Parece un anacronismo y creemos que en estos tiempos, con una Constitución y un Gobierno, presuntamente laico, ¿si efectivamente, lo es?, algo fuera de lugar y desplazado en el tiempo, cuando los Papas, Reyes y frailes bendecían a todo aquél que, empuñando un arma, mataba en el nombre de Dios y por orden de los hombres…Pues aquí los tenemos todavía y en función del archiconocido y famoso Concordato. Los llamados Curas Castrenses. Los curas que están en el Ejército. Un Ejército de un Estado Laico. Ni más ni menos. Así, en la actualidad hay sacerdotes que pertenecen al Servicio de Asistencia Religiosa de las Fuerzas Armadas, otros están en el Ejército de Tierra, en la Armada y varios en el Aire, además de los que se reparten en unidades del Ministerio de Defensa.
De los antiguos cuerpos eclesiásticos del Ejército, declarados a extinguir, quedan sacerdotes en activo y otros en reserva. Además hay un teniente coronel capellán del Ejército de Tierra y cuatro miembros destinados en las bases de Afganistán Kosovo, Líbano y Bosnia- Herzegovina.
Por cierto… ¿Sabían que además de ser curas castrenses, ostentan grados militares hasta el generalato? ¡Manda huevos! Como diría un cartagenero de “pro” al cual no le tenemos el menor respeto y aprecio.
Todo esto entra en colisión con nuestra Constitución y creo que se debería poner punto final a este contrasentido porque el tema religioso no se puede imponer a nadie porque pertenece al ámbito de lo más íntimo y personal y el Gobierno debería recapacitar sobre este asunto y asumir, de una vez por todas, el laicismo del Estado y dejarse de proteger el nacional catolicismo franquista Resulta incomprensible que a los no católicos se les niegue el mismo trato que a los que sí lo son y resulta incompresible que se siga insistiendo en que España es un Estado laico, cuando realmente eso, desafortunadamente, no está contemplado aún en la Carta Magna ni en las actuaciones de los políticos o de los gobiernos de turno.
Como asimismo es incomprensible que la Iglesia Católica siga con sus tentáculos extendidos a la captura del poder, a costa de lo que sea y vulnerando sistemáticamente las enseñanzas de Jesús de Nazaret e inmiscuyéndose, de forma insistente y odiosa en los Gobiernos -que se dejen, claro, como el nuestro, lamentablemente-.
Por eso mismo, para la Iglesia Católica, los curas castrenses y este Gobierno que permite todo este dislate, como los dislates de la norma sinodal de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna que, sin ninguna consideración arremete contra la Escuadra de Gastadores del Cristo para impedir continuar acompañándolo en sus salidas del santuario, como ha venido siendo tradición, pero… lo más extraño aún, aunque quizás esto podamos compartirlo, es que no se desee la presencia del Ejército en las procesiones ni de los políticos y, sin embargo, se siga manteniendo la figura del cura castrense por aquellas “Breves Apostólicos” (leyes especiales) de los papas, para períodos de guerra extensibles a períodos de paz, dirigidas a los monarcas, a lo largo de los siglos XVI y sobre todo durante el siglo XVII y estableciendo una guía eclesiástica peculiar, integrada por un capellán mayor y otros sacerdotes en los que el capellán mayor (el ordinario) podía delegar.
Habida cuenta que no es de extrañarse que detrás de las sotanas, de los pendejos bien vestidos y de corbata o cleriman , que funcionan el falsos contenidos de Teocracia, se asientan bajos instintos y hasta los más cochinos pensamientos que de tanto contenerlos bajo el lema de lo “divino”, un día terminen aflorando a la superficie de los altares y las sacristías, como parece que ha podido ocurrir en la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna: el cura de San Andrés y varios pederastas, sirvan como mal ejemplo, algunos de alto copete y otros, simplemente curas.
Fidel Campo Sánchez