4.8.09

LIBERTAD DE EXPRESION

Todos animales son iguales, pero unos son más iguales que otros (Eric Blair, llamado George Orwell)

Pues miren ustedes por dónde, no es delito abuchear y silbar a los Reyes y al himno nacional que, según las normas en vigor, debe escucharse con respeto y en silencio cuando se interprete públicamente; todo lo más puede considerarse como una gamberrada o una falta de corrección amparada por el derecho a la libertad de expresión. Así acaba de sentenciarlo un juez de la Audiencia Nacional a propósito de la denuncia que presentó la Fundación para la Defensa de la Nación Española contra los grupos independentistas catalanes y vascos que realizaron esas ofensas a España al comienzo de la final de la copa del Rey en Valencia. Hala, muchachos, no volváis a hacerlo porque no es muy elegante, pero si lo hacéis otra vez no pasará nada; tenéis todo el derecho del mundo a defender, cada cual o cuales, sus legítimos ideales pero, ¡eso sí sin algaradas excesivas que suponen el darle publicidad a los Borbones, que nosotros como republicanos canarios, por supuesto no deseamos!

Ni los partidos políticos ni las instituciones dijeron una sola palabra de condena, ni siquiera de reprobación, cuando se produjeron aquellos hechos; es más, las declaraciones que hicieron fueron en su mayoría de casi alineación con los revoltosos. No había que esperar, por lo tanto, en lógica de un Estado de Derecho que tuvieran ninguna reacción ante la sentencia absolutoria, inexplicable para los que interpusieron la demanda, y que tan haya solo la Fundación citada ha presentado un recurso; ojalá no prospere, así lo deseamos en loor de la democracia y el republicanismo

La libertad de expresión está garantizada por la Constitución, que también afirma la igualdad de todos ante la ley. Los firmantes no estamos muy seguros, a pesar de eso, de que salieran tan bien librados quienes abroncaran en público a los himnos y presidentes vascos , catalanes y canario o quemaran las fotografías de éstos o las banderas de esas nacionalidades; aunque no sufrieran consecuencias penales, no dudamos de que los que disculparon las injurias a España o callaron les iban a poner a bajar de un burro, por mucho que apelaran a la libertad de expresión que, a nuestro entender, no debería amparar los insultos, las descortesías y las afrentas. Pero, aparte de que es muy improbable que en otras partes del país se den tales muestras de falta de respeto, fanatismo e intolerancia, parece que Orwell tenía razón: en determinadas circunstancias, unos son más iguales que otros.



Fidel Campo Sánchez