En los últimos tiempos surgen de nuevo voces que nos preguntan: ¿Existe el infierno? Nos quedamos un poco parados y les contestamos: sí, existe el infierno, sólo que nadie sabe si en él hay alguien. Después, sigo peleándome con la pregunta, y sí, no puedo por menos que reconocer, que hay situaciones tan descaminadas que llevan inexorablemente a un punto muerto, imposible de escape, 'perdición eterna', eso es teológicamente el infierno.
Como no somos teólogos y como aprendiz de filósofo dejamos mucho que desear, nos dedicamos a pensar en situaciones que sí son 'infernales': el mundo de los toxicómanos, el dolor de los enfermos incurables, el terrorismo, la pérdida de un hijo o una hija por causas violentas, el no querer perdonarnos a nosotros mismos. Un infierno es cada guerra, la de Afganistán, o la de Irak, o la del matrimonio que se separa mientras su hijo observa los 'misiles verbales' que continuamente se lanzan sus padres, porque dejarán de ser casados, pero padres, eso nunca dejan de serlo.
Stalingrado o el Holocausto fueron verdaderos infiernos, infiernos por lo que padecieron millones de seres humanos; infiernos porque hicieron que personas buenas colaborasen con el mal para poder salvarse; infierno, porque a base de miedo, el mal calló conciencias, tapó denuncias y consiguió que muchos seres humanos, naciones incluso, mirasen para otro lado.
En la predicación de Jesús, el infierno aparece como una advertencia; el Maestro NO quiere que vayamos a parar a él, no desea que nuestra forma de vivir cree, cause, produzca infierno a los otros o en los otros. Cristo quiso salvarnos del infierno, aunque él padeció el infierno de la envidia, persecución, acusación y muerte... pero el Hijo de Dios sufrió el infierno y lo venció... Sólo hay una posibilidad de sacar a alguien del infierno en que vive, o del infierno en que convierte la vida de los otros: no se nos ocurre otro remedio, que el amor, por eso Cristo que murió perdonando, por eso había dicho «amaos los unos a los otros, como yo os he amado»
Sí, existe el infierno, pero para no dejarlo para cuando no tenga remedio, Padre, no nos dejes caer en la tentación de crear infiernos, de ser un infierno para los otros, ¡Ah!, y líbranos del mal, aménFIDEL CAMPO SANCHEZ