El año ha comenzado con la marcha a las Mansiones Celestiales, después de una penosa enfermedad, de don Gustavo Castañeda Pérez. Gustavo era hijo del comerciante conocido por don Pancho, propietario de unos de los guachinches más emblemáticos y recordados en La Laguna: “DOS Y UNA”
Sería preciso remontarnos a los años cuarenta, recientemente finalizada la “guerra incivil, en que los isleños recibieron la visita de la hambruna, En aquellas fechas en La Laguna se convirtieron en protagonistas, las ventas de chochos y moscas, la recova y, por encima de todo, la Junta de Abastos que con sus libretas de racionamiento, repartía pequeñas cantidades de comida por cupones.
En ese época del hambre abrió las puertas este guachinche singular, cuyos platos habituales eran los pescados salados, entre los que figuraban los burros, las samas, y las corvinas, que nuestro don Pancho compraba a nuestros pescadores, que traían sus capturas de Villa Cisneros (Sahara Occidental) y Cabo Blanco (Mauritania), vendiendo el sobrante al llegar al Puerto, a fin de sacar unas perritas, y con unas buenas papas puso de moda don Pancho, el dos (de pescado) y la una( de papas) También a tales penurias puso como broche de oro, otro plato: papas fritas con un par de huevos fritos
De vez en cuando, en el “dos y una”, servían papas con carne – más de lo primero que de lo último -. Pero como todo se aprovechaba, pues la hambruna era enorme, preparaba unos bocadillos con la salsa de la carne. Maestro Pancho, siempre recibía, según dicen los más viejos del lugar, con una gran sonrisa y un gran puro ladeado y algo mordido, mientras los muchos bebedores que lo visitaban, en general gente humilde y trabajadora, llenaban sus vasos de vino a la caída de la tarde. Entre tanto los soldados de Artillería de Montaña, los estudiantes y una legión de laguneros de diferentes clases sociales acudían, para clavar los codos en las tablas de los sencillos mostradores ante media botella de buen vino. Muchos para ahogar sus penas..
Años más tarde nuestro fallecido personaje, don Gustavo, quizás por los inicios, por los recuerdos y la nostalgia, quiso y abrió un nuevo “Dos y Una” cercano y en la misma calle de Viana, al lado de donde estuvo el de su progenitor. El diligente Gustavo ya mas entrado en años, no daba avío a pelar papas, atender a los sedientos clientes, pero ya con tollos (concejales), potas, pulpos, sin olvidar claro está los huevos fritos y el pescado salado, que tanta fama le dieron a su padre
Descanse en paz el viejo conciudadano y reciban su esposa, hijos hermanos y demás familiares nuestro más sentido pésame por tan triste pérdida.
FIDEL CAMPO SANCHEZ