23.11.09

Las cigarras y las hormigas.

Acaba de hacer públicas la Consejería de Economía, sumidos, como estamos, en plena crisis, son verdaderamente elocuentes: hay más canarios que no tienen dificultades para llegar a fin de mes y también son más numerosos los que sí que las tienen. Es difícil de entender, ¿verdad? Sin embargo pensamos que es coherente con la propia naturaleza humana, con la manera en la que, de modo diverso, nos planteamos la relación entre el presente y el futuro.

Hace 25 años en una universidad americana se hizo un test con un grupo de niños. Consistió en dejarles solos en una habitación frente a una bandeja de apetitosas rosquillas de chocolate, una para cada uno. Los investigadores les propusieron no comer ninguna de esas rosquillas durante un rato; quien no comiera ninguna rosquilla en ese lapso de tiempo, se ganaría después tres rosquillas. Pues bien, todos los niños que supieron esperar, que guardaron sus apetencias para mejor momento, fueron personas, ya en la vida adulta, con niveles de educación y de renta superiores a los que no supieron aguantarse.

Samaniego, en su clásico cuento con “recado” ya nos advierte que podemos ser cigarras si en las épocas de bonanza nos dedicamos a cantar y a disfrutar de las mieles de la prosperidad. O que podemos ser hormiguitas que día a día van guardando o anticipando tiempos peores. Muchos de nuestros ancestros siempre han dicho: 'El que guarda, halla' y esto, parece que nos puede estar sucediendo en estos tiempos.

Pero también hay otro tipo de cigarras y de hormigas, abundantes en estos días en los que sabemos que, como sociedad, hemos multiplicado por tres nuestra tasa de ahorro, con respecto a dos años atrás. Me refiero a las cigarras del ahorro por el miedo, la precaución o por el simple hecho de ahorrar, y las hormigas que guardan para poder invertir cuando la oportunidad llame a su puerta. La inversión nos enriquecerá, nos aportará valor frente a otros. El ahorro, sin más objetivos, nos puede empobrecer pues para crear riqueza el dinero debe moverse y no ponerlo en manos de los bancos para sus estabilidades e inversiones de usura.. Es prudente esperar a mejores tiempos, pero sin que las rosquillas se nos pasen de fecha y no haya quién les eche el diente

FIDEL CAMPO SANCHEZ