La octava del Cristo de La Laguna, llega siempre en el otoño, la más bonita estación del año la más romántica en Aguere, pues en ella la naturaleza se hace equilibrio y serenidad. Con frecuencia nos sorprenden las primeras lluvias, el chipichipi, la bruma o el rocío. Aún la Plaza guarda algunas galas y heraldos, para el último recorrido del Cristo. De nuevo las campanas y unos poco cohetes vibran en el espacio, para rendir un último homenaje a la milagrosa y venerada imagen del Crucificado.
El día 21 de septiembre, es también la festividad del Apóstol Mateo, que coincide con las vendimias y los primeros mostos. Es la última oportunidad del año para acompañar al Cristo en su pequeño recorrido por la Plaza, para rezarle y cumplir alguna promesa del día catorce. Otrora, por estas fechas, don Mateo Alonso del Castillo, ex esclavo Mayor, festejaba con vino nuevo su onomástica y eran muchos los fieles esclavos y amigos, que acudían a su casa, en la calle Herradores, para felicitarlo. Un año se presentó un tal Juanillo, que trabajaba en la finca de don Mateo, expresando su deseo de cumplir una vieja promesa incumplida: cargar el Cristo.
Juanillo se presentó a don Domingo pidiéndole le resolviera poder cumplir la promesa, añadiendo que tenía entendido que él, don Domingo, era el patrón, el amo, el que más mandaba… don domingo tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para contener la risa, sobre todo ante la atenta mirada de don Manuel Aledo, cuyo rostro reflejaba que también contenía una carcajada ruidosa pero que, no obstante, se produjo, cuando Juanillo caminaba rumbo al trono. Por cierto, que don Domingo le aclaró de paso, que no era el dueño, más bien una especie de medianero elegido por la Esclavitud y el pueblo de La Laguna.
Asimismo recordamos que en la octava realizaba siempre su promesa don Cándido García Sanjuán, cumpliendo un mandato de su madre, doña Petra. Otra de las promesas tradicionales era la de los hermanos, Octavio y Ruperto Cabrera Benito, que siempre iban debajo del Trono del Señor. Una octava milagrosa fue la de 1978, cuando el Capitán General, don Mateo Prada Canillas, al comprobar lo poca potencia del fluido eléctrico de la Iglesia, prometió solventar el paso de un cable subterráneo por medio de los jardines de la Residencia de Oficiales para poder conectar con el transformador situado en la esquina, conocida por Casa Antonino.
También recordamos que por aquellos celebraba su onomástica don Mateo Arbelo González, profesor del Colegio Nava La Salle, toda una institución, con la participación de sus amigos de la “Peña la Roca”, los recordados José Manuel García Cabrera, Agustín Santana, José Menis de Pro, Manuel Torres Hernández, que no podrá asistir física y si espiritualmente al justo homenaje que se le rinde por parte del Ayuntamiento, poniendo su nombre a la prolongación de la calle la Higuera, el día 10 del presente, a las 12 del día.
Todos sabemos que La Laguna agradecida por la labor como enseñante y su actividad desinteresada en instituciones como el Orfeón La Paz, Junta de Hermandades, cronista de Baloncesto, Futbol y Cruz Roja, le dedica una calle muy cerca de su antigua residencia. Un acto que promete emotividad y asistencia masiva, para aplaudir al siempre joven lagunero que acaba de cumplir noventa felices años.
Y para finalizar, pedirle al Esclavo Mayor y miembros de la Esclavitud, que no olviden ayudar al Asilo del Santísimo Cristo, regentado por las Hermanitas de los Pobres, pues que sepamos hasta la fecha, y van uno, y van dos y van tres, respondan de una vez, ya que da la impresión que están capeando el temporal. Recuerden que San Mateo respondió, inmediatamente, abandonándolo todo a pesar de que ejercía el oficio de publicano, es decir cobrador de tributos.
¡Sigan al Cristo que les invita a su casa: el Asilo de los pobres.
Fidel Campo Sánchez