11.8.09

TERROR SECTARIO

Los cuatro atentados que ayer se cobraron la vida de 46 personas, hiriendo a otras 242 en las cercanías de Mosul y en la propia Bagdad, se sumaron a los perpetrados el pasado viernes, y que dejaron el sangriento saldo de 38 víctimas mortales y 267 heridos. El hecho de que todos los ataques se produjeran en la proximidad de mezquitas chiíes o en barrios habitados por personas de esa corriente religiosa permite pensar que tales matanzas pretenden reavivar la espiral de la violencia sectaria entre los iraquíes. Resulta prematuro concluir que este rebrote del terrorismo más brutal puede guardar relación con los riesgos que entraña la transferencia de la seguridad de las ciudades y de sus conurbaciones al nuevo ejército iraquí, de modo que las tropas estadounidenses se encarguen de controlar el resto del territorio. En cualquier caso lo ocurrido ha de ser motivo de grave preocupación, porque constituye el reflejo extremo de las dificultades a las que deberá enfrentarse el complicado diseño de la paz en un país cuarteado a causa de las divisiones de culto o étnicas, entre la obediencia suní o chií de su población árabe y las aspiraciones kurdas. Sería simplista deducir que estos brutales atentados, junto a los que se produjeron en julio, son consecuencia de una determinada opción en el diseño de los planes de seguridad en Irak. Pero señalan los indudables riesgos que comportará la paulatina retirada de EE UU del terreno de operaciones para encomendárselo a las tropas iraquíes. No tanto porque éstas no estén preparadas en adiestramiento y medios para garantizar en lo posible la seguridad de sus conciudadanos, como porque no acaban de formar parte de un estado consolidado, capaz de hacer que prevalezca el principio de ciudadanía, con sus derechos y obligaciones, por encima de la pertenencia religiosa o étnica de cada iraquí. Pero quizá lo más preocupante de lo que está ocurriendo en Irak es que la muerte violenta en aquel país ha dejado de ser noticia de primera página. Como si la eventualidad de que el terror sectario se convierta en problema endémico de los iraquíes no preocupe demasiado a la comunidad internacional mientras sea un fenómeno acotado dentro de sus fronteras.

FIDEL CAMPO SANCHEZ