25.3.09

JUAN MANUEL BALLESTER LUZ, EN EL RECUERDO.

En días pasados ha fallecido, Juan Manuel Ballester Luz. Su muerte ha dejado sumidos en la tristeza no sólo a sus familiares más cercanos, sino también a los muchos amigos que dejó en La Laguna.

Le conocimos allá por la década de los sesenta, cuando nos trasladamos de la Villa de Adeje a la ciudad de Aguere, donde hemos permanecido para siempre. Coincidíamos con relativa frecuenta en las reuniones de los colegios donde estaban nuestros hijos. Sus amigos le conocían por Johnny. Era la personalización de la simpatía. De rostro blanco rojizo, pelirrojo pero… lo más importante de un sentido del humor envidiable. Fue siempre amigo de sus amigos y participó, como miembro entrañable del grupo “chapiro verde”, cuya sede estaba ubicada, durante muchos años, en una habitación con puerta al exterior, de la casa de Estanislao Brotons Ascanio, en la cent rica calle de San Agustín.

Allí se reunían con sosiego y alegría, un grupo numeroso de laguneros, llenos de ingenio y de agudezas para charlar, degustar buen Whisky,  jugar a las cartas, al póker, al dómino así como practicar juegos de magia, arte en el que “el petudo” (Brotons), era un auténtico profesor.

Al evocar el pasado de aquel viejo grupo de amigos laguneros de siempre y de pro, nos invade una tristeza hasta la raíz de la existencia: el dolor al contemplar los vacios, de los que nos han abandonado para siempre, camino de la eternidad. Con la pérdida del amigo Johnny Ballester, recordaremos a los viejos que se fueron antes de este mundo, como José Ventura Hernández-Francés, Fernando de Lorenzo-Cáceres, el ocurrente Francisco Melián, René y Melchor Oria Mutrón, René y  Melchor Luz, incorporados con posterioridad. Pero de aquellos jóvenes de entonces hoy, ya grises las sienes, quedan José Oramas Tolosa, Aurelio Ballester (primo de Johnny), Leoncio Álvarez de Buergo (al que deseamos pronta recuperación de su reciente enfermedad), Jerónimo San Fiel y el propio Estanislao, colocados aún por ley natural en medio del sendero, sin que veamos que surjan nuevas generaciones capaces de ejercitar estos menesteres, por mucho que nuestros amigo Juan Antonio de Ossuna y Torres se empeñe.

En este sentido que describimos, La Laguna es hoy una ciudad distinta a la que conocimos, actualmente con crisis de hombres, de valores, mecida en la vega más florida de esta Isla. El progreso ha venido con las comunicaciones, alentado por la iniciativa del Cabildo Insular; guaguas, tranvías, aeropuerto de Los Rodeos, peatonalizaciones, para vivir corriendo como si estuviéramos acuciados por interiores impaciencias, sin pensar que al término del viaje, será de arribada forzosa y sin posibilidades de retorno.

Una larga enfermedad y un corazón tocado, nos dejaron sin este excelente e indiscutible lagunero, hijo de don Manuel Ballester y sobrino del famoso abogado don Aurelio, de grato recuerdo en los foros de Tenerife. Johnny,  fue esposo y padre ejemplar e inculcó a sus hijos, desde pequeños, un profundo amor por La Laguna, así como un sentimiento y devoción por la Imagen del Santísimo Cristo y su Escuadra de Gastadores de Artillería. Contemplar esa magnífica talla, será ahora para sus familiares y para las personas que tuvieron la fortuna de conocerle un gran consuelo.

Reciban pues sus familiares y seres queridos nuestro más sincero pésame ante la pérdida der este señor inigualable, sobrino que fue, de otro caballero, nacido en el Puerto de La Cruz, Melchor Luz Jiménez, también de gratísimo recuerdo en la ciudad de La Laguna.


FIDEL  CAMPO SANCHEZ