2.3.09

Estremecedor

La detención de una mujer y su pareja sentimental acusados de maltratar a la hija de la primera, de tan sólo siete meses, después de que los facultativos del Hospital 12 de Octubre de Madrid detectasen traumatismo craneoencefálico, varias fracturas en las extremidades, malnutrición y un deterioro general en su salud siembra una espeluznante sospecha sobre la posible comisión de un nuevo delito de agresión a menores, deben ser castigados con dureza conveniente para lo cual, con la mayor celeridad, deben promulgarse leyes más duras que puedan incidir y eviten estos infanticidios imperdonables a padres carentes de responsabilidad y maltratadores en potencia carentes de escrúpulos y que son merecedores de ser apartados, para siempre” de la sociedad.

El infanticidio es conocido en muchas especies de primates y en esta época que nos está tocando vivir, también en el hombre, su pariente más cercano.

Se piensa que generalmente son los machos los causantes pero ya se conoce que también lo hacen las hembras chimpancé. Lo que parece claro es que, las hembras chimpancé no son tan agresivas como los machos y, como consideramos obligatorio, lo trasladamos a conductas humanas que, en nuestra opinión, muestran cierto paralelismo con nuestros parientes más cercanos, cual es el caso de la niñita Alba.

La reciente condena a 20 años de prisión impuesta a los progenitores de la niña Alba, que a resultas de los malos tratos recibidos ha quedado gravemente discapacitada, supone un precedente inexcusable del reproche penal que merece a la Justicia una conducta tan inhumana. El arresto de la pareja ha coincidido con el de otra madre por el supuesto homicidio de su hijo recién nacido: si en el primer caso existían antecedentes policiales por una pelea callejera, en el segundo la progenitora había sido ya apartada de su otro hijo. Estas circunstancias apuntan a la posibilidad de ejercer un control institucional más estrecho que pueda llevar a evitar situaciones de indefensión tan extremas que concluyen con episodios tan inhumanos como el sucedido en Madrid y al que, ¡porque no podía ser menos!, condenamos por carecer determinadas personas de aquello de: conocer lo que es sabor de madre y padre

FIDEL CAMPO SANCHEZ