenes emprendedores el rescate de esta tradición que sus abuelos iniciaron allá por los principios del segundo tercio del siglo veinte, al decidir venerar en una antigua cueva santuario guanche a una imagen de Santa Catalina-veneración que nunca ha contado con el visto bueno del clero católico-, posiblemente por sus connotaciones con la ancestral espiritualidad guanche, pues los vecinos del lugar se refieren a la imagen como: La Virgen Santa Catalina, de lo que se deduce que en el fondo realmente están venerado a una Divinidad Superior y no a una santa.

Los actos programados por la Asociación de vecinos para este evento fueron los siguientes:

11.45h Concentración delante de la bajada a la Cueva y reparto de las flores para la ofrenda.

12.00h Aviso de Bajada: “doce voladores”, como marca la tradición, y diálogo con bucios entre la parte alta y el barranco (ritual guanche que se perdió a principios de siglo). Inicio de la Bajada.

12.30h Ofrenda de flores, lectura de poemas y romances a Santa Catalina.

13.00h Comienzo de parranda popular y comida a cargo de la Asociación de Vecinos de El Tablero (paella, garbanzas, vino, etc...)

15.00h Entrega de premios a las personas que han trabajado por la conservación del patrimonio histórico, cultural y natural de El Tablero.

15.30h Muestra de Juego del Palo y Salto del Pastor.

16.00h Seguimos con la parranda y preparamos una tafeña (como se hacía por nuestros antepasados).

17.00h Baile de piñata.

18.15 Entrega de premio al mejor de la parranda.

18.50h Comienzo de Subida con jachos encendidos y despedida con toques de bucios desde la Cueva hasta la parte alta.”

Los actos se desarrollaron con plena brillantez, reinando una completa armonía, hermandad y sana alegría entre todos los asistentes, mayores, jóvenes y niños. La comida y bebidas de hermandad aportadas por la Asociación de vecinos fueron espléndidas y generosas, recordándonos los antiguos principios de la hospitalidad, hoy perdidos en esta impuesta sociedad materialista.

Para concluir estas modestas líneas, reproducimos algunos párrafos de un artículo publicado hace algún tiempo en el periódico digital elguanche.net y firmado por Eduardo P. García[1] en que hace referencia a uno de los lugares más emblemáticos de la zona, el lugar donde estuvo ubicado el primer Ayuntamiento de El Rosario y cuyo primer alcalde fue guanche:

“A unos sesenta metros de la carretera del Barrio Machado, donde ésta corta el Barranco de Los Juncos, comienza un sendero o camino perfectamente delimitado por unos gruesos muros de piedra seca compuesto de grandes bloques que lo bordea. Este camino se prolonga durante unos trescientos metros, bordeando al barranco por su margen izquierda, hasta desembocar después de rebasar una meseta y girar hacía la izquierda en un suave descenso hacía el lecho del barranco. Desde ese punto y en línea casi recta, nos conduce hasta un abrigo y caboco situado en la margen izquierda del barranco. El abrigo en cuestión está dividido en tres habitaciones, las dos primeras las conforman unas paredes de piedras secas de considerables dimensiones, algunas de las cuales están toscamente talladas; de los dos compartimentos, el primero tiene el piso empedrado y unos bancos hechos de piedras que sirven como cama, uno de ellos está cubierto de grandes piedras caídas de la pared divisoria. La segunda habitación es un poco mayor y no tiene el piso empedrado, contando con un poyo-cama. La tercera y más amplia carece de puerta, y la pared norte que cierra el abrigo por esta parte está revestida de barro, desde esta pared arranca otra que debió tener unos dos metros y medio de alto y que se prolonga hasta la altura del cierre del abrigo por la parte Sur, de tal manera que quien entre por la vereda ya puede ir directamente a la "Gran sala" sin que encuentre puerta alguna que le impida el paso. Esta habitación, como las anteriores, tiene un poyo-cama, y en una de sus paredes tiene un trozo revestido de barro y paja, y que posteriormente fue reforzado con una ligera capa de cemento. En este trozo de revestimiento hay unos signos grabados similares a otros que pueden verse en varias de las piedras de las paredes de la edificación. En este recinto estuvo ubicado el primer ayuntamiento de El Rosario, cuyo primer alcalde era natural, es decir, descendiente directo de guanches.

En el exterior, es decir en el cuenco que forma un pequeño salto, está otra cueva con el frente cubierto por una pared de piedras secas y el interior revestido de barro y paja, con un depósito excavado en la pared del fondo posiblemente para contener agua. En ambas márgenes del barranco, así como en las cornisas, existen varias cuevas que en su día tuvieron los frentes cubiertos con paredes de piedras, con claros signos de haber sido habitadas. También hay gran profusión de canaletas y canalillos en aquellos lugares del poblado donde aflora la toba roja. Creemos que este poblado guanche fue uno de los más importantes de la zona de Toriño, hoy conocida como Barrio Machado, en las proximidades de la ermita del Rosario y de la casa del pirata Amaro Pargo, o hacienda Toriño.

Creemos que por parte de las autoridades competentes en la materia debería iniciarse el correspondiente expediente de declaración de bien de interés arqueológico o cultural de este antiquísimo asentamiento humano de Heñica, llamamiento que efectuamos desde estas páginas de El Guanche.

(Eduardo Pedro García Rodríguez)

Sirva de ejemplo la Asociación de vecinos del Tablero a otras que debidamente orquestadas desde cierto estamentos coloniales orientan sus esfuerzos culturales en promocionar eventos foráneos olvidando o despreciando las sagradas tradiciones legadas por nuestros ancestros. Nos sirve de consuelo y nos induce a la esperanza el ver como un importante sector de nuestra juventud tiene las ideas claras y escapa de los tentáculos del espejismo consumista y despersonalizador.

Una vez más, ¡¡Enhorabuena!!

Diciembre 30 de 2008.

Eduardo P. García Rodríguez