16.4.09

TRISTE ADIOS AL ORFEBRE RAFAEL FERNÁNDEZ TRUJILLO.

El pasado mes de marzo. Nos llegó la noticia del fallecimiento a los 99 años, del gran orfebre lagunero, don Rafael Fernández Trujillo González. Hombre de grandes afectos, estaba rodeado siempre en su diminuto talle de la calle de Juan de Vera, de admiradores y discípulos, quienes en la convivencia diaria calibraban el claro talento del maestro, artífice del oro, la plata y otros metales y piedras preciosas. En sus actividades, tanto didácticas como artísticas, la fama nunca le hizo claudicar. Tenía su propio concepto de las personas y de las cosas, colocándose en un plano de técnica del que nunca se apartó.

Se trataba de un hombre completo. Este es el mejor elogio, Ya que por los caminos del mundo es fácil encontrar un artista, pero… lo difícil es hallar un hombre como él. Y esto era don Rafael Trujillo: Un magnifico ejemplar humano enaltecido por un ideal artístico y una facultad creadora única, a quien la fama le tenía siempre sin cuidado. Es preciso destacar que el nombre y los apellidos de Rafael Fernández Trujillo Lo llevaN su abuelo (1855-1909) y su padre. Por tanto, aparecen incluidos en la nómina de plateros y orfebres establecidos en esta nacionalidad, figurando entre los 150 miembros más destacados del gremio en La Laguna, según hemos comprobado en el Índice Histórico y Documental correspondiente.

Por el taller de don Rafael, pasaron y se repararon magnificas custodias, cruces procesionales, copones, candelabros, báculos, vinajeras, aguamaniles, mazas, lámparas, frontales y… Participó con su padre en la restauración de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (1976-1979), reparando las frontaleras y el manifestador de plata del Altar Mayor, por encargo del celoso párroco don José García Pérez.

Reparó la deteriorada base de plata del Señor de la Columna de la Catedral lagunera y amplió el baldaquino de la Purísima Concepción. Recibió numerosos encargos por parte de las Cofradías y Hermandades de La Laguna, para las que confeccionó insignias, varas así como infinidad de arreglos a petición de su amigo y canónigo guardián de la Catedral, don Pedro Juan García Hernández. Por otra parte ejerció la docencia en la Escuela de Artes y Oficios de San Alberto Magno,, sita en la calle Anchieta donde hoy se ubica el estupendo y muy útil Archivo Diocesano, labor que llevó a término junto a personajes como el canónigo José Ortega, José Antonio Hernández Zerolo, Manuel Bruno Rojas, José Munguía, Andrés Mallorquín, maestro Antonio y Ovidio en carpintería, y maestro Cristóbal Cruz en forja y torno…Asimismo esta importante labor profesional la compartieron otros magníficos orfebres como Marino Remiro y un italiano que se asentó por los años cincuenta, apellidado Llamini. También un extraordinario restaurador que marcó época en La Laguna fue el maestro Molina. De este ambiente artesano, surgió el nunca olvidado amigo, Ventura Alemán de Armas, que murió joven, dejando una obra luminosa: la ampliación y el encaje de plata del trono del Santísimo Cristo de La Laguna.

Don Rafael en los años noventa estuvo dispuesto y se comprometió a la restauración por etapas del deteriorado retablo del Cristo. Dicho arreglo no se llevó a cabo por tener, ¡lamentablemente!, otras preferencias más importantes que resolver aquellos siete jinetes del apocalipsis y ex esclavos Mayores, Total Neda.

Reciban sus hijos Rafael y Concepción Trujillo García, sus nietos, sus hermanos Enrique y Otilia nuestro más sentido pesar por tan sensible pérdida para La Laguna, que deseamos hacer extensiva a su sobrino, el locutor César Fernández Trujillo así como a sus amigos Jerónimo Delgado y Francisco Cáceres

Bueno, don Rafael hasta pronto, pero no se le ocurra decirle a San Pedro que tiene el reloj atrasado y menos hablarle de los vinos de Tacoronte. ¡A disfrutar de la resurrección, que es la prenda de la vida eterna! AMÉN.

Fidel Campo Sánchez