1.7.09

FALLECE TEOWALDO ROJAS ESPINOSA DE POWER

Los humanos, todos sin excepción, y muy a pesar de los avances desconcertantes de la Ciencia, pasamos a mejor vida tan sólo cuando Dios lo quiere, Contra tal designio nada cabe oponer, pues todo intento es vano y cualquier esfuerzo resultará baldío.

A la vista tenemos el fallecimiento de otro entrañable conciudadano, lagunero, aparejador de profesión y funcionario jubilado de la Consejería de Obras Públicas y más concretamente de la antigua Jefatura de Carreteras, hoy se denomina como de Infraestructuras. Fueron sus jefes varios, entre los cuales destacamos al bueno y competente don Juan Amigó de Lara y el actual don Adolfo Hoyos.

A Teowaldo, todos le conocían por Teo. Fue hijo y nieto de una familia de famosos artesanos. Su padre era Miguel Rojas, profesor de Ebanistería del Reformatorio de Menores, situado antaño al final de la calle San Sebastián junto al Mercado de Nuestra Señora de África. Dirigía el centro, el catedrático de Derecho Penal, doctor don José Ortego Costales, siendo sus colaboradores más cercanos don Lorenzo Cáceres, don Bernardo Cabrera Ramírez y el culto abogado don Ángel Ripollés Batista

Era sobrino de Ramón Rojas, que poseía un extraordinario taller en la calle Rodríguez Moure, esquina del famoso castañero y cerca del Camino Largo en La Laguna. Tampoco no debemos olvidar a su abuelo Francisco Rojas, conocido por “Maestro Pancho Rojas”, persona vinculada a la Catedral de Los Remedios y a la antigua Hermandad del Santísimo Sacramento. Era considerado auténtico especialista en conocimientos del calendario litúrgico y se enfadaba cuando “.los ternos” que se usaban para los oficios, no eran del color y rito apropiados.

Teo, se crió y creció en la calle del Ciprés, esquina El Peso. Allí jugó a la pelota y a los boliches con sus tres hermanos. Era primo de Foncho, jugador del Tenerife y del Barcelona, y también de Chencho Bello, funcionario del Ayuntamiento, encargado de la oficina del agua y más tarde concejal. Allí, en aquella calle del Barrio de San Juan, jugaron a la pela, al escondite, donde prepararon hogueras muchos chicos como Teo. Recordamos a Fulgencio Fraga, hijo de don Pancho, en cuya venta se despachaba vino de La Escalona. Antonio Caridad participaba como miembro de la murga “La Pechugona”, dirigida por el inolvidable Santiago Puertas (cho Juan de las Mercedes), donde participaban los carboneros y algunos muchachos que vivían en los “hotelitos”, como el hijo de Valeriano, cuya hermana fue la primera mujer taxista de la Isla, bajo la mirada atenta de Domingo Medina, entonces con poca edad y apuntando al hombre inquieto que conocemos hoy.

Su vida profesional se sostuvo con normalidad, pues temía algo de artista y dibujaba bien, seguro, algo innato en su familia. Pero donde acusó más sus calidades fue en la sencillez de su vida. Generoso, de correcto trato, deferente y exageradamente romántico. De ahí su amor a la tierra, a La Laguna y a los amigos.

La última vez que coincidimos fue en “La Oficina”, la histórica Taberna Literaria de La Laguna, cuyas puertas cierran para dar paso a la pala, que derribará el edificio y no respetará los recuerdos de numerosos artistas y poetas plasmados en sus paredes, para construir otro edificio más ajeno a la estética patrimonial. Nos despedimos con un brindis, mientras recitaba de memoria poesías de Nijota, Luís Álvarez Cruz, Gutiérrez Albelo y las famosas “burbujas” de Manuel Verdugo….para terminar entonando música de los Cantos Canarios de su antepasado el compositor, Teowaldo Power.

Reciba su viuda Felisa Cruz Díaz de Dagghet, sus hijos Alicia y Alexis Rojas Cruz Díaz-Power nuestro más sentido pésame por la pérdida del bueno de Teo. Que Dios lo premie en la vida eterna y que así sea.

Fidel Campo Sánchez