Ustedes se han percatado de la cantidad de niños que aparecen en los anuncios de coches en televisión? ¿No será que son los niños quienes toman las decisiones importantes y las no tan importantes en muchas familias? De hecho, algo que nos han traído los tiempos que corren es el progresivo intervencionismo de los niños en las vidas de los adultos. Todo en nombre de la libertad y desarrollo de los menores. Los niños tienen opinión y participan en la toma de decisiones. Es el débito a los nuevos estilos educativos que tratan de huir de nuestro pasado autoritario llevándonos al extremo de la permisividad. Sin embargo, como la naturaleza humana lleva su curso, ninguno de los niños suele estar dotado para afrontar las consecuencias de casi ninguna de sus decisiones, de forma que son los papás y mamás quienes cargan con esa responsabilidad. Igual que ha sido siempre, claro. La diferencia es que antes un niño tomaba decisiones tangenciales, periféricas, y ahora compran coches. ¡Qué barbaridad!
Decisiones sin responsabilidad. Tal vez los cinco menores presuntos violadores de una niña en Córdoba estén pensando que, como sus papás y mamás siempre les han justificado o directamente ignorado o asumido sus travesuras y plegado a sus demandas, por muy infantiles que fuesen, ahora ocurrirá lo mismo. Igual también tienen en cuenta lo que han aprendido en las series de televisión, que a los menores se les perdonan las trasgresiones penales porque son irresponsables de sus actos. De nuevo, decisiones sin responsabilidad. La mayoría de los padres se sienten culpables por demasiadas cosas ante sus hijos y buena parte de estos niños aprenden muy pronto el valor de la manipulación, de explotar la culpa en beneficio propio. Lo hacen sin malicia, desde luego, entendiendo sus mentes aún sin formar que lo natural es salirse con la suya. De ahí a construir un mundo moral propio, donde se sienten con libertad de ejercer e impunidad ante una responsabilidad siempre transferida, no hay más que pocos pasos. Igual todo esto no tiene nada que ver con el suceso de Córdoba, la mala ley del menor O tal vez sí.
Fidel Campo Sánchez