El viacrucis es recuerdo, memoria histórica, enlace con aquel primer vía crucis que, desde el pretorio del gobernador romano hasta el monte Calvario, recorrió Jesús de Nazaret. Aunque no muy ortodoxo, queremos hacer nuestro particular vía crucis, como laguneros y canarios de integración
Jesús es condenado a muerte, a cargar con la cruz. Muchos rostros de Jesús vemos en la sociedad actual, inmigrantes en las costas, víctimas de la crisis, siempre los más débiles...
Y cae por primera vez, segunda, tercera. Salen de la cárcel y al ver cerradas las puertas, vuelven a reincidir, drogadictos, mendigos... lo intentan, y caen y caen siendo ellos, sobre todo ellos, a quienes hiere en lo más profundo su incapacidad de volver a levantarse.
Se encuentra con su madre. A los crucificados del mundo y de la vida, les queda el consuelo de su madre; criticados, hartos de oír siempre el mismo juicio de los otros, incluso de los cercanos... María, todas las Marías del mundo acompañan a sus hijos, a sus Jesús a lo largo de sus calvarios, menos en
Jesús es ayudado por el Cirineo,
Consuela a las mujeres. Lo más paradójico es que son los crucificados, los enfermos de
Despojado de sus vestiduras. En muchos lugares ni eso se tiene. Otros son despojados de su casa, de sus bienes, de su buen nombre, de su dignidad... Clavado en la cruz. El peor alumno, el hijo que siempre defrauda, la oveja negra, “esa”, la que estuvo con todos, porque de ella se cree saber.
Bajado de la cruz y sepultado. El no nato, las maltratadas por la violencia de género, Marta del Castillo y otros/as aún sin el consuelo del último abrazo de su madre, de las lágrimas de su padre, sin sepultura. ¿Cuántos muertos sin sepultura, en el mar, en territorios de guerra?... Jesús, sigues muriendo, menos mal que creemos firmemente que nos sigues redimiendo.
FIDEL CAMPO SANCHEZ