La sabiduría ancestral de la curia italiana se puso de relieve en los tiempos en que la hegemonía política de la democracia cristiana se veía amenazada por el eurocomunismo. En los períodos electorales, los curas italianos, manteniendo esa exquisita equidistancia de los que saben que el cielo comienza en la tierra, advertían desde sus púlpitos que no querían inmiscuirse en política, pero recordaban a sus feligreses que ellos eran demócratas y eran cristianos. Los obispos, parte de un tratado internacional, también actúan como políticos beligerantes Apenas habíamos asimilado las manifestaciones callejeras de cardenales y obispos por las más diversas reivindicaciones cuando nos llega el último acuerdo de la Conferencia Episcopal, leído, sin rubor aparente, por un portavoz recientemente elevado a la dignidad episcopal. Y resulta que, como diagnosticó en su día el incombustible ministro demócrata-cristiano Giulio Andreotti, a la política española le manca fineza, le falta estilo y cultura democrática y que no es otra cosa que el “encender una vela a Dios y otra al diablo”
Aquello que dijera aquel gran político que fuera Andreotti de falta de fineza, estilo nosotros añadimos ausencia de cultura soberanista canaria, es algo de lo que, en grandes cantidades, carecen de mínimos de rubor los “nacionalistas·” de CC., por lo que sentimos, en esta ocasión, tener que referirnos alcalde nacionalista canario, al verlo actuar el día 2 de mayo, como nacionalista español, en la donación que, según él, hizo el pueblo de La Laguna al “Regimiento de Artilleros de Artillería de Montaña núm. 93”. Que pone en tela de juicio que la opinión del pueblo soberano no se tiene en cuenta para nada si no que lo que cuenta son las conveniencias partidistas y de sumisión a ese Ejército español que algunos califican de ocupación, contra el que nosotros, como canarios de integración nada, absolutamente nada debemos objetar pero si el que algunos de salgan de madre y vayan contra principios fundamentales de los sentimientos nacionalistas, hoy de grandes mayorías. Este bochornoso hecho nos hace recordar lo siguiente:
El talante democrático y soberanista que imperaba en aquella corporación municipal posterior al franquismos salida de las elecciones de 1979, en la que a propuesta de 1980 de Rafael Núñez Pérez, representante de la UPC, que salió adelante el colocar una bandera canaria en el balcón del Ayuntamiento y precisamente la tricolor con siete estrellas verdes y, por supuesto, con el voto en contra de la oposición de la derecha del nacionalismo español la UCD. Llega el Corpus de 1980, en el que acostumbra desfilar el Ejército que, al tener conocimiento su Capitán General, el ciudadano González del Hierro que ondeaba la bandera de la nacionalidad canaria retiró las tropas y, por tanto, no hubo desfile así como no hubo asistencia de militares en la procesión. Recordamos este hecho para que se vea la diferencia entre aquellos nacionalistas y los de pacotilla de hoy. Y para no perder la costumbre, militares y civiles se auto condecoraron e hicieron referencia a aquel 2 de mayo de 1808, en la Metrópoli española que, nada tiene que ver con los canarios ni con Canarias.
En definitiva que este acto merece que lo califiquemos con el “encender una vela a Dios y otra al diablo. De pena y vergüenza ajena, la peor de las vergüenzas, amigo don Fernando
Fidel Campo Sánchez