1.7.09

EL CASTAÑERO.

Desde mi ventana al despertar veo un viejo castañero la mayor parte del año, está desnudo porque la savia naturaleza, se lo demanda y muestra su ramas siempre erguidas como si un fiel guardián fuera, pero en su tronco, y ramas, la savia lo mantiene, porque él se nutre de ella y su fe en sí mismo, lo mantiene, para pasar su época, en la que se llenaran sus ramas con bellas, hojas que lo cubrirán, y cuando su verde follaje lo cubra, el se sentirá útil para ceder sus ramas a los pájaros que sus nidos soportaran, para sentirse contribuyente, con su generosa madre naturaleza que a lo creo, también comienza a darnos los frutos, que el generosamente nos da y para que su fruto estén protegidos, nos los cubre con espinas, en forma de erizos que cuidaran su maduración y se conserven, para que disfrutemos de sus riquísimas castañas, que nos alimentaran.

El castañero, posiblemente introducido por los colonos portugueses y gallegos llegados al fin de la conquista estableciéndose en nuestras medianías.

Frutal de hoja caduca, florece de mayo a julio, siendo característica la coloración amarillenta que toman los árboles debido a las flores masculinas que cuando las flores maduran dan lugar las castañas, entre septiembre y noviembre.

Aparte del aprovechamiento de los frutos, muy usados en la cocina canaria, a lo largo de generaciones, se ha desarrollado en su entorno una artesanía paralela, en la que se aprovecha su madera, ramas y chupones para elaborar muebles, cestería, techumbres y etcétera.

Nuestros castañeros han sido mucho más que unos simples árboles, han sido medio de vida y subsistencia.

Deberíamos de ser como los castañeros, y compartir los frutos, y la fe, que a ellos cada año los mantienen.

MIGUEL MARRERO EXPÓSITO