De aquel Casino de la calle de
El antiguo Casino tenía una escalinata central y dos bonitas terrazas a ambos lados, muy utilizadas por los socios, que daban paso a un gran hall y una esplendida escalera que conducía a unas plantas inacabadas. Los socios que frecuentaban el Casino eran unos auténticos caballeros, usaban buenos ternos ingleses con chaleco, sombrero Borsalino y Roskopf con leontinas dobles de oro. Allí, día a día recordamos verles, bien en los sillones de mimbre de las terrazas abalconadas o en los cómodos sillones del interior en permanente tertulia.
En el recuerdo figuran don Andrés Cáceres, don José Zamorano, don Ciro Urcelay, don Leopoldo Renshaw, don Alonso Tabares, don Ramón de Ossuna, don José Valcárcel, don Juan de Vera, don Juan Oliva, don Manuel Cifra, don José Rivero…atendidos celosamente por Lorenzo, el veterano conserje
Es en el año 1972, cuando se presenta la oportunidad de adquirir el palacete de la familia Rodríguez de Azero, en la calle del Agua (Nava y Grimón), pues interesó el edificio del Casino para una operación inmobiliaria promovida por don Quintín Melo. Nuevas oportunidades se presentan con el cambio de sede, ya que se cuenta con más superficie, lo que permite tener cocina, bar, comedor, amplias salas de juego para dominó, naipes, ajedrez, póquer, billar. Se dio paso al bridge, tenis de mesa, al squash y además se adecuó un lugar para acoger
De estos logros es de justicia reconocer, que se debe al trabajo incesante y a la entrega desinteresada de socios como Francisco del Castillo, José Carlos Oramas, Daniel Redondo Camarero, Antonio Ayo y la incorporación de Enrique Brito persona muy entendida en obras, que junto con el presidente de honor, el amigo Juan Antonio de Ossuna y Torres, lograron el soñado Anexo Deportivo, que cuenta con piscina climatizada y un excelente gimnasio.
Desde un tiempo a esta parte y después de la retirada del señor de Ossuna y Torres, el Casino ha decaído, hasta el punto de que el Restaurante, en su día motor de las actuales instalaciones, ha perdido garra en atenciones y calidad. Se cierra los domingos, lunes y miércoles por la tarde, el martes todo el día. Han reducido el personal, falta un buen cocinero y la calidad de la carta es deficiente. Resulta curioso como hoy se utilizan las sociedades recreativas, culturales e incluso las religiosas para figurar, medrar y sobre todo para no hacer nada de nada.
El Casino no se puede limitar a simples reuniones con los pocos directivos que asisten, para dar instrucciones tajantes y coercitivas a los empleados, con el solo objetivo de reducir gastos. Hace falta una buena gerencia que entienda de administración, de logística, de recursos humanos, de suministros, ¡cueste lo que cueste!. Si todas las sociedades tuvieran en su Directiva, personas que se preocuparan de prevenir los problemas, de solucionarlos cuando se producen, estamos seguros que la cuenta de resultados mejoraría de forma sustancial.
Muchas preguntas se hacen los socios: ¿Por qué esperar a que nadie utilice el comedor? ¿Por qué molestar a los “viejos” diciendo que no aportan nada y prohibiéndoles fumarse un puro? ¿Por qué prohibir sacar periódicos de
¡Píenselo ¡ y no J. J. más.
FIDEL CAMPO SANCHEZ