El lagunero Palacio de Nava se trata de un edificio que comenzó a construirse por orden de Tomás Grimón, regidor de Tenerife en 1585. Edificación considerada como ejemplo insólito de arquitectura doméstica canaria, por la presencia en su fachada de un estilo híbrido, producto del marierismo (estilo arquitectura italiana del siglo XVI) y barroco (periodo siglos XVII y XVII), y neoclásico porque, desde su construcción hasta la última reforma, en 1776, por Tomás de Nava y Grimón y Porlier, quinto marqués de Villanueva del Prado, acusa la evolución y las transformaciones de la sensibilidad artística a los largo de las dos centurias que dura el proceso de reformas y ampliaciones.
Reformas en la casa unificando el conjunto con soluciones neoclásicas y cubriendo la fachada con cantería azul. Estamos ante un edificio catalogado como Patrimonio y Bien Cultural, para vergüenza de esos políticos a los que tiene obnubilados la tal Cerrillo, una “listilla” llegada de allende los mares, incapaz de conectar con la sensibilidad de lo canario y de los canarios, y persona no muy grata para los laguneros que se está cargando el Patrimonio. Por supuesto basándose en que en ciudad de los ciegos el tuerto es el rey o la reina.
El cuerpo central de piedra del edificio, similar al Palacio de Salazar que está deteriorado en relación a su antigüedad, por culpa de un pavoroso incendio que solo dejó las piedras (paredes y fachada), ejecutado hacia 1681, por los mismos canteros del Palacio de Nava. En el centro del frontispicio del Palacio de Nava campea en piedra el escudo de armas de los marqueses de Villanueva del Prado. En la época del marqués de Villanueva del Prado, este inmueble albergó la famosa Tertulia de Nava, núcleo de intelectuales que gozó de gran influencia en el período de la ilustración.
Y visto el deterioro de este bien patrimonial viene a nuestra mente, para poder compararlo, aunque las comparaciones resulten odiosas, habida cuenta de los montones de excremento, caquitas de paloma, depositada en la entrada principal así como en los patios interiores, a aquel “guano rojo” (abono orgánico) fosilizado de alto rendimiento, especial para uso agrícola como fertilizante tradicional, más completo que los superfosfatos de hoy, que mejora y mantiene la fertilidad de los suelos, por ser un producto natural. Favorece la actividad biológica y no acifica el suelo como ocurre con los fosfatos derivados del petróleo. Este guano es de tan notable actividad que mejora los suelos ácidos que carecen de viabilidad para poder ser cultivados. Fertilizantes que los laguneros podrán con el tiempo comparar con aquellos grandes depósitos de guano en el desierto chileno de Atacama que fueron descubiertos y explotados por los ingleses durante la Guerra contra la Confederación Peruano Boliviana en el siglo XIX.
Seún lo que vemos y sufrimos en La Laguna tendremos que recordarle a los políticos, a todos, aquello de cho Juan de las Mercedes (Santiago Puerta Cabrera):” El que nace lechón muere cochino”
FIDEL CAMPO SANCHEZ