20.5.09

CAMPS IMPUTADO, ¿PARA CUANDO EL CANARIO SORIA?



La imputación en el “caso Gürtel”' del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, es una decisión que el juez encargado del caso ha adoptado para esclarecer hasta qué punto los indicios que obran en su poder podrían incriminar al mandatario autonómico en un delito de cohecho que, por cierto, a nosotros nos parece que muy similar al caso Salmón y otros de un canario, también del PP, señor Soria. Camps ha venido negando, al igual que Soria, en sucesivas comparecencias parlamentarias y en actos públicos, la veracidad de testimonios y facturas que indicarían que fue obsequiado con trajes el primero, por parte de personas o empresas vinculadas a la citada trama de corrupción, y el segundo con viajes a Noruega y otras lindezas, por parte de un empresario turístico de nacionalidad noruega.

Corresponde al instructor verificar los hechos y, en especial, dilucidar si la eventualidad de que el presidente valenciano se haya beneficiado de trajes que no han sido abonados por él es, así como las presuntas corruptelas del tal Soria, al margen del reproche moral y de la crítica política que merecería tal conducta, un ilícito en tanto que pudiera considerarse como pago de un trato de favor de la Administración autonómica a particulares. La citación judicial por la que Camps y el 'número dos' del PP en la Comunidad, Ricardo Costa, prestarán declaración  en el Tribunal Superior valenciano podría servir para clarificar su situación. A la espera de que el instructor adopte cualquier otra determinación, es lógico que tanto ambos dirigentes como el PP se esfuercen en que prevalezca la presunción de inocencia como principio nuclear de nuestro sistema garantista. Pero al posponer toda asunción de responsabilidades políticas, e incluso toda explicación pública respecto a los hechos relatados por la Fiscalía, a una sentencia previa por parte de los tribunales, las instituciones y los partidos políticos tienden a eludir su obligación inmediata de disipar las dudas y sospechas que albergue la ciudadanía.

 Es cierto que el desarrollo mediático de un juicio paralelo o la utilización partidista de indicios y filtraciones subvierten el propio sentido de la Justicia. Pero siempre resultará más coherente y propiciará mayor crédito social denunciar tales prácticas desde una disposición proclive a la transparencia frente a las imputaciones y a la depuración institucional de conductas anómalas. Francisco Camps ha venido reiterando que no hay «nada de nada» que sostenga su implicación en el “caso Gürtel'”, al igual que el canario Soria, en el caso Salmón y otros.

Pero el relato desde hace tres meses sobre una trama de corrupción que supuestamente afectaría a la Generalitat valenciana habría requerido explicaciones y decisiones más inequívocas para que no derivase en un juicio público, en buena medida inevitable en una sociedad abierta. Y en el caso canario, del vicepresidente de la Comunidad Canaria el que CC., esté permitiendo y arropando a Soria que pudiera estar lleno de porquería, encontramos, hasta cierto punto lógico que al apoyarlo contra la recusación llevada a término por el PSOE canario y no prosperada pudiera ser la consecuencia de taparse todos con la misma manta de tanta basura, cohechos y corruptelas como, el canarito de a píe se ve obligado a soportar ya que el entramado de la ley electoral canaria impide que accedan al Parlamento nuevas caras, nuevos modos y el alza de valores que se llevan pisoteando y que se hacen realidad al investir por segunda vez para legalizar las “vergüenzas” al máximo dirigente del PP, en estas ínsulas de barataria, gracias al respaldo del nacionalismo españolista de CC., que indefectiblemente nos llevan a tener que pensar que es para ocultar las propias y delictivas vergüenzas, afianzando alianzas contra el pueblo soberano que exige se apliquen leyes justas contra esa chanchullera ley electoral canaria que les ha llevado donde están impidiendo el acceso a personas más honestas y capacitadas, Aquí en esta nacionalidad es donde debe aplicarse esa poco democrática Ley de Partido Políticos, entre los dos grandes partidos ninguneando a los demás.

 

Fidel Campo Sánchez