España está ausente de esa reflexión en la que, de una manera u otra, las Islas Canarias van a estar en el centro de la atención mundial.
Por J.T.
A pesar de que Cataluña y el País Vasco aparecen como los principales riesgos “territoriales” en España, y ciertamente lo son desde el punto de vista político, sociológico y de la estrategia de grupos secesionistas de larga historia, determinación clara, las Islas Canarias presentan un flanco débil desde el punto de vista estratégico sobre el que no se suele reflexionar abiertamente ni en las Islas Canarias ni en España, donde, además, el desconocimiento de aquella realidad insular africana adornada de tópicos funciona como un eficaz mecanismo de adormecimiento de la atención, y tal vez la alarma, a que nos deberían llevar algunos datos o hechos que a veces pasan de puntillas.
El caso de las Islas Canarias no tiene nada que ver con los citados anteriormente ni siquiera en algunos momentos en que algunos de los elementos de aquellas regiones europeas parecen asomarse al escenario político insular africano de las Islas Canarias.
Los elementos claves de la debilidad de las Islas Canarias han sido siempre exteriores. Aunque mas o menos agravados por factores internos en cada momento de la historia.
La lejanía de las Islas Canarias de Europa, su situación en las rutas hacia América y hacia Asia, su mayor importancia estratégica en ausencia o bloqueo del Canal de Suez, su geografía africana, su clima, sus bahías y su orografía hicieron siempre del archipiélago canario una plaza codiciada por quienes aspiraban a controlar esas rutas y comunicaciones marítimas así como sostener una plataforma de retaguardia frente a los continentes africano y europeo.
Las Islas Canarias sufrieron ataques constantes por parte de españoles, británicos, holandeses y franceses, además de otras expediciones piratas por encargo de unos o de otros; sintieron estímulos independentistas desde el exterior tras el desastre de 1898 en que España vendió sus últimos territorios extra europeos; fueron miradas con lupa por las potencias combatientes en la I Guerra Mundial; utilizadas por los alemanes y estudiada su ocupación por los británicos durante la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial y, mas tarde, el renacido nacionalismo canario ha sido estimulado desde el exterior (Cuba,Venezuela, Suecia, Argelia, Inglaterra, etc.). Esta dependencia canaria de los factores exteriores es el principal elemento de su realidad existencial.
Pero en toda situación confluyen factores externos e internos, objetivos y subjetivos, y estos se entrelazan para formar un escenario que, en el caso canario, no deja de ser preocupante en la escena nacional española actual.
Lejanía de Europa, debilidad política
Entre los factores objetivos ya hemos señalado la lejanía de España como un factor de debilidad para la defensa de la "españolidad" y preocupación para los intereses españoles. Este hecho exige, ha exigido siempre, capacidad del Estado para vigilar y defender las rutas; una estrategia de alerta, disponibilidad y despliegue militar suficiente; una actividad exterior, diplomática y de inteligencia, para alertar de riesgos y prevenir agresiones y una política socioeconómica que tenga en cuenta la dependencia de las Islas Canarias respecto a los mercados exteriores y su, también, delicada y debilitada estructura económica exactamente por las mismas razones que lo demás: la dependencia de factores externos a las Islas Canarias. No hay que olvidar que la economía de las Islas Canarias actualmente pivota sobre el turismo en un contexto de limitación de suelo, débiles equilibrios ecológicos, escasez de agua e infraestructuras deficientes. El impacto sobre este tejido de la creciente presencia en las islas de mafias diversas, básicamente aunque no exclusivamente de Europa, está en los medios de comunicación.
Pero esta actividad estatal imprescindible ha sido desigual a lo largo de los años y mas tendente a reaccionar compulsiva y atolondradamente en momentos de crisis aguda que a poner en marcha mecanismos de prevención y actuación sostenidos en el tiempo. Aunque en los sucesivos planes estratégicos de España figura la consideración como vital del Eje Baleares-Estrecho-Canarias y su vigilancia y su defensa como pilar básico, los recursos puestos a disposición de este eje estratégico no han dejado de disminuir o perder importancia y la errática política exterior española hacia el norte de Africa y sus potenciales focos de agresión a intereses españoles ha debilitado aquella estrategia de defensa nacional española.
Pero hay más. La dispersión del territorio en islas, agrupadas éstas en dos provincias que siempre se han mirado de reojo, con rivalidad y recelo, añade elementos de debilidad. En Canarias el elemento emocional de apego al territorio es fundamentalmente la isla y más desde el siglo XIX en que se creó esa instancia administrativa, gobierno real de la Isla, el Cabildo, que gestiona, recauda, distribuye, alienta, protege, subvenciona y genera poder, clientela y, por todo ello, votos.
Aunque esto merezca un estudio detallado, valga decir que las estructuras de poder, los métodos personalistas y los mecanismos clientelares han variado poco desde el franquismo aunque ahora el sistema de acceso al gobierno insular sea "democrático". Y esto no depende en absoluto de opciones políticas sino de quién ostenta el poder. Hay poca diferencia de métodos entre las islas gobernadas por autoproclamados "nacionalistas" y las que lo son por socialistas o populares aunque el nivel de arbitrariedad es mayor cuanto mas pequeña es la isla. Esto conforma un tejido de poder colonial, preñado de favores y contraprestaciones, ayudas o ausencia de ellas que vacían la legitimidad "democrática" y crean un caldo de cultivo propenso a la corrupción y, con ella, al ninguneo del Estado y de la legalidad y protección de los ciudadanos.
Un entorno africano inestable
Y finalmente, un factor objetivo que es en estos momentos especialmente importante: la inestabilidad geopolítica del entorno africano que ha empezado a influir de manera directa en las Islas Canarias con la llegada masiva de inmigrantes de todo el mundo (Incluidos europeos) con sus secuelas de preocupaciones demográficas, laborales y sanitarias, sin que las fuerzas políticas ni las autoridades hayan logrado trasmitir las dosis de seguridad exigidas por la población canaria. También por el discurso blando, que hace más insistencia en un supuesto humanitarismo que en la defensa de la legalidad y por unas decisiones administrativas que miran mas a la opinión pública a corto plazo que a los problemas que puedan presentarse en el horizonte. Esto está incubando una lenta, pero perfectamente perceptible desconfianza hacia el otro, hacia el de fuera (extranjero) que a medio plazo puede cristalizar en actitudes políticas muy preocupantes. De hecho, sectores del independentismo canario han ido avanzando propuestas, cada vez menos tímidas, de leyes de residencia restrictivas no sólo a la inmigración ilegal sino incluso hacia europeos de la UE y hasta a españoles procedentes de España. Por increíble que parezca, en los próxima años vamos a asistir al debate de alguna de estas iniciativas del independentismo canario.
Pero la llegada masiva de inmigrantes no es más que una de las expresiones de esa inestabilidad. Es más importante, fundamental de hecho, la creciente influencia del independentismo canario y de las comunidades de canarios en el exterior.
España vive en medio de contradicciones. Se ha producido un acercamiento a Marruecos a costa de los saharauis, se ha desandado parte del camino recorrido junto a los argelinos en la legislatura anterior y se ha olvidado prematuramente la deslealtad francesa durante la crisis de Perejil y sus intentos de echarnos fuera del terreno o, al menos, mantenernos fuera del área. Ciertamente no han faltado, por parte del actual gobierno, los intentos de redefinir las relaciones con Francia respeto al norte de Africa. Pero, por parte española, esos intentos no han constituido hasta ahora más que una serie de iniciativas de buenas intenciones que Francia, cuyos intereses nacionales no son nunca perdidos de vista y constituyen la esencia de su acción exterior, ha manejado en su casi exclusivo beneficio. Estas iniciativas, defendidas pomposamente en nombre de la voluntad de “acabar con la tradicional confrontación que franceses y españoles han mantenido durante buena parte del siglo XX en el norte de África, desde los tiempos de sus respectivas experiencias coloniales”, no han puesto en marcha ni un solo instrumento, ni una sola idea, ni un solo proyecto.
Discurso oportunista frente a discurso nacional
Junto a todo esto hay una serie de factores que podríamos llamar subjetivos, internos, algunos de los cuales han sido señalados de pasada.
En primer lugar, y como producto del debate nacional y la errática política del gobierno socialista respecto s los nacionalismos identitarios y la estructura misma del Estado, en las Islas Canarias se ha agudizado la debilitación de la visualización del Estado en las islas, apenas sustituido por una administración autonómica con un discurso victimista, oportunista y siempre orientado a conseguir ventajas políticas y presupuestarias de la debilidad central. Esto trae, como consecuencia directa, un elemento emocional contradictorio: la percepción de una mayor inseguridad combinada con la sensación, alimentada por las fuerzas políticas, de que “en el fondo, no pasa nada grave”.
En segundo lugar, unas fuerzas políticas que no alertan sobre esa debilidad de la presencia estatal sino que, por el contrario, hacen de ella su palanca de poder. Contrariamente a lo que pasa en España, y de lo que proclama con más intensidad que rigor la propaganda gubernamental y de la izquierda en general, en las Islas Canarias se da una curiosa paradoja histórico sociológica. Los herederos familiares, sociológicos y administrativos del franquismo son los ahora llamados "nacionalistas" que, desde la UCD y a través de las agrupaciones insulares, han confluido con ex comunistas y otras tribus políticas en Coalición Canaria. Y esta formación, que de una u otra forma está en todos los poderes del archipiélago desde su fundación, es el principal ejemplo de relativismo ideológico y de debilidad de ideas frente a los grandes problemas. Aún está en la memoria visual de los canarios la ridícula figura de un diputado "nacionalista", Luis Mardones Sevilla, ex gobernador civil en Tenerife, asistente habitual a reuniones de la OTAN, supuesto experto en Defensa celebrando el voto negativo a la integración de España en la Alianza Atlántica, mayoritario en las Islas Canarias, en el referéndum auspiciado por la irresponsabilidad política de Felipe González cuando intentaba enmendar con apoyo popular su demagógica campaña electoral anti-OTAN que le llevó al poder en 1982.
El Sáhara, y los recursos energéticos, al fondo
Unas líneas, necesarias, sobre el conflicto marroquí-saharaui que tanta importancia ha tenido en las Islas Canarias y puede tener más aún, y el cambio de algunas posturas políticas tradicionales que pueden añadir elemen tos de confusión y alarma a la sociedad canaria.
Tras la retirada, vergonzante, precipitada, poco meditada y acobardada de España del territorio de la ex "provincia española" de El Sáhara Occidental, la izquierda en Canarias convirtió la bandera saharaui y del Frente Polisario en bandera propia, con bastante éxito en la población canaria, donde los reflejos históricos anti marroquíes son perfectamente perceptibles. Y eso ocurrió a pesar de que, en el conflicto entre saharauis y marroquíes, los ataques sufri dos por pesqueros canarios en su caladero tradicional fueron mas fre cuentemente protagonizados por los independentistas saharauis. Sólo algunas voces aisladas entre los socialistas, Jerónimo Saavedra por ejemplo, se atrevieron a señalar entonces que quizá era más convenien te a los intereses españoles un acercamiento a Marruecos que a la mano argelina de los saharauis. Pero entonces Argelia era del bloque “socialista” aliado de la URSS y esa postura tenía poco porvenir en la iz quierda y en un independentismo ca nario que llegó a postular la idea de una futura confede ración canario-saharaui.
En esa misma idea de estrechar lazos con los saharauis, pero desde po siciones no ideológicas sino estratégicas y pragmáticas, estaban algunos políticos y especialistas en asuntos militares que estimaban que ante la persistente reclamación marroquí de Ceuta y Melilla y sus viejos diferendos con España, tener relaciones con el levantisco flanco sur marroquí no era una idea despreciable.
Décadas después, muchas cosas han cambiado. El PSOE parece haber sacrificado al Polisario a su alianza con Marruecos y la URSS no existe; Argelia, sometida al acoso del terrorismo islamista, es socio comercial de España y las relaciones con Marruecos han variado. Y a esto hay que añadir la existencia de posibles recursos petrolíferos importantes en el mar entre Marruecos y las Islas Canarias.
Una de las claves de la importancia del Sahara Occidental para el gobierno del rey Mohamed VI radica precisamente en el control de tales recursos naturales.
Y en eso estamos. En este complicado escenario africano, mientras las potencias occidentales reflexionan, elaboran planes y adelantan peones, no siempre coordinadamente y a veces en competencia entre Francia y Estados Unidos, para un escenario africano occidental que se adivina especialmente complicado en los próximos años, España está ausente de esa reflexión en la que, de una manera u otra, las Islas Canarias van a estar en el centro de la atención mundial.