6.7.09

LA HABANA

“La París del Caribe”, “La Ciudad de las columnas”, y hasta “La Gomorra de las Antillas” son algunos de los apelativos que se le han dado a la capital cubana, un extraordinario lugar lleno de historia, música y literatura.

La ciudad más importante de las Antillas cuenta aproximadamente con dos millones de habitantes, pero alcanza uno más si se le integran los numerosos suburbios de importancia que la rodean. A finales del siglo XIX, solía llamársele el “París del Caribe” por el lujo y el buen gusto de muchas de sus edificaciones y parques. Tenía una élite intelectual, acompañada por una clase dirigente tan corrupta como refinada que la convertía en un eje cultural y económico que estaba a la altura de las capitales europeas. Fue inmortalizada también por el escritor Alejo Carpentier, que la llamaba “La Ciudad de las columnas”.

Hoy en día, la Habana es un destino turístico apetecido por ciudadanos europeos, después de que a principios de los noventa el régimen de Fidel Castro optara por cambiar drásticamente su postura frente a “lo extranjero” y decidiera abrir las puertas para hacer del turismo el rubro principal de la economía. Así respondía Cuba después de muchos años del bloqueo ordenado desde Washington y el extinto padrinazgo del bloque soviético.

La isla es un lugar que tiene magia. Una zona especial para el turismo de playa se habilitó en Varadero, mientras que La Habana rescató de la ruina a una serie de edificaciones que testimonian su pasado como gran ciudad. Se embelleció para recibir la oleada de visitantes, especialmente europeos, que ahora la inundan y que cuentan con la posibilidad de acceder a los más sofisticados servicios hoteleros en el corazón del que ha sido el bastión del socialismo en América. La revolución en sí se convirtió en un atractivo turístico, ante el interés que despierta la oportunidad de ver de cerca los logros y fracasos de esta ideología política.

Los latinoamericanos, en particular, quieren caminar por las calles y conversar con algún cubano que les cuente las ventajas y desventajas que le ha significado el Régimen. Ir a la Plaza de la Revolución o recorrer la capital en algún Cadillac de los años cincuenta, vestigio del período pre-revolucionario, es un estupendo plan para encontrarse con esta ciudad.

Un Lugar para el placer

“La París del Caribe” fue desde el siglo XIX un centro de diversión al que llegaba el “jet set” de todos los rincones del mundo. Tal vez su atractivo había alcanzado su punto más alto en la década del cincuenta, años previos a la revolución que tumbó la dictadura de Fulgencio Batista.

Por esos años, como sucede generalmente justo antes de cambios sociales dramáticos, el derroche había alcanzado su clímax. El dinero de los más reconocidos mafiosos italo-estadounidenses había encontrado en este lugar el paraíso para florecer. Se levantaron fantásticos hoteles en los que figuras como el cantante Frank Sinatra, el torero Luis Miguel Dominguín y actores de Hollywood como Gary Cooper, Ava Gardner o Marlene Dietrich, festejaban codo a codo con capos y artistas. Esta época también fue conocida como la “Gomorra de las Antillas”.

La Habana Vieja

El casco histórico de la ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, y ha sido objeto de estupendos trabajos de restauración. Caminar por la Habana Vieja es realmente una alucinación que lleva al pasado y no es difícil sentirse dentro de una ciudad amurallada que está siendo acosada por los piratas.

Los estilos arquitectónicos que se pueden apreciar son testimonio de una ciudad de mundo a la que llegaron a lo largo de su historia gente de todas las culturas (Incluidos muchos canarios). Siempre hostigada, La Habana tuvo períodos de dominio británico, francés y norteamericano.

Ineludibles son las visitas a lugares como la Plaza Vieja, el Castillo de los Tres Reyes del Morro, el Hotel Ambos Mundos, el teatro García Lorca, el Capitolio, el restaurante Floridita y el muy nombrado bar La Bodeguita del Medio.

La musica

Cuba, junto con Brasil y el sur de Estados Unidos, es considerada la fuente más importante de música popular contemporánea. La isla fue un lugar en el que las razas y las culturas se unieron para engendrar arte. El filin, el cha-cha-chá, el son, la contradanza, el guaguancó, la guajira, la salsa y la trova, son algunos ejemplos de una lista interminable de manifestaciones de este prolijo movimiento musical, que tuvo naturalmente en los escenarios de La Habana la conexión con el mundo.

Algunas figuras para destacar son: Compay Segundo, Celina & Reutilio, Ibrahim Ferrer, Silvio Rodríguez, Ernesto Lecuona, Pablo Milanés, Omara Portuondo, César Portillo de la Luz y Chucho Valdés; y ni hablar de las estupendas fusiones de la última década con ejemplos como Orishas o P18.

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