28.4.09

AUTORIDAD UNICA PARA COMBATIR LA PESTE PORCINA

La movilización por el brote de gripe porcina revela el grado de inquietud que la extensión de la cepa ha suscitado dentro de la comunidad científica y entre las autoridades del mundo. Tanto los especialistas como los gobiernos deben extraer conclusiones y actuar a partir de datos e indicios que la ciencia pueda admitir como evidencias. Las recomendaciones de los primeros y las decisiones de los segundos, obligados en un principio a operar por detrás de tan sorpresivos acontecimientos, deben lograr también adelantarse a los mismos una vez que la naturaleza y la magnitud de la amenaza hayan sido precisadas. Mientras tanto, resulta difícil calibrar el grado de alarma que conviene transmitir en un mundo globalizado, en el que una parte nada desdeñable de la población conforma el pasaje continuo de una humanidad viajera.

Sería exagerado por ahora elevar el tono de la inquietud hasta el punto de que los gobiernos disuadan a sus ciudadanos de dirigirse a aquellos países en los que se haya verificado algún caso, sin obviar que hay intereses sensibles en juego en una situación de grave crisis económica. Pero resulta obligado que las autoridades procedan a ser más explícitas y rigurosas en sus valoraciones, advertencias y recomendaciones, evitando mensajes contradictorios o equívocos. Ayer mismo, mientras el secretario de Estado para la UE descartaba la adopción de medidas que coarten la libre circulación de personas a causa del caso detectado en Albacete, y la ministra de Sanidad enfatizaba que «España es un país seguro y la situación está controlada», el Ministerio de Asuntos Exteriores recomendaba que quienes tengan pensado trasladarse a E UU «reflexionen sobre la conveniencia de aplazar su viaje». Las situaciones de crisis sanitarias provocadas por enfermedades infecciosas emergentes aconsejan que las instituciones públicas se pronuncien no sólo de manera coordinada, sino con una sola voz, incluso a riesgo de equivocarse; una voz única y permanente que se echa en falta a nivel global. Porque de entrada no podría darse mayor inconveniente que el que provoca la proliferación de versiones sobre la gravedad de un determinado fenómeno vírico y de los consejos para prevenirlo. La distancia que existe entre un brote epidémico y una pandemia no puede ser objeto de elucubraciones y diatribas, y mucho menos entre responsables públicos. Al tiempo que éstos han de actuar con el suficiente rigor como para corregir sus diagnósticos y llamadas, adecuándolas a la evolución en tiempo real de la epidemia. Obligación que no podrá cumplir de manera plena si no es acompañada por un tratamiento informativo riguroso del desarrollo y extensión geográfica de la gripe porcina.

 

Fidel Campo Sánchez