22.7.09

Otra pandemia


El puesto de trabajo es uno de los factores fundamentales que condicionan las expectativas vitales de cualquier ciudadano de una sociedad desarrollada. El grado de satisfacción que produce, la afinidad a la función asumida, la dureza en su desempeño, el estatus social que otorga y, sobre todo, la remuneración que concede son elementos sustanciales para cualquier proyecto de vida. Pero si el trabajo es un condicionante del estado de ánimo, la ausencia de empleo o el riesgo de perderlo suponen un ataque a la estabilidad emocional y una agresión a los complejos equilibrios que asientan la existencia con consecuencias directas sobre la salud. Como toda afección, corresponde a las administraciones, políticas y sanitarias, atender estos casos y anticiparse a su evolución, y más si las patologías se multiplican. Y la crisis económica, por su carácter brusco, generalizado y sostenido en el tiempo, se ha convertido en una mala suerte de “pandemia laboral”

La OMS señala que la depresión es la cuarta causa de baja en el trabajo en las economías occidentales y que, si sigue su actual progresión, se convertirá en la segunda en 2020. La recesión no ha hecho más que incrementar estos datos y agudizar las dolencias de los empleados más vulnerables. Una afección sobre el equilibrio emocional que no atañe únicamente a los trabajadores sacudidos de forma directa por la crisis, sino que incide en los aún empleados ante el temor a que empeoren sus expectativas. Las estadísticas que relacionan situaciones laborales límite con enfermedades, no sólo mentales, son contundentes: aumentos de riesgo de infarto y de dolencias cardiovasculares, hipertensión y lesiones músculo-esqueléticas documentadas. Es evidente que el cuadro de enfermedades laborales está llamado a incrementarse con afecciones íntimamente conectadas con la salud mental y emocional que, agudizadas por la crisis, obligarán a adaptar la respuesta y los recursos sobre seguridad y salud en el empleo y fuera de él. Pero…¡ no se preocupen conciudadanos canarios!, estos políticos que tenemos la desgracia de sufrir y mantener con nuestros impuesto, han hecho un viaje a la China dictatorial, criminal y asesina para traernos mafias que, a las ordenes de estos impresentables, nos pondrán contra la pared, como en los mejores tiempos de la dictadura franquista. Harán como que hicieron en el Tíbet o ahora con esa etnia musulmana. Los fascistas y explotadores hacen causa común para oprimir a los pueblos.


Fidel Campo Sánchez