En razón a determinadas declaraciones xenófobas de los señores Lobo y Valencia, Alcalde de La Orotava, se nos ha ocurrida dar el siguiente repaso a la Historia para recordar a algunos una parte de los orígenes de mestizaje étnico y cultural de los llamados españoles, llamados despectivamente godos en estas ínsulas, y la entrada de los musulmanes y su permanencia durante ocho siglos, produciéndose el nombre despectivo de moro de la palabra latina “,maurus” de religión islámica, procedente de Mauritania que, discriminadamente y también se aplicaba a los cristianizados o mudéjares
Los godos, pueblo que invadió España, procedían del Norte de Europa. Los primeros reyes de España fueron tiranos, conquistadores extranjeros, destructores de gentiles y judíos. El primer rey fue Ataulfo, en 410 que sucedió, tras su fallecimiento, a su cuñado Alarico y que exterminó a suevos, vándalos y alanos Le llega el turno a la familia Witiza, visigodos desde el siglo V (D.C), pueblo romanizado, procedente de occidente que gobernó España desde 604.Witiza gobierna, junto con su padre Egica, hijo de Ervigio de posible origen bizantino que llega al trono tras la conjura contra el rey Wamba. Tras la muerte de Witiza el Senatus o príncipe del Senado con mayor dignidad dentro del Senado romano, el primero en hablar, impidió que su hijo Akhila fuera el nuevo rey, eligiendo a Rodrigo, último rey godo que desplaza a los visigodos que eran los godos romanizados, pueblo nómada procedente de Escandinavia que tras largo deambular por Europa acaban asentándose en la Península Ibérica
Fue uno de los clanes nobles, la familia Witiza, el que causó el declive de los visigodos a comienzos del siglo VIII, al pedir ayuda a los guerreros musulmanes y bereberes del otro lado del estrecho de Gibraltar. El hecho fue que la desintegración del aparato estatal permitió a los musulmanes firmar pactos diversos con una aristocracia que era semi-independiente y estaba enfrentada con el monarca.
A mediados del siglo VIII los musulmanes culminaron la ocupación y el príncipe omeya Abderramán se refugió en territorio beréber, huyendo de la matanza abasí de Al-Ándalus, con el apoyo de los yemeníes, que eran uno de los dos grupos musulmanes de la península; igualmente, se proclamó Emir de Córdoba, independiente de Damasco. Durante el primer tercio del siglo X, el omeya español Abderramán III restauró y amplió el emirato de Al-Ándalus y se convirtió en el primer califa español.
La proclamación del califato tenía un doble propósito: en el interior, los omeyas querían reforzar el reino peninsular. Fuera del país, querían consolidar las rutas comerciales del Mediterráneo, garantizar una relación económica con el Bizancio oriental y asegurar el suministro de oro. Melilla fue ocupada en el año 927 y, a mediados de ese siglo, los omeyas controlaban el triángulo formado por Argelia, Siyimasa y el Atlántico. El poder del Califato andaluz también se extendió a Europa occidental, y hacia el año 950 el Imperio Romano-Germánico intercambiaba embajadores con el Califato cordobés. Unos años antes, Hugo de Arles pidió salvoconductos al potente Califato español para el tráfico de sus barcos mercantes por el Mediterráneo. Las pequeñas plazas fuertes cristianas del norte de la península se convirtieron en modestas posesiones feudales del Califato, al que reconocían su superioridad y arbitraje.
Los cimientos en los que se basó la hegemonía andaluza fueron: una considerable capacidad económica, fundamentada en un importante comercio; una industria artesana desarrollada, y una técnica agrícola, mucho más eficiente que cualquier otra del resto de Europa. El Califato cordobés tenía una economía basada en la moneda, y la introducción de la acuñación representó un papel fundamental en su esplendor financiero. La moneda cordobesa de oro se convirtió en la más importante de ese periodo y probablemente fue imitada por el Imperio carolingio.
Por lo tanto, el Califato de Córdoba fue la primera economía comercial y urbana que floreció en Europa desde la desaparición del Imperio Romano. La capital y ciudad más importante del Califato, Córdoba, tenía alrededor de 100.000 habitantes, constituyéndose en la principal concentración urbana de esa época.
La España musulmana produjo una cultura floreciente, sobre todo tras la llegada al poder del califa Al-Hakam II (961-976). Se le atribuye la fundación de una biblioteca de cientos de miles de volúmenes, que era inconcebible en la Europa de ese tiempo. El rasgo más distintivo de esta cultura fue la temprana asunción de la filosofía clásica por parte de Ibn Masarra, Abentofain, Averroes y el judío Maimónides. Pero los pensadores hispano-musulmanes destacaron, sobre todo, en Medicina, Matemáticas y Astronomía
La fragmentación del Califato de Córdoba tuvo lugar al final de la primera década del siglo XI; esto se produjo como consecuencia del enorme esfuerzo bélico que realizaron los dirigentes cordobeses, y de la agobiante presión fiscal. Los treinta y nueve sucesores del Califato unido fueron considerados como los primeros (1009-1090) Taifas (pequeños reinos), denominación que se ha incorporado a la lengua española como sinónimo de la ruina generada por la fragmentación y desunión de la Península. Esta división se reprodujo posteriormente, y así se crearon más Taifas en otras ocasiones y tuvieron lugar nuevas invasiones desde el Norte de África. La primera vez los almorávides (1146) y la tercera, los banu marins (1224). Este progresivo debilitamiento significó que, a mediados del siglo XIII, la España islámica quedó reducida al reino nazarí de Granada. Situado entre el estrecho de Gibraltar y el cabo de Gata, este histórico reducto no capituló hasta el 2 de enero de 1492, al final de la Reconquista.
Fidel Campo Sánchez