26.9.09

JURAMENTOS Y PALABRAS DE HONOR

Antiguamente los chicos peleábamos a la salida del Colegio, pues durante el recreo, algún compañero había puesto en duda nuestra palabra de honor. Eran tiempos diferentes, con más ingenuidad que en esta época. Los chicos jugábamos con pelotas de trapo, asistíamos al cine los domingos, a las cuatro de la tarde a la sesión de Matiné, con nuestra bolsa de manises, garbanzos, chochos, chufas, cotufas de millo (palomitas). Eran tiempos de los tebeos del guerrero del antifaz, de pulgarcito, de los libros de la colección de Guillermo.

Poner el honor o jurar como aval de esto o de lo otro era un argumento al que algunos pibes recurríamos con cierta soltura. La razón era porque también oíamos esas palabras en la boca de nuestros mayores. En cualquier caso, con la receta honradez de la época que tenían los muchachos mientras no crecían y lo perdían, a veces se solía llevar el asunto hasta las últimas consecuencias. Es decir, se solía zanjar, fuera de clase de la siguiente forma: maletas al suelo, puños y allá cada cual. A veces al finalizar la pelea nos dábamos la mano. En otras no era sí. En fin, como decimos, eran otros tiempos en los que el honor tenía que ver con una cualidad moral que nos recordaba el deber con nuestros semejantes y con nosotros mismos.

Hoy al hablar a un chico de honor lo más probable es que te mire como si acabaras de fumarte un porro. También, de cuando en cuando aparece un político en el telediario diciendo:” prometo por mi honor cumplir los deberes de mi cargo…” Pensamos que no haya nada más eficaz para corromper el término “honor” que ponerlo en manos de un político, sea consejero, viceconsejero, director general, secretario general, asesor, o como en el caso de que nos vamos a ocupar, todo un presidente del Gobierno de la C.A. C.A (Comunidad Autónoma Canaria)

Paulino Rivero, de mudado, pálido y solemne, dirigiéndose a la Cámara dijo:” juro por mi honor que en mis treinta años, desempeñando tareas públicas, jamás he utilizado los cargos para beneficiar a familiares y amigos”. ¿Ha olvidado al parecer Paulino que en su trayectoria política, ha sido alcalde, consejero del Cabildo Insular, diputado, presidente de CC y ahora del Gobierno de Canarias, durante estos dos últimos años y que, por supuesto, ha nombrado consejeros y altos cargos en número superior a cien y otros tantos asesores y directores o gerentes de organismos autónomos, empresas públicas y otros entes? A nosotros nos consta de algún familiar e hijos de votantes y amigos del Sauzal están colocados en estos organismos, habida cuenta que solo bastaba pedírselo al Ruano, al Santa o al Ortiz de turno.

Le está creciendo la nariz como a Pinocho, decía Ángel Isidro Guimerá, refiriéndose a Miguel Zerolo. Lo mismo lo mismo le decimos a usted, señor Rivero. ¿Sabe qué cada día se extiende más y más, la idea de que los políticos desprecian a la opinión pública, ya que en proporción creciente no se dedican a atender al bien común sino al medro personal, a la colocación de sus parientes y amigotes?

Señor Rivero: le sugerimos, cuando pueda, suba al Santuario del Cristo a rezar y pregunte por su tío, el lego franciscano Baute, todo un ejemplo de santidad. Seguro que le recomendará que haga una infusión con “rompe piedras”, que cultivan los frailes, para los afectados por piedra en la vesícula biliar, para que se las ponga de fomento en la nariz. Basta oír, aquí se sabe todo, tenemos algunos datos que avergonzarían a los que juran o prometen en falso

FIDEL CAMPO SANCHEZ