La brecha abierta en el seno del Consejo General del Poder Judicial en torno a la nueva regulación del aborto propuesta por el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha desembocado en un hecho insólito: que el máximo órgano de gobierno de los jueces haya renunciado a emitir el informe preceptivo sobre un anteproyecto de ley por primera vez en sus casi 29 años de historia. El dictamen que apoyaba la constitucionalidad de la reforma legislativa, aunque sugería, entre otros cambios, que se permita a los padres de las menores de 16 y 17 años tener conocimiento de la decisión de interrumpir el embarazo, decayó ayer al abstenerse el vocal de CiU(l a derecho oligarca catalana) y registrarse un empate entre los denominados vocales progresistas y los conservadores después de que el presidente del Consejo, Carlos Dívar, sumara su decisivo voto a los segundos que no tiene nada de extraña dada su procedencia franquista. Este bloqueo, unido al rechazo cosechado en la comisión de estudios por una iniciativa previa que declaraba la ley contraria a los principios de la Carta Magna, ha llevado al CGPJ a desistir de la función que tiene encomendada ante la imposibilidad de alcanzar una mayoría; en definitiva, a fijar un criterio colegiado, aunque éste no fuera vinculante ni para el Ejecutivo ni para las fuerzas política que negocian en las Cortes el contenido del anteproyecto.
La disparidad de opiniones en el Consejo refleja las aristas de un debate muy delicado, así como las dificultades a las que se enfrenta el Gobierno para transformar la ley despenalizadora del aborto en una de plazos recabando un consenso amplio y sólido. En este sentido, que el informe más favorable del CGPJ no haya sido aprobado y que ello se deba, en buena medida, al voto del presidente cuyo nombramiento promovió en ese pacto del cara al sol de Zapatero con la complacencia del PP - orillando que el candidato debía ser propuesto por el órgano-impide al Gobierno dotarse de un relevante aval. Pero el principal revés lo sufre el propio Consejo, sometido a otra parálisis en sus decisiones por la reiterada incapacidad de los vocales para superar los límites de su presupuesta adscripción política e ideológica. Atribuir en exclusiva el resultado de la votación a las convicciones religiosas de Dívar obvia el vergonzoso modo en el que PSOE y el PP se repartieron los asientos en el Consejo y el lastre que supone una elección tan politizada para la credibilidad e independencia del mismo, Así les luce el pelo a algunos por derroteros, entre la izquierda pero sin dejar a la derecha, no sabiendo a que cuerda agarrarse con tal de tener poder.
Fidel Campo Sánchez