LAS SIERVAS DE MARIA Y SU VINCULACIÓN A LA LAGUNA.
Nos llega la triste noticia de que la congregación de las Sirvas de María, cierran definitivamente su casa y dejan Las Palmas de Canaria, por falta de vocaciones, al parecer.
La labor que han realizado a lo largo de más de cien años en Canarias, ha sido de abnegación y callada, pasando casi desapercibida para la mayoría de los ciudadanos. Han realizado una obra verdaderamente extraordinaria, pues se han dedicado al cuidado de los enfermos, tanto a domicilio como en Hospitales y Clínicas privadas. Casi siempre en condiciones de enfermos terminales, mayores y sin poderse valer por su mismo, personas con la enfermedad de Alzheimer, por simple envejecimiento o estados carenciales propios de de edad avanzada.
Son muchos familiares de La Laguna, de Tenerife a los que ha llegado su sacrificada labor, siendo impagable la ayuda recibida de las “Hermanitas del Señor”, como las denominaba don Vicente González Álvarez Falcón, que aprovechaba.para descubrirse de inmediato, quitándose de la cabeza el sombrero que siempre utilizaba, en señal de respeto y admiración. Hay que destacar que esta inmensa labor asistencial, la han ejercido sin pedir nada a cambio, sólo conformarse con la voluntad, que tristemente y muchas veces, no se ha correspondido con el trabajo realizado.
Destacar también que este servicio, es además, nocturno y realizado por hermanas de cierta edad, que al llegar de regreso a la Casa oyen primero la Misa en comunidad, antes de retirarse a descansar por unas horas. Es cierto que su labor ha sido posible, en parte, gracias a la colaboración de terminados organismos, tanto privados como públicos. Desde aquí reconocer la ayuda del Cabildo Insular, del Ayuntamiento, la Esclavitud del Santísimo Cristo o la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias y de algunas empresas que generalmente aportan alimentos.
Lo realmente triste es que ningún organismo público y privado, pueda solucionar el problema de las “vocaciones”, motivo fundamental por el que tienen que abandonar la Isla de enfrente. El mismo por el que cerraron una hermosa casa en la calle Viera y Clavijo de Santa Cruz, junto al Ayuntamiento, sin que Felipe Fernández, anterior obispo, se esforzara mucho en buscar soluciones y e vitar su marcha.
En el recuerdo de todos los laguneros, están aún los nombres entrañables de mojas extraordinarias, como sor Joaquina, sor Anunciata, sor Josefina, sor Cristina, sin olvidar a los capellanes don José Mesa, don Mauricio González, don Vicente Cruz y a Pedro Gutiérrez, monaguillo y vecino, pues vivía en la cercana casa de la familia Castro, en cuya fachada se conserva una placa de mármol en reconocimiento del gran músico, don Alonso de Castro, fundador de la Banda de la Fe. Pues bien, hoy ese muchachito monaguillo al que hacemos referencia se ha convertido en renombrado Médico, en la especialidad de Urología, que presta sus servicios en el Departamento de esta materia en el Hospital Universitario de Canarias y a la vez, es el mismo, que ocupa la presidencia de la Junta de Hermandades y Cofradías. Al conciudadano Pedro, las monjitas le servían al terminar la Misa, un saludable y abundante desayuno, sin olvidar algunas golosinas.
Los laguneros no podemos permitir que las Siervitas de María terminen cerrando su casa en La Carrera (antes obispo Rey Redondo). Hemos comprobado con satisfacción que las escasas vocaciones, han sido reforzadas últimamente con monjitas de tez negra, a las que podemos divisar al anochecer acudir a los domicilios de los enfermos portando una “pocha”, con sus objetos personales y libros para orar y meditar y para llevar mucha dulzura t sobre todo amor, a los que sufren alteraciones graves de la salud del cuerpo.
Es de esperar que nuestro Ayuntamiento, por medio del alcalde don Fernando Clavijo, hombre responsable, sepa agradecer adecuadamente el sacrificio y la abnegación que durante tantos años han realizado las Siervas de María otorgándoles, previo expediente de Honores y Distenciones, la medalla de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. ASI SEA