2.9.09

NO SABEN LLOVER

No hemos permitido titular el presente con un artículo sobre el problema del agua en La Laguna, del doctor don Enrique González, así gran parte de la idea general que por lo didáctico guardamos, en parte, en nuestra memoria Desconocemos cómo se las arreglan en esta La Laguna de nuestras preocupaciones para que todos los días aparezcan noticias conflictivas sobre la misma. Y no es que uno le tenga manía a los que llevaban el gobierno de la ciudad ni crea que pueden arreglar las cosas a gusto de todos, pero la cuestión es que no vemos por ningún lado políticas adecuadas a una ciudad que ostenta el título de la UNESCO de Bien Cultural y Patrimonio de la Humanidad

La gente ha elegido libremente a los que han querido, y no queda otro remedio que aceptarlos, aunque normalmente tengamos que discrepar. Hay mucha gente que se divierte con el ocio nocturno las orgias y bacanales de fin de semana, con las continuas fiestas y lo dispendios en momentos de crisis, con las fanfarrias, pues Banda de Música Municipal que digamos no existe. La que se hay aunque no nos guste, por cómo se formó hecho está. Pero nada ni nadie puede impedir que expresemos nuestra opinión como ciudadanos, en libertad.

Dicen que las calles peatonales son más bonitas, de las tres categorías estéticas: bonito, lo bello y lo sublime Puede que estén contempladas en cualquiera de los tres conceptos más, según lo que entienda cada uno por el concepto de bonito, esa idea abstracta o mental. Las nuevas losetas de las principales calles remodeladas se manchan con más facilidad y las manchas que se producen tienen todas las posibilidades de alcanzar edades efímeras. El colocar las losetas encima de una capa impermeable, por su porosidad, mantienen más tiempo la humedad. La diferencia de grados de humedad entre una calle de estas losetas y otra de simple asfalto es de muchos grados. Y en La Laguna, la ciudad de la humedad por antonomasia, se nota. Además, desde que se permitieron edificios más altos y ahora los de estilo bunker, la mayoría de las calles no reciben los rayos de sol directamente, con lo que aumenta la sombría humedad. El ancho de las calles debe guardar relación a la altura de sus edificios. Las calles, “como el aparato circulatorio, que debe ajustarse a las necesidades de sus edificios”. Suprimieron las aceras. Cuando llueve, que por suerte para los que cambiaron las calles cada día es menos frecuente, el agua entra en algunas plantas bajas. Los peatones, antes beneficiados por las elevaciones de las aceras, ahora tienen que meter los zapatos y parte de los pantalones en el mismísimo torrente de agua. Los desagües, si la lluvia es escasa, son suficientes. Pero si cae un buen chaparrón, entonces las estrechas rejillas no cumplen con el único y exclusivo oficio para el que fueron instaladas. Colocadas en horizontal, en la misma dirección del agua, son ineficaces porque al fuerte chorro de agua le es más cómodo seguir su curso que doblarse y meterse por las estrechas rejillas. Distinto es cuando las alcantarillas están en el mismo pretil de la acera, porque entonces el agua entra con gran facilidad. El agua, como tantas otras cosas, obedece a las leyes físicas e ignora las ordenanzas municipales, en la mayoría de los casos para recaudar y, en absoluto, para la brillantez de ideas y sino a los hechos nos remitimos.

Según se puede leer, pero no comprobar, el beneficio para el comercio de la peatonalización ha sido muy grande. Una cosa es lo que nos quieren hacer creer y otra cosa lo que ven los ojos y lo que comparten los comentarios de los hombres de a pie. Es evidente que ahora hay más gente en las calles. Mucha gente pasea. Pero, por lo que se ve, el comercio no se ha beneficiado., la mayoría de las tiendas están vacías. Es desolador ver a los dependientes, con la mirada perdida, detrás del mostrador o en las mismas puertas, esperando que alguien entre. Para el que vive en los alrededores le es más cómodo ir a las grandes tiendas, donde encuentra aparcamiento gratis y seguro, que buscar o pagar un aparcamiento, y cargar con la compra hasta el lejano aparcamiento.

No se trata de una crítica, sino de la opinión generalizada. Si no es así, sería motivo de alegría, porque todo el mundo aspira a mejorar. Y si las calles no son más húmedas, si la gente no se moja más, si el agua se elimina mejor, si los pisos bajos no están en peligro de inundación, si el comercio vende más, si la nueva recova es un gran acierto,¡ nosotros creemos que no!, sólo queda la aceptación de lo bien hecho. Pero la realidad es la realidad. No se trata de leer en los periódicos las crónicas manipuladas. Hay que estar a pie de obra. El frio lagunero y las humedades más ahora, es una tónica tan habitual que ni siquiera los edificios del Patrimonio Cultural, los más nobles, no son inmunes a tal afección. Pero lo que llama más nuestra atención es la incompetencia de algunos ediles. La edila Julia Dora, como no podía ser menos en sus pretensiones de adoctrinamiento nos espeta la siguiente perla o perogrullada: “tras un invierno tan fuerte como el último, no sabe qué casa no ha tenido humedad. Pues mire “ínclita” concejala la nuestra está impoluta y sin el síndrome que produce una peatonalización mal hecha y la sin razón cuando se desea argumentar desde lo que se desconoce, como lo ocurre a usted.

Un viejo lagunero decía, convencido de la fuerza de su frase, que el problema de los que vienen de fuera a La Laguna, e incluso los políticos actuales, sean o no nacidos, no es otro sino que "no saben llover". No se puede olvidar la lluvia y la humedad a la hora de hacer o modificar algo en La Laguna. El sabio lagunero conocía las frecuentes lluvias, los intensos chaparrones, recordaba cuando el agua corría por las calles alcanzando la altura de la acera. Recordaba los barrancos que drenaban durante todo el invierno las aguas que caían de los cielos. Y sabía que los fundadores de la ciudad trazaron las calles para nutrir casas de no más de dos pisos y así fue hecho para que todas las casas tuvieran la misma ración solar y la misma dosis de sombra y humedad y no ocurriera lo que está ocurriendo cuales son las preocupantes humedades que están invadiendo el recién remozado Teatro Leal y casas adyacentes al filtrarse el agua que produce la humedad por el disparate de haber utilizado cemento en la base de la peatonalizada y encima plástico aislante que impide filtraciones hacia el nivel freático, a la tierra ,y el agua busca camino hacia los edificios, las casas con las consiguientes humedades Todo esto lo sabía aquel viejo lagunero, que hizo famosa su gran frase: "No saben llover".



Fidel Campo Sánchez