La fiesta anual de entrega de los Premios Príncipe de Asturias enlazó los valores por los que han sido reconocidos merecidamente todos los galardonados con la preocupación cotidiana ante la crisis y su peor derivada, el fantasma del desempleo. Lo hizo Felipe de Borbón en un discurso en el que apeló a trabajar «codo con codo» y con «espíritu constructivo» para superar un reto muy problemático, que animó a encarar con voluntad de «emprender, imaginar e innovar»., efectivamente innovar todo, comenzando por la Constitución, añadimos nosotros
Las palabras de señor Borbón constituyeron una apelación a la acción concertada para hacer frente a las dificultades que repercuten en el conjunto de la ciudadanía; ciudadanía a la que quiso expresar su cercanía cuando la recesión está haciendo tanta mella en el tejido económico y social.
El homenaje a los premiados como ejemplos de esfuerzo, capacidad de sacrificio, inteligencia y afán de superación situó en el centro del escenario del Teatro Campoamor aquellos valores que deben guiar la acción individual, pero también el camino hacia un orden económico más sólido y con mayor cooperación entre Estados.
Los valores reales son el cimiento social y personal de la responsabilidad que como valor de ella depende la estabilidad porque gracias a la misma, podemos convivir pacíficamente en sociedad, sin distinción de clases ni de nacimiento, ya sea en el plano familiar, amistoso, profesional o personal pero no será así si se insiste en ese ERES para rentabilizar las empresas a costa de los trabajadores mientras que, por el contrario, todos aquellos directivos que perciben mensualmente por encima de lo 7/8000 euros pretenden engañar congelándose los sueldos que contribuyan a salvar las economías de las empresas. Mentira cochina mentira ya que a ellos como a los políticos lo que más les importa es su bienestar a costa de los de siempre, los trabajadores, la clase media de la sociedad.
Fidel Campo Sánchez