La tranquilidad con la que Rodríguez Zapatero rompió su silencio respecto a la mini derrota sufrida por los socialistas en las elecciones europeas, apelando a los 11 millones de votos que recibió en marzo de 2008, entraba dentro de lo previsible. Un mini revés como el sufrido y la incomparecencia inmediata del secretario general del PS para explicarlo puede desconcertar a dirigentes y militantes, inquietos por el significado profundo de esta última señal electoral. Pero mayor sería el desconcierto entre las filas socialistas si Rodríguez Zapatero optara por mostrarse preocupado y autocrítico tras el veredicto de las europeas. Es un principio elemental de la política que los reveses han de ser minimizados mediante mensajes de confianza si no se quiere que acaben en una desbandada de las bases electorales. Pero mostrarse impasible ante una derrota electoral entraña el grave riesgo de que se coarte tanto la reflexión interna que el partido acabe enmudeciendo y se vuelva inerme ante próximos avatares.
Aunque el mayor peligro de la falta de autocrítica ante la derrota por parte de una formación que gobierna es que se encele de tal manera en la corrección de su política que sea menos capaz que ayer de admitir que los demás pueden tener alguna razón, al no compartir algunas medidas que se aplican y que son de la derecha no de esa izquierda a la que tenemos que exigir más
La mini derrota sufrida por los socialistas en las europeas en ningún caso pone en cuestión la legitimidad de su posición como primer partido del país, y tampoco obliga al presidente a someterse a una cuestión de confianza que pusiera a prueba hoy su investidura de hace un año. Ni la diferencia obtenida por el PP, en condiciones de tan amplia abstención, ni el sentir de las restantes fuerzas apunta en tal dirección. Pero aunque el secretario general del PSOE eluda reconocer fallas en su política que explicarían, siquiera parcialmente, el resultado de las urnas, no debería soslayar el mensaje que le han enviado los ciudadanos. Porque el presidente Rodríguez Zapatero ha sido emplazado por los comicios a modificar una conducta en exceso reacia a advertir los límites del proyecto socialista y a propiciar cauces de diálogo más allá de la apariencia o de las promesas que sus interlocutores han considerado incumplidas a menudo. Es lógico que evite explicitar la autocrítica; pero es ineludible que corrija los sesgos más partidistas de su estrategia. Entre otras causas porque los resultados electorales han demostrado que los incondicionales del socialismo son menos de lo que Rodríguez Zapatero de a entender o al menos que los que se han beneficiado de los avances sociales defendidos por Rodríguez Zapatero y los suyos quedaron, ante la masa obreril, en aguas de borrajas habida cuenta que inexplicablemente han decidido que con la mayoría de la derecha en el Parlamento Europeo se vaya a sufrir un retroceso para que todos esos que votaron a la derecha sean los que paguen las avaricias del neo liberalismo, en lo que incluimos a los emigrantes que casi en masa apoyaron a Mayor Oreja y quiénes serán los que más paguen por sus errores ante la fuerza de las discriminaciones europeas. Aunque la derecha este en el ojo del huracán por la corrupción nunca es castigada por eso sin embargo a la izquierda, a quien más exigimos transparencia y anticorrupción es la que paga siempre por ciertas políticas timoratas más cercanas al neo liberalismo que al progresismo de izquierdas que deseamos mayorías de votantes
Fidel Campo Sánchez